II. Te esperaba.

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Quedaba solo una semana para el festival y yo estaba a punto de un colapso mental, prácticamente no había dormido desde hace días buscando un nuevo lugar donde irme cuando vendieran el teatro y preparando mi presentación, el profesor Nattapol le había preguntado muchas veces que es lo que le perturbaba pero no supe darle una respuesta, había algo que lo mantenía intranquilo pero no quería pensar en ello.

Sigues equivocándote en el séptima, Fluke.

Lo siento, hoy no es un buen día.

¿Qué es lo que te sucede?, ¿fuiste al doctor?, cada día luces peor, ¿estas durmiendo lo suficiente?

Estoy bien, solo que no esto concentrado, creo que necesito un descanso. — Mentí.

Esta bien, ve a comer algo, nos vemos a las tres.

Si... — Él pareció pensarlo, luego se puso de pie.

Es mejor que vaya contigo, yo también tengo un poco de hambre. — Sonreí porque bien sabía que el profesor estaba preocupado por mí y acompañarme era su manera de asegurarse que yo me alimentara. — ¿Hoy no vas al bar?

No, solo trabajo los fines de semana, o cuando a Tim realmente le falta alguien.

Me alegro, debes dormir bien. A propósito, ¿Dónde te estas quedando ahora?, no me comentase que te habías cambiado de residencia. — No iba a decirle a mi maestro que hace meses que vivía en un teatro, él se preocuparía y eso era lo último que quería.

Este, si..., me quedo a unas cuadras del bar, es mas practico, conseguí un buen lugar. — Dije.

Me alegro, me alegro..., dime ¿necesitas algo?, ¿ropa?, ¿algo en lo que pueda ayudarte? — Insistió mientras caminábamos al comedor.

No profesor, estoy bien..., ya no tiene que preocuparse, gano lo suficiente y me alcanza.

Prométeme que si necesitas ayuda me lo dirás.

Si, lo prometo.

Bien... — Me miró atentamente por algún tiempo y luego me empujo para seguir caminando. Era extraño, ¿Por qué me sentía tan cómodo a su lado?, ni siquiera éramos de la misma edad, yo aun no cumplía los veinte y él casi rondaba los cuarenta, pero era como si lo conociera de toda la vida, así como un hermano mayor, o un tío favorito. — No me gusta hacer este tipo de preguntas, pero ¿de donde me dijiste que fueron tus padres?

Chiang Rai. — Mentí otra vez, la verdad era que casi no me acordaba de ellos, solo tenía alguno que otro vago recuerdo de como lucia papá.

Chiang Rai..., vaya es que si te pareces mucho a una persona que conocí hace muchos años...

¿Quién era esa persona? — No pude evitar preguntarle o tal vez tenia la ligera esperanza de que el mundo de verdad fuera un pañuelo y él conociera a mi padre.

Un amigo..., debe ser por tu color de pelo, en lo único que se diferencian es en el color de ojos, los de él eran...

¡Profesor, Nattapol!, ¡Max! — Gritó una chica desde lejos.

¡Lizza!, ¡por dios!, ¿Cuántos años sin verte? — Él la recibió con los brazos abiertos. — ¡¿Qué te trae a la universidad?!, yo te hacia en Italia...

EL CHICO DETRÁS DEL TELÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora