Eily
Llega el momento, es el gran día, el partido es en un par de horas. Estoy nerviosa. Sé que he hecho demasiados partidos como para estar nerviosa, pero es que aún no he asimilado que hemos llegado a la final por primera vez.
También sé perfectamente que el equipo contrario no es malo, de hecho, ellas han ganado otras competiciones, y la verdad, siempre las he admirado. Están muy unidas, congenian muy bien todas. Algún día me gustaría que mi equipo se pareciese al suyo. Muchas niñas de mi equipo me caen fatal, básicamente porque la mayoría son unas repipis.
Me estoy poniendo la equipación, la ropa con la que puedo quedar como ganadora, o como subcampeona. Quién sabe. Yo tengo mucha confianza en mí misma, pero, no tanta en mi equipo. Aunque estos días hemos estado entrenando muy seguido y durante más tiempo, probablemente se note una mejora.
Mi hermano me llama desde abajo. Su coche estaba estropeado aún, tenía cita con el mecánico el lunes, ya que los fin de semana no trabajan, al parecer. En un momento ha pasado cerca de una hora. Tengo que estar a las cinco de la tarde para hacer un calentamiento en serio. Quedan veinte minutos, tenemos que salir ya.
Cogí mi mochila con todo dentro: mi botella de agua, cintas para el pelo que me compré hace poco, coleteros, unos snack para después del partido, y por supuestísimo, mis cascos y mi móvil. Quiero hacer una foto si es que ganamos. Sí, sé perfectamente que si ganamos nos hacen una foto, pero siempre salimos horribles ya que estamos muy cansadas. Prefiero que nos hagan una foto cuando estamos todas juntas celebrando un punto.
Bajé las escaleras rápidamente, mi hermano me esperaba en la entrada con los brazos cruzados sobre su pecho, y no solo él, sino también Sabrina, pero no Jace. Que raro, siempre vienen a verme los dos. Supongo que tendría que hacer algo súper importante, porque mis partidos son importantes.
-Hola Sabrina, ¿Y Jace?
-Me dijo que no podía venir, sigue estando igual de raro que siempre.
-Bueno vamos, al final llegamos tarde de nuevo-Dijo mi hermano.
Asentimos a la vez. Fuimos hablando los tres de camino a la parada. Por suerte, Nico conoce muy bien a Sabrina, y además, desde hace bastante tiempo. La verdad que eso ayudaba un poco a que el trayecto no fuese incómodo.
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Llegamos al polideportivo, vimos las gradas con algunas personas ya, me pone nerviosa. No me gusta que la gente me mire mientras me preparo para un partido. Si ya estoy intranquila y con las pulsaciones por el cielo, sumar las personas observándote con atención. Lo peor es que después de mirarte se ponen a hablar entre ellos.
Me despedí de Sabrina y mi hermano, que se dirigieron al puesto de bebida y comida para después sentarse en las gradas.
Bebí un trago de bebida energética, que según mi entrenadora, a veces puede ayudar un poco. Y como a mí no me gustan ni estoy acostumbrada a tomarlas, me pongo más nerviosa aún. En fin, yo y mis historias dramáticas antes de los partidos.
Esa hora pasó terriblemente rápida. Cuando me quise dar cuenta, las gradas estaban repletas de gente aplaudiendo, animando cada uno a su equipo. Una locura. Me agobiaba tanto ruido.
Colocaron la red, nos posicionamos. Me toca sacar a mí. Una de las cosas que odio. Ya que para distraerte algunas personas hacen ruidos fuertes para asustar, o hacen que estornudan, con el fin de que falle. Odio los partidos. Además, las personas que sacan, se llevan las miradas atentas de todo el mundo, hasta de su propio equipo. Y por supuesto, antes de sacar, tengo que echar una mirada rápida a mi alrededor.
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Enamórate de mí, Josh
RomanceEily, como de costumbre, iba al teatro. La puerta estaba ya medio-abierta. Fue a la biblioteca y comenzó a leer, algo normal. Escuchó pasos, alguien apareció en la puerta, y desde aquel momento, toda su vida fue un desastre, de mal en peor. ¿O no?