Los recuerdos de la noche en que toque el piano y le robe un beso al señor Thitiwat aun estaban frescos en mi memoria, aunque yo trataba de pensar en otras cosas, necesitaba concentrarme en el festival, no sabía como demonios lo haría, por suerte no tuve que verlo más esa semana, por lo que había escuchado él se había ido de vuelta a Italia y solo volvería para ese compromiso.
Esa semana pasó rápidamente, Minmin y yo habíamos establecido una rutina, habíamos trasladado nuestras cosas a la bodega, él se quedaba ahí para que nadie notara su presencia y en la noche ambos cuidaban del teatro como dos buenos vigías también le había pedido a Tim unos días libres con la esperanza de quedarme trabajando en el teatro, pero pronto me di cuenta de que aquello no sería para siempre.
— Con buenas cámaras de seguridad, tus servicios como vigilante ya no serán necesarios, Luke. — Me dijo ella sin darme tiempo para contestar, en cambio se distrajo con su teléfono.
Por suerte no le había renunciado a Tim, el bar era lo único que tenía seguro por ahora y quizas con lo que me pagaran por vigilar el teatro esos días me alcanzaría para buscarme un lugar para mí y Minmin.
— Esta semana se te pagara por tus servicios, Luke. Las cámaras estarán instaladas a final de semana y podrás decirle a tu agencia que estas disponible. — Dijo sin más.
A veces me sorprendía la frialdad con que las personas hablaban de terminar un trabajo, para ella era algo simple, para mi significaba una serie de cosas que me desmotivaban cada día más. Mi teléfono fue el que sonó esta vez y cuando mire el identificador supe que algo se me había olvidado por eso el profesor Nattapol estaba llamándome tan insistentemente.
— Pequeño granuja, seguimos esperando a que llegues...
— Lo siento, lo siento señor, voy en camino. — Dudé tratando de buscar en mi memoria cuando fue que quedamos para ensayar porque simplemente se me había borrado de ahí como tantas veces me había pasado.
— No te molestes, Fluke. Los chicos de la banda ya tenían que retirarse, dame tu dirección, iré a verte.
— ¿Por qué? — Pregunté.
— Quiero que me acompañes a un lugar.
— ¿Dónde?
— Solo dame tu dirección... — Pidió.
— Ahora estoy en el viejo teatro, lo esperaré afuera, señor.
— Bien..., dame quince minutos.
Nos dirigimos a un complejo de departamentos que estaba cerca de la universidad, idealmente era para que los estudiantes de la facultad pudiesen vivir sin necesidad de gastar mucho, ahí también vivían algunos de los profesores que nos daban clases justamente para vigilar que se cumplieran las reglas de la universidad.
— Vamos a practicar en casa. — Dijo él.
— ¿Practicar?, creí que los chicos de la banda estaba ocupados en la tarde...
— Ellos sí, pero yo no.
El departamento del profesor era amplio y aunque era el clásico departamento de solteros, él era muy ordenado y tenía una gran colección de discos antiguos que me llamaron mucho la atención, sobre todo porque todo eso se me hacía extrañamente familiar, además de muchas fotografías de sus amigos, algunas de su familia otras de cuando era estudiante de música de la misma universidad donde ahora era maestro, había algo más que particularmente me puso intranquilo, detrás de algunos marcos, la fotografía del profesor Nattapol abrazando a otro de sus compañeros, y fue ese chico quien provocó un torbellino de emociones en mi pecho, con manos temblorosas tomé el portarretratos y lo sostuve firme.
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EL CHICO DETRÁS DEL TELÓN
RomanceArgumento Todo el mundo quería trabajar con el experimentado productor musical Ohm Thitiwat, eso hasta que lo conocían. De un carácter aterrador no exigía menos que la perfección de todo cuanto hacía, no por nada era el mejor de la industria. La bús...