Capítulo 5: La ceremonia al viajero.

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Justo en el otro extremo de Tinusbel, Wang Xi y YuMu esperaban en un salón recibidor que daba a la sala del trono donde la reina Odela los recibiría. Estaban inquietos, no hacía frío allí dentro pero no podían dejar de sentir escalofríos en aquel lugar. Era como si cien ojos los estuvieran observando desconfiando de ellos a cada segundo y no estaban mal encaminados. Poco después fueron llamados a audiencia al salón del trono y quedaron boquiabiertos al ver el lugar.

En Yangshi, la capital de los Wang, el palacio era muy diferente. Se llamaba Nenggou y era todo un alarde de poder. Su construcción obedecía a una imagen de desafío y superioridad. Sus paredes eran fuertes sin adornos apenas, con muchas torres de vigilancia y sus salones eran ostentosos y grandes para que cupiera mucha gente que alabara al conde. Había muchos soldados por todas partes y armas que se lucían en todas las paredes.

Pero aquel salón era todo lo contrario. Luminoso, elegante, con múltiples muestras de belleza en columnas, paredes, cuadros o muebles. No era ostentoso y sin embargo transmitían la grandeza de un pueblo extraño y valiente. El blanco y el azul dominaban seguidos del dorado y todo estaba impregnado de un olor a jazmín agradable y sutil.

La reina estaba en su trono con con su hijo Altair a un lado y Older al otro, sus dos hijos mayores y al llegar hasta ella, Wang Xi se inclinó para mostrar sus respetos junto a YuMu.

—Reina Odela, muestro mis respetos.

—Siéntase en su casa señor Wang. En su misiva no daba muchos datos sobre la necesidad de que las tropas Wang llegaran a nuestro territorio. Las tribus piratas del oeste son habituales en nuestras tierras y los hemos repelido con nuestros propios medios desde hace mucho tiempo. No tengo que recordarle que mi esposo el rey Dadsu pereció hace unos años defendiendo nuestras tierras de esas tribus y los Wang no movieron un dedo en aquella ocasión.

—Siento la muerte del rey Dadsu y traigo las condolencias de mi clan conmigo. Sé que puede resultar tarde, pero son condolencias sinceras.

Los rostros de Altair y Older indicaban que no creían nada de aquello, el de la reina Odela permanecía impasible.

—Acepto sus condolencias señor Wang, pero también he de decirle que en esta ocasión como en aquella, nos defenderemos por nuestros propios medios.

—Mi señora, esta ocasión es muy diferente. Nuestros espías nos indican que la ofensiva no será como las que hemos visto hasta ahora. No solo estamos en Eridan con esta cuestión, Jiangzi también está siendo advertida y se les está reforzando sus defensas. Ellos al contrario que Eridan, están mucho mejor preparados, con tropas navales y aún así, están recibiendo apoyo de mi clan. No es una ocurrencia nuestra, todo esto obedece a la preocupación del rey XianDai de proteger todo XuXinDai de esta amenaza.

—Sé que el rey XianDai aprecia a mi pueblo igual que nosotros apreciamos su liderazgo y talante. En cualquier caso, no lo vemos necesario pero supongo que como siempre, no tenemos otra opción que acatar que las tropas Wang campen por nuestro territorio.

—Mi señora, la relación que mi clan y el suyo han tenido hasta ahora ha sido nefasta en muchos sentidos, pero hemos de olvidar las antiguas rencillas y mirar a un futuro de unión bajo la mano del rey XianDai, el niño del cielo. Un enviado de los dioses solo puede querer el bien para todos.

La reina Odela no dudaba de las intenciones del rey XianDai pero sí de las manipulaciones que el clan Wang y más concretamente la Shuruuat podrían tener sobre él. Había sido adoctrinado por la Shuruuat desde que tenía capacidad de aprender y ese peso siempre estaría ahí. Odela sabía perfectamente que  luchar contra los Wang por un lado y después contra las tribus era difícil pero no imposible. No eran un pueblo guerrero, sus tropas solo obedecían a la necesidad de defenderse y contaban con la orografía del terreno como mejor aliado por lo que  al menos siempre presentarían batalla para defenderse tanto de unos como de otros. Pero contra dos fuerzas combinadas no podían luchar y no era descabellado pensar que si las tribus atacaban Eridan y los Wang estaban allí ara defender a los omegas azules, finalmente los de ShanWang aprovecharan para unir fuerzas y arrasar Eridan. Debían sopesar la situación y actuar de la mejor manera posible.

Veneno Alfa: La Montaña NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora