Capítulo 15: Bayas azules.

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La tormenta había mejorado pero la lluvia seguía y el amanecer era sombrío y cargado de malos augurios. Nunsaib se despertó poco a poco y por un momento se ilusionó al ver la luz mortecina del exterior que le recordaba a los amaneceres en invierno de Eridan. Oscuros, fríos y silenciosos. Tan silencioso estaba todo que se percató de que el Cazador no estaba allí, últimamente sus sueños eran demasiado profundos y no se percataba de lo que ocurría a su alrededor. Se sentía más indefenso que nunca, más inútil y suspiró desesperado por eso. Estaba solo de nuevo, miró su cuerpo un instante y  se percató que sobre los roces de sus brazos había unas hojas con algún ungüento. Nunsaib los levantó un poco y vio que la piel se había calmado bajo su efecto.

—Aceite de lavanda. A estas horas debe estar curado ya.

Nunsaib levantó la cabeza y vio que Wang Xuan ocupaba toda la entrada con su cuerpo. Era un alfa muy grande sin duda y eso le recordó que no debía contrariarle como había hecho la noche anterior. Pero de su pensamiento a sus actos había un trecho demasiado grande para salvar.

—¿Has matado a ese conejo?¡¿Cómo has podido?!

Wang Xuan llevaba en la mano una rama con el cuerpo de un conejo ensartado que había asado fuera. El alfa miró la carne y arrugó el ceño.

—No pretenderás comértelo vivo.

—No voy a comérmelo de ninguna manera. Es un animal sagrado, no puedes matarlo así. Hay muchos vegetales que podrías haber preparado mejor.

—¿Acaso crees que me mantengo de vegetales? Como mucha carne, de lo contrario ¿Cómo puedo luchar días y días seguidos si no me alimento bien?

—¡Eres un salvaje!

—¡Evidentemente que lo soy, pero este salvaje está intentando mantenerte con vida y no puedo hacerlo si te alimento del aire!

—Pero no deberías haberlo matado de cualquier forma deberías...Aaaaah, es inútil hablar contigo.

—Pues no hables y come de una vez. Salimos ya.

—No voy a comerlo, tiene que haber otra cosa.

—¡POR TODOS LOS DIOSES! Eres muy molesto, conejito. Está bien, hay algo de pan y semillas en los vivieres que nos preparó la chamana. El resto es carne seca para el viaje ¡Come lo que te de la gana!

—¡Eso haré! 

—¡Pues muy bien!

—¡Pues muy bien! Y no me llamo conejito, soy Nunsaib, príncipe de Tinusbel, séptimo hijo, nacido en la luna del lobo y la estrella errante Sila. Nómbrame bien.

Wang Xuan se alejó hasta donde había preparado la hoguera para cocinar y comenzó a comer con rapidez la carne. Nunsaib por su parte buscó en los zurrones que había en los caballos y cogió algo de pan, pero no se sentó cerca de Wang Xuan, al contrario. Se situó bastante alejado sin querer mirar al alfa que comía tranquilamente.

—Es un hereje salvaje como el mismo demonio—susurró para sí.

—¡Que te he oído! Y qué pasa si soy un salvaje, tampoco es que quiera ser otra cosa. Nunca sería un alfa de los de tu clan, un príncipe estirado, elegante y educado. Yo manejo la espada, esa es mi educación. Si eres mi enemigo no tengo nada que hablar contigo, así de fácil. No tengo modales, no se comportarme en los salones ni falta que me hace.  No tengo que agradar a nadie, no soy un adorno, soy una máquina de matar. Así que si lo que quieres es hacerme sentir mal llamándome salvaje, que sepas que me honras y mucho.

Nunsaib no demoró demasiado en comer el trozo de pan entre resoplidos de frustración. Al poco se levantó dando algunos pasos en dirección a la espesura.

Veneno Alfa: La Montaña NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora