10. Días con George

1.8K 38 38
                                    


Catherine

2013

Los días con George y Lupo se habían vuelto mi rutina diaria, solía estar concentrada en mi pequeño bebé la mayoría del tiempo; el primer mes junto a William y mis padres había sido un reto para todos.

Los primero días durmió la mayoría del tiempo, pero cuando se despertaba daba unos chillidos que dejaban más que claro que estaba activo. Solía reconocer mi voz y la de William cuando tomaba su leche, ya que movía los ojos buscando de dónde provenía el sonido, Will como papá era increíble, siempre lo quería tener cargado o que se durmiera en su pecho; lo llevamos de maravilla.

Le dimos su primer baño con ayuda de mi mamá que me fue explicando como teníamos que hacerlo, William tomaba fotos y sonreía orgulloso.

El día que le pusieron sus primeras vacunas los dos lloramos cuando lo vimos llorar a él, como papás primerizos era una sensación totalmente desagradable y no sabíamos si consolar a nuestro hijo o entre nosotros, ese día pasó durmiendo casi todo el día, la pediatra nos dijo que iba a ser algo normal.

Al día siguiente fue todo sonrisas y eso nos dejaba más tranquilos. Mis hermanos y la familia de William solían venir seguido para ver al bebé, era compresible que todos querían ver de él ya que es el primer hijo, sobrino y nieto. Solíamos almorzar todos juntos echando cuentos, hablando de que William estaba asumiendo más responsabilidades en la familia.

En el segundo mes, por las noches por consejo de la pediatra, William hacía que el pequeño George hiciera ejercicios, estirando sus brazos y piernas mientras intentaba que sonriera.

—Estoy tan ansioso de que este pequeño crezca —me dijo mientras movía las piernas de George.

—Disfruta que luego dirás que el tiempo se pasó volando —le respondí mientras me acostaba en mi lado de la cama.

—Es que siento que podré conversar con él de todo, solo mira como suele mirarme cuando le hablo —los mire y solo podía pensar en lo plena que me sentía en este momento.

Me puse a pensar en cómo toda nuestra atención estaba en nuestro pequeño, sumando que William ya había regresado su trabajo y que seguíamos en casa de mis padres; eran pocos los momentos que teníamos a solas.

—¿Cuándo volveremos a casa? —dije y me miró por unos segundos para luego seguir haciéndole muecas a nuestro hijo para que se riera.

—Hasta que encontremos a una persona de nuestra total confianza para que nos ayude con George, sabes que al volver a casa tendremos responsabilidades y ahora tenemos que balancear eso con pasar el tiempo suficiente con nuestro hijo —le sonreí y no le respondí.

Lo único bueno de todo es que William y yo estábamos en el mismo canal. Somos un equipo y de verdad que estaba completamente errada al pensar que hijo no cambiaría las cosas. Sin duda teníamos que encontrar el balance entre nuestra vida como padres, el trabajo y nosotros como matrimonio.

El tercer mes de nuestro hijo se hizo presente en un abrir y cerrar de ojos. Estaba aún más grande y la ropa que solíamos ponerle le quedaba pequeña. Solía estar más tiempo despierto jugando con Lupo en la cama.

—¿Quién es el niño más lindo del mundo? —le dije mientras le hacía muecas para que sonriera. Aprovechaba esos momentos para sacarle fotos.
Luego de un rato, noté que ya era hora de darle de comer, así que acomodé todo para poder estar tranquilos mientras él tomaba leche de mi pecho. Últimamente sentía que solía salirme muy poca leche; la doctora nos explicó que eso era algo común en algunas mujeres, que no debía estresarme, pero sentir que no estaba alimentando bien a mi bebé me hacía sentir una mala madre—. Lo siento, mi pequeño ángel —le dije mientras él seguía tomando lo poco que salía de mi seno. Mis ojos se comenzaron a nublar y tenía unas ganas muy abrumadoras de llorar.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora