XVIII. Hoy ya me voy amor...

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Sin duda estaba cumpliendo su palabra, las últimas semanas no le había visto por ningún lado, cuando iba al teatro él se escabullía de alguna manera para hacer cualquier cosa lejos de mí, Kao se encargaba de su seguridad, tenía una persona vigilándolo día y noche, estaba tranquilo sabiendo que estaba siendo cuidado, vivía con Win, ni siquiera se había querido ir con el profesor a pesar de que este era su padre, por lo sabía Max Nattapol había hecho otro viaje, aunque no tenía idea de donde podría haber ido, tampoco podía inmiscuirme más en su vida puesto que todo se había terminado entre nosotros.

Señor está todo listo para la gala, ¿quiere revisar por última vez la lista de invitados?

No es necesario, Lizza, confió en ti...

La Condesa de Cham también ha confirmado su presencia. — Dijo ella, mientras que yo asentí distraído.

Bien... — Suspiré.

¿Se siente bien, señor?, ¿quiere que le ayude en algo más?

No, Lizza. Por favor, déjame solo un momento, no me pases llamadas...

Si, señor. ¿Irá al teatro a verificar alguna otra cosa?

No, Lizza. Dejaré las cosas a tu cargo por esta vez. — Ella me miró confundida, jamás le había delegado nada sin que fuera supervisado por mí, pero esta vez no tenía ánimo de hacer nada, yo solo extrañaba a un persona y no podía concentrarme por que tenia su expresión de tristeza grabada en mi mente.

¿Qué haría en ese momento?, quizas estaba en la universidad, tal vez mordía un lápiz mientras miraba distraído como tantas veces los vi hacerlo cuando era mi alumno, tal vez miraba impaciente la hora para poder levantarse de su asiento, ahora recordaba tantas cosas de él, después de cinco años había cambiado tanto, antes sonreía con tanta facilidad, sus ojos eran como un espejo, podía saber lo que estaba pensando incluso antes que las palabras salieran de su boca, la muerte de su padre lo había cambiado drásticamente, tanto que era casi imposible encontrar a Natouch Pakorn debajo de su nueva identidad y por eso también era por lo que no me refería a él como Natouch, para mi eran dos personas completamente distintas, sin embargo los amaba de la misma forma.

Dijo que ya no me quería con tanta seguridad que le creí hasta la más mínima palabra, pero cuando vi sus ojos en el momento en que recibía un sorpresivo beso de An pensé que estaba mintiéndome, ¿Por qué?, quizas había escuchado alguna conversación, quizas se sintió inseguro de mí, quizas pensó que yo no lo quería, ahora, incluso ahora, él debía pensar que no me importa y me siento como un idiota, como el peor de los hombres, como un traidor.

Estaba mirando hacia la calle cuando Lizza me interrumpió nuevamente. — ¿Señor? — Me llamó.

Lizza, creí pedirte que nadie me interrumpiera, eso te incluye...

Si, señor. Lo sé pero..., la señorita... — Me di la vuelta solo para encontrarme con An frente a frente.

¿An?, ¿Qué hace aquí? — Pregunté extrañado.

Ves Lizza, dije que él me recibiría. — Dijo ella mirando de manera irónica a mi asistente. — Oh..., solo vine a saludar a mi prometido. — Me aparté furioso, odiaba cualquier tipo de sorpresas, sobre todo cuando había ordenado no ser molestado.

Déjanos solos por favor, Lizza. — Después que una sorprendida Lizza cerrara la puerta me senté en mi escritorio y le pedí que también se sentara. — Señorita An, voy a aclarar este asunto antes de que se transforme en un escandalo para el que no está preparada.

EL CHICO DETRÁS DEL TELÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora