VIII. Este corazón

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Me dolían los ojos pero no dije nada, cada vez que quería levantarme de la cama Ada me empujaba de vuelta, aludiendo a que el señor Thitiwat le había dejado instrucciones precisas de que no saliera de ella sin autorización del médico, tampoco se me había permitido ir a otra habitación, él había insistido que esa era la más cómoda de la casa y ahí debía quedarme, fui atendido con esmero, incluso si pestañeaba alguien entraba en la alcoba para preguntarme si necesitaba algo, me sentía extraño, pero todo ese lujo no me era desconocido, era como si estuviera acostumbrado a ello, no protesté mucho, porque realmente me dolía todo el cuerpo por la golpiza, pero en cuanto los medicamentos comenzaron a hacer efecto supe que era hora de volver con el señor Minmin, P'Tim debía estar preocupado por mi ausencia, ya tenía tres días fuera.

Me levanté dispuesto a irme, después de todo el señor Thitiwat parecía no estar en casa y yo podía convencer a la señora Ada de que tenía que volver a casa, cuando ella finalmente entró en la habitación ya se estaba poniendo en pie.

A el señor Thitiwat no le gustará ver que se ha ido, joven Nattapol.

El señor no puede pretender que me quede para siempre, realmente debo volver a casa, Minmin no puede estar mucho tiempo solo.

¿Quién es Minmin?

Mi gato... — Respondió cansado.

Le diré al chofer que lo traiga a casa, dime ¿dónde lo recogemos...? — Su voz resultaba algo molesta y comenzaba a sospechar que no quería dejarme irme de ahí.

Por supuesto que no..., deseo irme. — Le dije.

Por supuesto que no. — Me imitó él.

Señor Thitiwat...

Señor Nattapol, entiendo que usted quiera volver a sus cosas, pero recibió una golpiza justo saliendo de su trabajo, un trabajo que realiza para mí, lo mínimo que puedo hacer es atenderlo hasta que se recupere completamente...

No tiene obligación de nada..., puedo cuidarme perfectamente. Mire..., tengo que irme.... Me callé, de pronto unas palabras cruzaron mi mente como una especie de rayo, palabras dichas por él mismo hombre que tenía enfrente y las sentí como una puñalada en centro de mi pecho.Lógicamente, estoy comprometido, pronto me casaré y formaré mi familia..., cuando te hagas mayor, tú también te casarás, encontrarás alguien..., tendrás hijos. — ¿Quiere ser padre?, ¿tener hijos? — Esa era mi propia pregunta, me sentía mareado, y el corazón comenzó a bombear como loco, mi cabeza se negaba a salir de ese recuerdo, ¿Qué era eso?, ¿Por qué dolía tanto?, ¿Por qué ese sentimiento de querer llorar hasta quedar agotado? — Tengo que irme de aquí... — Susurré pero las fuerzas comenzaban a flaquear.

Vuelve a la cama, no estás bien... — Lo miré, ese rostro, esa expresión tan fría, esos ojos. — Tal vez en otra vida... — Me sujetó firme, tenía sus brazos rodeándome, ese olor..., traté de recordar pero el dolor de cabeza se intensificó. — Tal vez en otra vida..., tal vez en otra vida.

Cuando desperté había un extraño en la habitación, supuse que era el doctor porque media atentamente mi pulso, cerré los ojos, la luz me molestaba.

Tiene sensibilidad a la luz, tal vez debería quitarse los lentes de contacto, no es recomendable usarlos por tanto tiempo..., permítame, le ayudaré... — Dijo él.

No..., si me los quito no veo nada. — Mentí.

Solo irritara más su vista el mantenerlos ahí...

EL CHICO DETRÁS DEL TELÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora