"Su primer gran sueño"

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Catherine

2022

Habíamos estado planeando estas vacaciones fuera del país antes de que comenzara la pandemia y el ya poder realizarlas me tenía emocionada. Estaba terminando de arreglar los últimos detalles del viaje en pijama, cuando William entró a mi oficina.

—¿Cuándo vendrás a la cama? —lo miré y se veía cansado.

—Ya estoy por terminar, de todos modos aún es temprano —miré el reloj y ya eran pasadas la una de la mañana—... vale, déjame finiquitar aquí y voy contigo.

Él solo se pasó la mano por la cara y se acercó para sentarse en el sofá que estaba delante de mí. Coloqué los últimos documentos sobre las actividades de los niños y los lugares que quería recorrer de la mano de William.

—Ya, señora perfeccionista —las manos de mi esposo me rodearon por la cintura y di un brinco.

—Solo quiero que todo esté bien y que podamos disfrutar, hace tanto que no teníamos estos momentos fuera —él me giró con sus fuertes manos e hizo que lo mirara a los ojos, esos azulejos que me hacían estar completamente tranquila.

—Todo va a salir increíble —dejó un beso en mis labios—. Vamos a la cama que sabes que no puedo conciliar el sueño sin ti a mi lado y necesitas descansar, hoy cuando salga el sol puedes terminar eso en el avión.

—Sí, necesito descansar —me separé de él dejando todo cerrado en las carpetas y luego lo miré con mis ojos de perrito—. ¿Me cargas?

—¿Qué voy hacer contigo? —me tomó en sus brazos como si no pesara nada, dejé un beso en su mejilla y me escondí en su cuello.

—Es tu culpa por consentirme en todo —se rió por lo bajo mientras subía las escaleras. Al llegar a la habitación, me dejó en mi lado de la cama y él se metió en el suyo. Su brazo rodeó mi cintura y lo sentí inhalar muy fuerte.

—Ahora sí, a dormir —dejó un beso en mis labios y solo me acurruqué en él.

Los niños nos despertaron emocionados por querer salir ya a nuestro destino, así que desayunamos y estuvimos listos para salir; nos pusimos ropa ligera porque iríamos a una de nuestras islas favoritas, María venía con nosotros para que ella también pudiera disfrutar un poco.

En el avión, Louis y Charlotte venían sentados conmigo y con William iba George y María. Los niños no paraban de hablar de todas las cosas que querían hacer al llegar, sentía la mirada de mi esposo cada tanto, así que le hacía ojitos o caras para hacerlo reír.

Lo vi levantarse y ver como le decía algo a María, se acercó a mí y con el mayor de los descaros me tendió su mano; me levanté confundida.

—¿Me acompañas un segundo? —asentí y pude notar que María se sentaba en medio de los niños para poder jugar con los tres.

Caminamos por el pasillo con varias miradas sobre nosotros, nadie se atrevía a decirle nada así que pasamos sin mayor problema por las azafatas y entramos al baño.

—¿William, pasa algo...? —mi pregunta quedó en el aire cuando estrelló sus labios con los míos, mis manos subieron a su rostro pegándolo a mí, sus manos en mi cintura y las respiraciones agitadas.

—No pasa nada —me dijo mientras se abrazaba a mi cuerpo—, solo que no puede resistirme sin darte un beso... me siento raro.

—¿Raro? —tomé su cara en mis manos para examinarlo.

—Seguro es la emoción del viaje, no te preocupes —nos besamos una vez más y salimos de nuestro pequeño escondite.

El viaje fue tranquilo, los niños estuvieron jugando y viendo pelis la mayor parte del tiempo. Al bajar, un carro nos esperaba así que con ayuda de unos señores, subimos para poder ir al resort.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora