Cap. 14

675 62 13
                                    

—Pascal... Creo que me gusta Cassandra

El pequeño camaleón chilló en forma de pregunta, la rubia con una sonrisa le respondió.

—¿Qué cómo lo sé? Eh leído bastantes libros de romance cómo para saber que esto es amor— respondió la rubia segura de sus palabras—. Las mariposas en el estomago, el sentimiento de calidez en el pecho, me siento muy feliz con ella, todas son señas claras, además es fuerte, amable, bonita y honesta. La quiero a ella cómo mi amante— habló la niña mientras sonreía.

Y a pesar de ser solo una chica de catorce años, quedó cautivada por la azabache, nunca nadie la había tratado así antes, con cariño y sin golpes, además de cuidarla y protegerla, entonces tal vez eso la hizo enamorarse. Y aunque no entendía muy bien este sentimiento, sabía que no debía separarse de Cassandra por el momento; iba a ordenar sus emociones por completo más tarde, mientras tanto solo pensaría que esta enamorada de la azabache, lo cual era demasiado probable. Escuchó sonidos provenientes de unos arbustos cercanos, alertándose de que fuera algún jinete dorado que finalmente la había encontrado, pero aliviándose al instante que reconoció a la chica de cabello corto quien llevaba consigo un par de pájaros que atrapó con ayuda de Owl.

La azabache avanzo hasta la menor, preguntándose si tendría miedo de ella por matar animales indefensos para su propia sobrevivencia, si correría lejos de ella al saber que era capaz de matar, pero, en vez de una mirada de desaprobación o susto solo vio cómo la rubia le sonreía ignorando por completo los animales, y le hablaba de algo completamente diferente.

—¿Puedo ayudarte a encender la fogata está vez?

...

Terminaron comiendo pájaro asado, ciertamente sabía delicioso, ignorando el hecho de que debieron quitar las plumas antes de cocerlo, pero ambas juraron mentalmente no volver a comer un animal a no ser que tuvieran una excesiva hambre, o que otra persona lo hubiera cazado. En esos casos no se podría hacer nada más que comerlo, entonces tal vez no se sentiría tan mal.

En cuanto terminaron de comer apagaron la fogata pues a su alrededor había varias cosas inflamables, y al comprobar que estuviera sin peligro de encenderse otra vez, se recostaron en la hierva observando las pocas estrellas que se veían a la distancia, Rapunzel por su parte pudo reconocer la osa mayor y algunas estrellas que le ayudaban a orientarse, Cassandra mientras tanto solo ignoraba su significado, pues a pesar de haber estudiado también sobre ellas solo se podía fijar en lo hermosas que eran. Después de pocos minutos la azabache comenzó a sentirse somnolienta, hasta que Rapunzel habló.

—Cass

—¿Si Raps?— su voz salió en un susurro, pues estaba a punto de quedarse dormida.

—¿Puedo abrazarte?— preguntó en voz baja y con el rostro levemente  sonrojado de vergüenza.

La azabache sin pensarlo mucho tomó a la rubia entre sus brazos suavemente, sin quererla incomodar solo esperó a que una objeción saliera de la niña o se tratara de alejar para soltarla y pedirle perdón por no avisarle antes, pero eso no paso, incluso se acurruco más en su pecho y envolvió sus brazos en su cintura pegándose más a ella, esta vez la que se estaba incomodando era la azabache gracias a su ahora nulo espacio personal, pero lo dejó pasar pues tendría que acostumbrarse a ella ya que tendrían un largo camino que recorrer junto a ella. Cerro los ojos por completo mientras una sonrisa inconsciente decoraba su rostro sonrojado. 

De pronto Cassandra sintió una sensación de calidez floreciendo en su pecho.

.
.
.

Gothel estaba desesperada, había perdido a la gota de sol y todo gracias a alguien más, un ladrón de seguro. De pronto se preguntó porque había sido tan descuidada de dejar sola a la rubia tanto tiempo, tal vez si la hubiera cuidado más, tal vez si le hubiera educado sobre las personas desconocidas, incluso si la hubiera tratado cómo su hija real nada de esto hubiera sucedido.

El Último Llanto  (Cassunzel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora