Capítulo 26: La caída de los dioses.

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La mañana en la que XianDai apareció en el monte Hua Shan era una mañana como aquella. El sol brillaba en el cielo sin que una nube lo habitara. Un azul hermoso donde se recortaba el horizonte sereno y majestuoso. El dios Mo había elegido un día luminoso para dejar en el mundo a XianDai, fruto de su pensamiento y amor, un alfa puro que tanto habían suplicado tener los alfas Wang. Mo complacido por las plegarias, había decidido bendecir al mundo con la presencia de XianDai para guiar a los alfas y desde el principio, puso las manos para que creciera feliz. Los más empeñados en que llegara, la Shuruuat, estaba tan complacida que celebraron por más de un mes la llegada del niño rey, felices de tener al fin un alfa puro que respaldara sus ideas de que el continente debía ser guiado por la mano firme de un rey dios. Pero con los años, XianDai se iba alejando más y más de lo que la SHuruuat quería, puesto que estos estaban tornando la idea inicial en algo corrompido por el poder. Querían a XianDai no para guiarlos a todos, sino para que el rey niño sometiera con su poder a todos los que no estaban de acuerdo con la Shuruuat.

Eso hizo que poco a poco, con la llegada de Xuona al mundo, la idea de sustituir a XianDai por el nuevo príncipe se hiciera más y más firme. Pero no era fácil, así que cuando Wang Xi le contó todo a su padre, este vio la posibilidad de lograr al fin su objetivo aunque hubiera tenido que sacrificar en el camino a su hijo favorito, Wang Xuan, que se había alzado contra ellos según le había contado Wang Xi. Al fin podría ver cumplido su sueño, alentado por el abuelo Wang de dominar finalmente a todos.

Ahora, cabalgando lentamente alejado de XianDai, el conde Kao observaba aquella mañana soleada como la del día del nacimento de XianDai. Era algo poético, el rey moriría en un día similar al de su nacimento y debía ser allí, en el mismo lugar donde apareció, eso le había dicho Wang Xi que seguía la orden del dios Khet.

—Es un día hermoso—comentó XianDai a Wang Xi que cabalgaba a su lado—Un día hermoso en el que verteremos sangre por desgracia. 

—No hay otro remedio si queremos mantener la paz. Mi hermano se culta aquí, tiene un campamento justo en el lugar sagrado de vuestra aparición, como si quisiera burlarse de vuestra majestad al hacerlo.

XianDai asintió pero no añadió nada más. No era de su agrado tener que verter la sangre de alfas en aquel lugar ni en ningún otro. Le apenaba mucho toda aquella situación, pero no podía poner en peligro el reino por un alfa rebelde y criminal como Wang Xuan. Alguien que había raptado a un omega como Nunsaib que era la bondad en persona para solo declara la guerra, no podía quedar sin castigo.

Para la ocasión habían reunido a más de 100 hombres fieles a Wang Xi que desfilaban por los intrincados caminos del bosque de Hua Shan, un bosque antiguo y misterioso cargado de poder ancestral. La luz del sol se filtraba entre las hojas de los árboles sin querer advertir al rey de que algo terrible estaba por pasar. Una oscuridad que no vería llegar y de la que se encargaría el dios Khet que apostaba ocultas sus nubes de tormenta.

Todo estaba planeado al milímetro para que la muerte de XianDai pudiera llevarse a cabo sin que Mo ni el mismo rey pudieran hacer nada para remediarlo. Wang Xi se mantenía sereno, sabíendo qué hacer en cada instante puesto que Khet le había mostrado cómo actuar y cuando. Solo debía seguir su orden de lo demás se encargaría el mismo dios Khet deseoso de derrocar a Mo al fin.

A bastante distancia. YuMu junto al Cazador comenzaban la subida sin que nadie les parara. No debía ser extraño que Wang Xi les hubiera pedido que reforzaran la caza, así que pudieron acceder al monte sin problema. Pero las huestes de Wang Xi y el rey les llevaban mucha distancia y apretaban el paso para alcanzarles antes de que Wang Xi hiciera un movimiento letal contra el rey.

—Podemos seguir el rastro, pero no sabemos a dónde irán. Así no podemos ganar terreno y llegar antes.

—Si fueras un dios y tuvieras que matar a otro dios, ¿dónde lo harías, YuMu?—preguntó Wang Xuan a su maestro.

Veneno Alfa: La Montaña NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora