Capítulo 4: El enemigo en casa.

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El día anterior cuando Wang Xi fue a visitar al rey al Palacio de Plata , este permanecía arrodillado frente a Nildhis con la cabeza puesta sobre su vientre mientras ella jugueteaba con un mechón de su cabello. Los gemelos recién nacidos estaban en sus cunas a un lado y dormían tranquilos mientras su padre los observaba en silencio. Habían nacido dos días atrás y desde que lo hicieran, XianDai no se había separado de Nildhis y de los gemelos, había permanecido en todo momento pendiente de ellos sin apenas atenderse a sí mismo.

—¿Qué es lo que tanto te preocupa, XianDai?

El rey levantó la mirada hacia su esposa y dejó salir el aire con pesadez.

—Tengo miedo mi reina, deseaba tanto que nacieran y ahora temo que el mundo les dañe de cualquier manera.

—Tú no dejarás que eso ocurra, ni yo tampoco. Xouna y Sheker crecerán hermosos, son la esperanza del mundo, nuestra esperanza.

—Son una esperanza tan frágil como el hielo de la primavera.

—Son frágiles ahora pero crecerán fuertes, ya lo verás.

Nildhis bajó lo suficiente su cabeza para besarle el cabello y después seguir acariciándolo. Al poco un suave golpe en la puerta les avisaba de que alguien tenía que hablar con el rey por algo importante. XianDai se levantó disgustado y salió fuera de la habitación-nido de Nildhis, nadie tenía permitido entrar allí salvo que Nildhis lo autorizase, era el lugar más custodiado y seguro de todo XuXinDai y aún así, el rey temía por ellos.

—Mi señor, el hijo del conde Wang Kao está en la sala de audiencias para hablar sobre su marcha.

Un alfa estirado y vestido de forma impecable le entregaba un manuscrito al rey con los detalles de la marcha que ya se habían establecido con los Wang. Aún así, era protocolario que los emisarios presentaran sus respetos al rey.

—¿Es Wang Xi como acordamos?

—Así es, mi señor.

—Perfecto.

Resultaba perturbador que todas las personas que visitaban al rey fueran mayores en edad que el propio rey. Un rey que apenas llegaba a los dieciséis años, difícil tenía que sus interlocutores fueran de menos edad, pero si se obviaba esa diferencia de edad, XianDai era superior a cualquier alfa que hubiera en el continente. Por algo era el niño de los dioses, un alfa creado en el cielo que apareció en el monte Hua Shang después de muchos años de plegarias al dios Mo. El único alfa puro que había existido y que ahora, tenía una descendencia celestial también con una omega dorada. El mismo Wang Xi que ya le esperaba en la sala del trono era dos años mayor que él y sin embargo estaba a años luz de un alfa como XianDai. Ahora se preparaba en silencio para verle, siempre con un sentimiento de inferioridad y temor que no podía borrar de su mente. Siempre pensando que XianDai podía leer dentro de él y saber todo lo que no le contaba y que seguro, intuía o sabía a la perfección.

—Wang Xi, ¿ya has preparado tu viaje?

—Mi señor XianDai, lo he preparado a la perfección. Antes de nada quería felicitaros por el alumbramiento de los príncipes Xouna y Sheker, "deseoso de cumplir su voluntad".

—Gracias Wang Xi, tengo entendido que tu hermano Wang Xuan contrae matrimonio pronto, justo cuando acabe esta campaña ¿Tu padre no ha decidido tu casamiento aún?

—Mi padre no me considera como un recurso tan valioso como mis demás hermanos para establecer alianzas con otros clanes, al menos de momento.

—Entiendo.

El rey se quedó observando desde su lugar al alfa Wang durante unos instantes en silencio ante la evidente incomodidad de aquel gesto en el alfa. Tomó aire y cambió el tema de conversación.

Veneno Alfa: La Montaña NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora