XXI. Vuélveme a querer

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Tenía un nudo en el estomago conforme lo miraba moverse con dificultad, mientras era ayudado por el profesor Max a sentarse en uno de los sillones, él le sonrió a su padre a pesar de que le costó mucho hacer que sus piernas le obedecieran, aunque no podía entender que le había sucedido era obvio que tenia que ver con su cabeza, puesto que no tenía cabello y estaba cubierto por una venda en señal de haber tenido un cirugía reciente, tenía miedo de preguntar, así que traté de sonar lo más calmado posible aunque las ganas de abrazarlo y no soltarlo nunca más fueron abrumadoras.

Vamos a dejarlos solos para que conversen más a gusto. — Se adelantó el señor de Cham.

Me temo que papá se ha adelantado mucho a mi recuperación, profesor. — Dijo él una vez que la puerta se cerró y todos abandonaron la biblioteca dejándolos completamente solos.

¿Por qué dices eso? — Pregunté.

Porque es obvio que ahora no tengo la capacidad de tocar el piano, quizás sea muy difícil poder intentarlo... y no quisiera hacerle perder su tiempo.

Natouch, la música a veces tiene el poder de sanar. — Le dije poniéndome de pie. — ¿Puedes venir conmigo? — Él negó con un ligero movimiento de cabeza.

Estoy un poco cansado, lo siento. — Dijo él, me acerqué lentamente.

Eso no es problema. ¿Puedo? — Pregunté, me miró algo dubitativo, pero luego consintió que lo ayudara, aunque estoy seguro de que no esperaba que lo levantara en brazos. — Para eso estoy yo aquí.

Pero...

Solo voy a sentarte aquí. — Lo ayudé a acomodarse frente al piano y luego me acomodé a su lado. — Esta será tu primera lección, jamás digas que no puedes sin haberlo intentado.

No es eso, es que mis manos están muy rígidas, tengo miedo de haber perdido... algo más que mi habilidad para tocar el piano.

No..., aunque al principio puede resultar difícil, no debes rendirte. ¿Ahora dime?, ¿contra que estamos luchando? — Le pregunté, haciendo que él me mirara sonriente.

¿Estamos luchando? — Preguntó.

Claro..., quiero saber ya que soy tu maestro, contra que nos enfrentamos, necesito saberlo para saber cómo ayudarte.

Meningioma... — Dijo él y estuve a punto de perder la poca estabilidad que me quedaba. — No me mire así, no voy a morir, solo que, tal vez me demore un poco en volver a ser yo mismo. — Estaba sonriendo a pensar de todo, apreté su mano fuerte cayendo en cuanta de lo cerca que he estado de perderlo. — De veras, ya me han operado y el doctor Dan dice que solo queda una mínima parte que podemos retirar con radioterapia. Pero, Phi, ¿Por qué tienes esa cara?

Es que no me parece justo que un chico como tú tenga que soportar ese tipo de enfermedad...

Así es la vida, hoy estamos aquí y mañana tal vez no, por eso pienso que es mejor no lamentar nada. — Respondió él. — Además, ¿Por qué no?, ¿Por qué soy joven?, miles de personas mueren cada día por enfermedades mucho peores que esta, yo al menos tengo una nueva oportunidad.

No lo sé, simplemente no quiero que nada malo te pase... — Dije sin pensar y el abrió mucho los ojos.

Nada más puede pasarme, creo..., sabe lo único que me molesta realmente es haberme perdido los últimos seis años, es que no recuerdo nada, todo se fue de aquí... — Dijo llevándose una mano a su cabeza.

EL CHICO DETRÁS DEL TELÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora