El Último Llanto (Cassunzel)

Cap. 21

Se quedaron en un silencio un poco incomodo, Cassandra quería creer que estaba soñando, que en realidad aún estaba acostada en la camilla y había muerto o caído en coma en el mejor de los casos, pero otra gran parte de ella sabía que era real. Y ante la idea de que era real y estaba ahí con ella, solo pudo tenerle un poco de rencor por no darle explicaciones antes, hace años, pero sabía que si se las daba en aquel entonces, nunca le haría caso y evitaría su plan a toda costa.

—Black Moon, debes salir de aquí —le dijo como si ella no lo hubiera pensado e intentado más de mil veces.

—Ya lo he intentado, es imposible —comentó desganada, no se sentía con ganas de nada, ni siquiera de pelear verbalmente con la que algún día fue su mejor amiga... Y hablando de amigos—. ¿Dónde está Lance?

La sala se llenó de silencio.

—Él... Se fue, por su propio camino —dijo Adira con algo de tristeza y melancolía en sus ojos. Ambos eran buenos amigos.

La azabache ya no dijo nada, solo miró al suelo y lo pensó como pudo pues le seguía doliendo demasiado la cabeza. Pero antes de que pudiera seguir hablando o hacer algo, Adira habló primero.

—Te ayudaré a escapar —dijo. Parecía que lo había pensado lo suficiente como para no cambiar de opinión.

—¿Cómo? —preguntó en un susurro.

—Tengo la copia de los planos del primer piso, ahí hay una puerta, toma —le dio una llave grande y algo extraña—. Con eso podrás pasar por ahí sin armar un escándalo.

—Pero no puedo salir y ya, necesito un arma, y se llevaron mi espada —excusó Cassandra mientras tomaba la llave y la miraba un poco, parecía solo un pedazo de metal raramente recortado.

—Yo te daré una —comentó como si se tratara de darle una manzana, lo cual en ese lugar era igual de difícil. 

Sin más que objetar solo se quedó en silencio, hasta que una pregunta invadió su mente.

—¿Y si me atrapan? —esa posibilidad era muy alta, además que seguro la matarían y a Adira también si la llegaban a descubrir.

Después de todo ella rompió una de las reglas: Jamás tener un lazo con un experimento.

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No había un plan en concreto, solo era una serie de improvisaciones que esperaba Adira que funcionara, Cassandra seguía con dolores de cabeza, tardaba en procesar la información y eso era porque seguía ligeramente aturdida, su cuerpo no estaba mucho mejor que su cabeza, le dolía y tenía ardores en lugares donde habían introducido agujas miles de veces.

—Para conseguir darte una espada tengo que ir hacia el ala norte, es una zona reforzada con alta seguridad, así que puede que tarde en sacarla, y cuando lo haga ya tienes que estar lista porque los sistemas de alarmas se activarán —le dijo de manera rápida mientras marcaba un circulo en los planos.

La azabache asintió, sin más que decir, seguía procesando la información.

—¿Y dónde podré esconderme, o cómo escaparé, nos vamos a separar? —le asaltó de preguntas después de un rato de pensarlo.

—Te mantendrás aqui, una vez que suenen las alarmas será tu señal para salir, y te vas a dirigir aquí, ahí es donde nos reuniremos, y tienes que mantenerte en ese lugar al menos 5 minutos en lo que llego, o 10 —le explicó Adira con calma y lentamente, esperando que absorbiera la información, mientras le marcaba el punto de encuentro.

—¿Estás segura que funcionará? —preguntó un poco temerosa, aunque en realidad no perdía nada por intentarlo.

Adira titubeante, asintió, aunque sabía que era una mentira eso pareció reconfortar a la azabache, quien se aferró a sus palabras.