25. Una traición confusa y no tan oculta.

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Sabrina solo iba conmigo a las clases de filosofía. Así que el resto del día estuve separada de ella y de Ann. A veces no tener más amigos en clase a parte de los importantes era estresante. No tenías con quién hablar, con quién hacerte fotos random en clase, nada. Lo que peor llevo es lo de hablar. Pero lo de hacer fotos a veces se echa en falta. Llevamos haciendo eso desde que entramos en el instituto. Y aunque hemos cambiado mucho, en ese aspecto aún no. Y no creo que lo hagamos. De hecho somos muy buenas estudiantes, lo único que nos perjudica a veces es nuestro comportamiento. Ya que no sería la primera vez que nos expulsan o nos ponen alguna sanción por usar el móvil o no callarnos. 


Estaba en el descanso. Resultaba que hoy la clase de Sabrina y Ann tenía una excursión a las diez y media, lo que significaba que estaría más sola que la una, en resumidas palabras. 

Fui a la cafetería para matar el tiempo. Compré un café, mi favorito, que por suerte vendían allí, y me dirigí a una mesa vacía. 

Por suerte me acordé de traerme un libro y mientras comía y bebía algo podía leer y entretenerme un rato. Ya iba por el cuarto libro de la saga, y la verdad que echaba de menos poder leer en silencio en la cafetería. Por suerte no estaba ni Jace en el instituto ya que él también era de la clase de Sabrina y Ann. Yo era la única rarita de la otra clase en el grupo. 

Estuve leyendo todo el tiempo. Los cuarenta y cinco minutos de descanso se estaban acabando, y aún me quedaba la mitad del café, mierda. 

No sé si se podía comer o beber en clase, pero nunca he visto a nadie hacerlo. Y aunque el instituto es muy permisivo, no lo sabía. 

Decidí arriesgarme ya que por un parte más no creo que pasase nada. 

Entré al pasillo, mientras leía y tomaba café. Nadie me miraba raro, eso creo que era bueno. Nadie me miraba mal ni extrañado. Creo que estaba permitido. 

Llegué a mi clase y me senté, hipnotizada por el libro, como de costumbre. 

La profesora de literatura entró, y me miró, pero no sé si vio el café ya que estaba escondido detrás de mis cosas. Mi clase era un poco ruidosa siempre que había lengua ya que la señora lo único que se dignaba a hacer era a dar una breve explicación y mandar ejercicios para clase. Así que seguí bebiendo mientras hacía los ejercicios. 

No me di cuenta de su presencia hasta que me giré a mirar el libro de texto por un momento. 

-Hola Eileen, ¿Te puedo pedir un favor?

-Sí claro dígame. 

-Puedes ir a jefatura a por unos documentos míos que están guardados en mi cajón del escritorio por favor. Le dices a Lola y al director que te he dado permiso yo. 

-Sin problemas. 

Salí de mi clase y me fui por el camino largo. Pasé por los baños, me di unas vueltas y llegué a jefatura. 

-Hola buenos días, vengo de parte de Isabel, a recoger unos documentos suyos-Dije al conserje. 

-Bien, pues ve a la oficina. 

-Vale. 

Y antes de entrar escuché un susurro que contenía mi nombre. Me giré y vi a Josh sentado en los sillones de jefatura. 

-¿Qué haces ahí?

-La de filosofía, no le gustan mucho los altavoces, y el proyector no se veía muy bien. 

-Que recuerdos cuando hacía yo eso en clase, ahí no le tenía vergüenza a nada, por desgracia, ha cambiado. 

-Sabrina sigue siendo la misma entonces. 

Enamórate de mí, JoshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora