Ahxu era una tierra pantanosa que albergaba peligros en sus aguas traicioneras. Allí se habían disputado en la antigüedad muchas batallas en las que habían perecido muchos alfas de uno y otro bando y sus cuerpos, habían quedado olvidados en las ciénagas. Por eso muchos decían que aquellos pantanos estaban repletos de fantasmas, antiguos soldados que cada noche rememoraban las batallas, blandiendo espadas oxidadas y maltrechas, muriendo una y otra vez y rompiendo el silencio de la noche.
Junto a esas ciénagas se extendían bosques de sabinos, cipreses y nisas que hundían sus raíces en el agua dulce haciendo laberintos donde vivían numerosos peces y reptiles. Solo en el centro del territorio, el suelo era más firme y se extendían las ciudades de los omegas dorados con Jinzi a la cabeza. Gracias a esa orografía, a las montañas que separaban Hebu de Ahxu, a las leyendas y que en el este tenían el mar, los omegas dorados habían vivido relativamente tranquilos durante bastante tiempo.
También lo hacía posible el que fueran los expertos en medicinas y curaciones y que la reina fuera una omega dorada. Desde el matrimonio, la amenaza sobre ellos había desaparecido. Por eso mismo, XianDai quería un matrimonio entre los Wang y los omegas dorados, para aportar más peso a esa alianza.
Hubiera sido mejor que hubiera establecido una alianza con Eridan pero eso era impensable en ese momento. El odio que había entre omegas azules y alfas Wang era demasiado fuerte, las heridas demasiado profundas como para plantear ni siquiera la posibilidad de casar a Wang Xi con una de las hijas de la reina Odela. Por eso la elegida era Shenuz de los omegas dorados, que llegaba a la casa familiar visiblemente preocupada.
—Mi señora ¿Qué tal ha ido su visita al Palacio de Cristal?
Una diligente omega dorada ayudaba a bajar del palanquín a Shenuz, que finalmente volvía de las tierras Wang de visitar a su prima. No había sido un viaje agradable ni el de ida y menos aún el de vuelta pero ofreció su mejor sonrisa cuando bajó.
—Todo bien, Nutse, mi prima Nildhis te manda recuerdos. Veré a mi madre y saldré a la villa en unas horas, ten todo dispuesto para mi marcha.
—¿No prefiere descansar, mi señora?—preguntó la sirvienta que caminaba diligente al lado de Shenuz.
—No, Nutse, solo he venido para ver a mi madre. El tiempo va a cambiar en unas horas, me temo que las tormentas están llegando a nuestro territorio y los caminos se harán difíciles de transitar. De momento he esquivado la crecida del río Goxé, el puente aún no estaba vencido pero me temo que después de la época de tormentas tengan que arreglarlo de nuevo.
No era la primera vez que la época de tormentas en el este se llevaba por delante aldeas, puentes y caminos al desbordarse el río Goxé y sus afluentes. El río Goxé salía desde el centro del continente y tomaba rumbo este para desembocar al mar por territorio de Ahxu. Era un río ancho y caudaloso donde muchos se habían ahogado incluso en tiempos de clama. Era navegable en algunos tramos pero cuando el tiempo de tormentas se instauraba, era peligroso dado que se formaban remolinos que arrastraban los barcos hacia el fondo.
Shenuz entró a la habitación que había ocupado desde su infancia hasta justo antes de mudarse a la villa y se sentó en la cama.
—Te perturbó el viaje, no cabe duda.
—Madre, perdona si te he preocupado. Es solo que ha sido un viaje largo y cansado.
—No me engañas Shenuz, qué quería el rey de ti.
—Solo ayuda para su insomnio, no te preocupes, no ocurre nada.
—De acuerdo, pero si ocurriera algo, ¿es tan grave como para que te haya perturbado así?
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Veneno Alfa: La Montaña Nevada
Ficción GeneralXue Yang y Xiao XinChen junto a Yu Hao y Li Xian se han convertido en enemigos de la Shuruuat, aún quedan cabos sueltos que comienzan a tejer de nuevo una maraña que pretende arrastrarlos al abismo. Es necesario conocer el pasado, mirar a través de...