Hammerhead observó con cierta apatía cómo una soldado de Deimos, vestida con un uniforme gris en lugar de una armadura de Clase Terror, comenzaba a llenar con café una enorme taza metálica que había en la mesa, frente a él. Aquella mujer, que formaba parte del personal auxiliar de la base, no llevaba ninguna clase de arma, sino que sostenía en sus manos una enorme jarra de cafetera llena de aquel oscuro brebaje. Junto a ella, otro soldado de uniforme gris se mantenía junto al carrito de servicio que había estado empujando hasta hacía un momento, sobre el cual había algunas jarras de café extras y un pequeño surtido de refrigerios; la mayoría de ellos a base de soylent reciclado. No resultaba demasiado alentador preguntar por el origen de aquellos productos, si tenía en cuenta la batalla que había tenido lugar la semana anterior en Yersinia Terra, pero cuando aquella mujer terminó de llenar su taza y le ofreció una de las bandejas con comida, Hammerhead asintió. En pocos segundos, una pequeña bandeja de plástico rectangular llena de barras energéticas aún envasadas fue movida desde el carrito hasta aquella gran mesa oval, quedando justo frente al Goliat.
Cuando aquellos dos soldados se marcharon con el carrito en dirección a su izquierda, para atender al resto de participantes de aquella reunión recorriendo la mesa en el sentido de las agujas del reloj, Hammerhead sostuvo la taza que le habían llenado y se la acercó al rostro. Oler aquel líquido hizo que el rostro del Goliat dibujase una mueca de desagrado. Si las barras energéticas que le habían servido realmente estaban hechas con los subproductos generados por la batalla de Yersinia Terra, aquel café probablemente era también fango de aquel pantano recién hervido. Aún así, Hammerhead se apresuró a dar un largo sorbo de aquel brebaje antes de volver a dejar la taza en la mesa. La comida en el ejército de Phobos nunca había sido gran cosa; pero en el caso de Deimos, las raciones casi se encontraban al límite entre lo comestible y lo tóxico. Aunque Deimos disponía de muchas instalaciones y tecnología arrebatadas a las megacorporaciones que formaban Phobos, incluida la industria alimentaria, los mismos problemas que estaban afectando a toda la organización también le afectaban a aquel sector. Cada día que pasaba, las armas, armaduras y vehículos se producían de menor calidad, las construcciones llevaban más acero y menos oricalco, y por supuesto el soylent cada vez tenía peor sabor. Sin embargo, mientras desprecintaba de mala gana y se llevaba a la boca una de aquellas barras de proteínas recicladas, Hammerhead no se quejó. Aquella era la lucha que había elegido, hasta su última consecuencia. Si podía soportar las nuevas cicatrices que le había dejado aquella batalla, también podría soportar aquello.
Un característico sonido del roce de la punta de un rotulador escribiendo en un papel captó la atención de Hammerhead, quien apartó la mirada de aquella barra energética y miró hacia el frente. Justo delante suya, al otro lado de la mesa oval, se encontraba la Comandante Persephone, concentrada en utilizar su telequinesis para escribir en una de sus libretas. Aquella Banshee se había sentado en una silla hecha a su medida, de forma que sus tentáculos quedaban recogidos hacia delante y se esparcían ligeramente por debajo de la mesa, quedando fuera de vista. Aunque estuviese sentada delante suya, la distancia entre ambos supersoldados era de cinco metros, debido al enorme tamaño de aquella mesa metálica de color negro. En aquel momento, se encontraban en una amplia sala de reuniones situada en los niveles inferiores de una instalación secreta de Deimos. Aquel complejo subterráneo era una de las pocas instalaciones que habían construido ellos mismos, en lugar de arrebatársela a Phobos; un lugar cuya existencia era, en teoría, desconocida para sus detractores. Sin embargo, Hammerhead no habría puesto la mano en el fuego en favor del secretismo de aquel lugar.
La habitación era relativamente diáfana, a excepción de la presencia de aquella mesa oval de quince metros de largo y cinco de ancho, y de las seis sillas que había en torno a ella. Aquella sala medía diez metros de ancho y veinte de largo, y el techo se encontraba a unos seis metros de altura. Toda la estructura estaba hecha de paneles de oricalco, y la iluminación tenía el característico tono rojizo de las instalaciones diseñadas y construidas por personal y maquinaria de la HEC. De no haber sido porque todos los presentes estaban acostumbrados a aquella ambientación característica propia de Phobos, aquella fría habitación de paredes metálicas y pobre iluminación habría resultado extremadamente agobiante. Las paredes de los laterales de la habitación tenían el logotipo de Deimos pintado en cada uno de los paneles que la formaban, mientras que la pared del fondo, opuesta a la compuerta blindada de la entrada, estaba mayormente formada por una gran pantalla que mostraba un mapa estratégico con parte del territorio de Deimos. El mapa estaba enfocado en la provincia de Yersinia Terra, donde el conflicto entre las dos facciones aún se mantenía muy activo a pesar de la enorme cantidad de bajas que ambos bandos sufrieron la semana anterior. Un segundo mapa holográfico, proyectado directamente sobre la mesa, ofrecía una situación más detallada del frente norte, donde la frontera entre Phobos y Deimos sangraba como una herida abierta. A raíz del último conflicto, el territorio de Phobos había retrocedido casi cincuenta kilómetros, y las posiciones defensivas de Deimos se estaban trasladando más al norte para defender el nuevo territorio capturado. Aquella era una situación favorable, aunque probablemente demasiado efímera como para celebrarla.
ESTÁS LEYENDO
Phobos
Science FictionSatsuki Aldrich es una titán que trabaja para una megacorporación, siendo la Comandante de uno de sus ejércitos. Sin embargo, su tiempo de vida de agota, y para sobrevivir se ve obligada a hacer un trato con un siniestro genetista que le promete sal...