Capítulo 25: Aliados inesperados.

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Wang Xuan había despertado primero y observaba dormir a Nunsiab. Era una imagen tan hermosa que quería capturarla para siempre en su memoria. Acarició suavemente la mejilla de su omega con una sonrisa tierna y sincera.

-Conejito, ya está amaneciendo, despierta ahora.

Nunsaib se removió entre sus brazos y el Cazador volvió a besarle el cabello.

-No seas perezoso, debemos ponernos en marcha pronto.

-No quiero moverme de aquí, se siente muy bien estar contigo.

-Yo también querría quedarme así para siempre, contigo a mi lado para olerte a cada instante.

-Quedémonos un rato más así.

-Oh, vaya, mírate, eres un príncipe de salón y no un intrépido príncipe que cacé en el monte.

Nunsaib le dio un leve golpe en el hombro a Wang Xuan a modo de protesta.

-¿Eso crees? Pues entonces será mejor que busques a otro conej...

No pudo terminar la frase porque Wang Xuan atrapó sus labios de inmediato para que no pudiera seguir hablando. Profundizó el beso y tuvo que parar o volvería a tener la tentación de anudar a su omega una vez más.

-No pienso dejarte escapar, ya eres mío para siempre, conejito protestón.

Nunsaib comenzó a reirse y a levantarse junto a Wang Xuan. Al poco estaban comiendo en la habitación junto a Xi Luan que había traído algunas provisiones de abajo. Wang Xuan ponía en el plato de Nunsaib las mejores piezas de verdura o carne y Xi Luan los observaba llena de ternura al ver al Cazador desvivirse por el príncipe para que se alimentara bien. No debían demorarse mucho para poder llegar a palacio cuanto antes Ahora debían ver cómo entrar allí sin ser vistos o retenidos y puestos a disposición de Wang Xi.

Entrar en palacio no iba a ser fácil. El Cazador era un proscrito, en cuanto lo vieran entrar por la puerta lo apresarían. Debían entrar por la puerta de atrás, por algún lugar no vigilado. Como proveedores de alimentos, como comerciantes, cualquier cosa podría valer pero aún así, sería muy difícil. Nunsaib podía entrar junto a Xi Luan haciéndose pasar por lavanderas y Wang Xuan como un guardia, en los dos casos, caracterizarse al máximo posible era una prioridad si no querían ser descubiertos. Todo parecía estar en contra de ellos a cada momento pero un rayo de esperanza brilló en su cielo por un instante. Cuando estaban cerca de las puertas de palacio calibrando la situación, vieron un carro que se abría paso entre la multitud. En cuando Nunsaib lo vio reconoció de quién era, Shenuz estaba dentro de aquel carruaje.

-¡Es ella, es Shenuz!-gritó Nunsaib al tiempo que se alejaba de Xi Luan y Wang Xuan.

El Cazador no pudo pararle, se mezcló de inmediato con la gente, el corazón se le paró en aquel instante. Su omega se alejaba de él entre una muchedumbre a la que le costaba esquivar para alcanzarle.

-No te alejes conejito...-susurró devastado.

Nunsaib se abría paso con cuidado de no llamar la atención hasta que llegó al carruaje y se colocó al lado de la puerta. Dio varios golpes antes de hablar.

-Mi señora, ¿no tenéis una limosna para una doncella ciega?

Shenuz arrugó el ceño, algo en aquella voz le resultaba familiar así que retiró un poco la cortina de la ventanilla que tenía el carruaje. Una joven con los ojos cubiertos estaba afuera con una sonrisa encantadora. Esa sonrisa no podía olvidarla de ninguna manera, era el joven príncipe Nunsaib sin duda alguna.

-¡Nunsaib!

-Silencio, nadie puede saber quién soy.

-Entra, deprisa.

Veneno Alfa: La Montaña NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora