Él correspondió a mi beso con la misma urgencia y luego cuando por fin le dejé respirar me miró dubitativo.
— Usted... — Murmuró abriendo los ojos.
— ¿Yo...? — Pregunté juntando mis labios con los suyos por un segundo más.
— Oiga..., no puede andar robándole besos a la gente..., no crea que soy una persona fácil.
— Yo no le robo besos a la gente, Natouch.
— ¿A no?
— Claro que no, solo a ti... — Dije besándolo nuevamente.
— Ya basta... — Protestó.
— Si no te gusta solo debes golpearme. — Levantó su mano, pero ella fue a dar suavemente contra mi mejilla para luego acariciarme lentamente, aquella caricia la sentí como una invitación para seguir avanzando y en un ligero movimiento lo senté sobre mis piernas para llevarlo detrás del telón. — Trato de contenerme, pero ya no puedo... — Natouch escondió su cara en mi cuello cuando me senté en el sillón con él aun sentado en mi regazo. — Lo siento, voy a llevarte a casa. — Por un segundo olvidé que estaba convaleciente y que tal vez le estaba exigiendo demasiado.
— No, no quiero irme aún. ¿Podemos quedarnos así por un segundo más? — Abracé su pequeño cuerpo y respiré la maravilla de tenerlo en mis brazos.
Ahí detrás del telón el tiempo pareció detenerse, me pregunté ¿Qué hubiera sido de nosotros si fuéramos solo dos personas que se encuentran y se enamoran?, una vida normal, si ese día cuando me confesó que me amaba yo le hubiese explicado que era muy joven para mí, pero que lo esperaría, tal vez nuestros caminos nunca se hubieran separado, tal vez pude haberlo protegido desde el comienzo.
— ¿En que piensa?
— En nosotros...
— ¿Puede contarme mas cosas? — No quería mentirle, pero me aterraba la idea de invocar algún recuerdo doloroso.
— Natouch...
— Lo sé, mi padre le dio un discurso, ¿verdad?
— No es solo eso, temo que nuestros recuerdos no son del todo felices...
— ¿Por qué no?
— Cometí muchos errores, te fallé muchas veces..., tengo miedo de que recuerdes y me odies.
— ¿Odiarlo?, ¿le dije alguna vez que lo odiaba?
— No, pero...
— Ahí lo tiene, si yo le amaba como usted dice, ¿Por qué debería ese amor haberse transformado en odio? — Lo obligue a mirarme.
— Déjame hacer las cosas bien, ¿de acuerdo?, vamos a conocernos...
— ¿Conocernos dice?, creo que ya nos conocemos.
— Lo que intento decir es que, quiero cortejarte.
— ¿Cortejarme? — Frunció el ceño. —No creo que esta sea la manera de cortejarme. — Lo decía porque aún seguía sentado sobre mis piernas.
— Tienes razón. — Me puse de pie y él se quedó de frente a mi. — Permíteme, joven Natouch. — Le tomé la mano. — Mi nombre es Ohm Thitiwat Ritprasert, futuro Duque de Rit, es un placer conocerle. — Luego hice una reverencia y besé sus nudillos.
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EL CHICO DETRÁS DEL TELÓN
RomanceArgumento Todo el mundo quería trabajar con el experimentado productor musical Ohm Thitiwat, eso hasta que lo conocían. De un carácter aterrador no exigía menos que la perfección de todo cuanto hacía, no por nada era el mejor de la industria. La bús...