23. Sorpresas que delatan.

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Eily

Mi hermano es idiota. Pensar que había elegido el camino fácil después de todo el esfuerzo y empeño que le había puesto a todo, y que no tenía nada más que hacer, solo la selectividad, el último empujón. Y por simple miedo de no llegar, aceptar la propuesta de mi padre, después de haber estado sacando muy buenas notas toda su vida, y creía que no iba a aprobar selectividad. 

Sé que él puede hacer lo que quiera y respeto su decisión, no voy a interferir en ella cuando han pasado años desde que aceptó y está trabajando en su empresa. Pero tengo derecho a dar mi opinión, y pienso que es un completo idiota. 

Había tenido otra de mis pesadillas, ya estaba acostumbrada a ellas. Después de todos los traumas que me causó mi padre, y lo mal que me hizo sentir muchas veces por cosas en las que yo no tenía la culpa, han repercutido mucho en mi mente. Aunque había mejorado mucho. Fui a una psicóloga durante un tiempo para tratar la depresión leve que tuve, también los sueños, pero no conseguimos nada. Sin embargo, con el tiempo me he acostumbrado y ya no me importa soñar con ello. 

Pensar en eso me había hecho perder tiempo de sueño, y que sonase la alarma sin que yo me lo esperase. 

Yo soy de esas personas que no se arregla mucho para ir a clase, le importa más bien poco su imagen, aunque bueno, depende del momento. Y tenía las alarmas ajustadas al tiempo que tardo en hacer cada cosa: Mi primera alarma suena a las siete en punto, en cambio, me quedo durmiendo, o al menos en la cama, hasta y media. Me levanto, y como por la mañana tan pronto no me entra nada, no desayuno, y así pierdo menos tiempo. De y media a menos veinte tengo que vestirme, y si me da tiempo peinarme. Luego de menos veinte a menos diez me lavo los dientes, cojo mis cosas y preparo mi mochila. Depende del día a veces salgo a menos cinco o a las ocho en punto, pero siempre llego a clase. 

Sí, sé que no desayunar es algo un poco raro, muchas veces he sentido que me iba a desmayar, o me dolía mucho la cabeza, ya que también duermo poco normalmente. Pero no me gusta comer tan pronto, mi estómago se cierra, y no cabe nada. Aunque no te voy a negar que a veces salgo de casa con ganas de comerme una tostada, pero me las aguanto, no quería perder tiempo en eso. 

Me dormí un poco más y a media ya estaba levantada, hoy no tenía tanto sueño. Me preparé rápido, así que me dio tiempo a leer algo de un libro electrónico en mi móvil. Aunque bueno, eso es lo que hago siempre en el bus. Siempre voy leyendo Wattpad o algún libro electrónico. 

Me despedí de mi madre, que en un rato saldría al trabajo, y salí disparada a la parada del bus. Hoy tardó poco en llegar, y me estuve dando cuenta de que eran menos diez y ya estaba montada en el autobús. No me lo podía creer, tan pronto. Por eso no estaban Jace y Sabrina, aunque bueno, con Jace no íbamos a estar, eso estaba claro, después de lo del parque de atracciones no tengo nada que hablar con él. 

Estuve leyendo, y se me hizo corto el viaje. Después caminé un poco más de lo que debía, aunque seguía llegando pronto. Me gusta ir escuchando música mientras voy por la calle. Y también leer, lo que pasa que no quiero estamparme con un árbol o con una farola mientras camino, sino leería demasiado, lo tengo bastante claro. 

Llegué al instituto, la entrada estaba casi vacía. Entré y fui directa a mi clase. Dejé la mochila y me fui a la biblioteca. Me enteré de que habían sacado un modelo de revista, y también recordé que tenía reunión a tercera hora, y que probablemente me lo enseñarían, pero no me podía aguantar las ganas de ver de nuevo un relato mío ahí plantado. Y que la gente me felicite. Por suerte en mi instituto mucha gente leía la revista y se agradecía bastante. Me alegraba ver como la gente hablaba de distintas secciones de ella, o de algunas cosas de las que hablaron por escrito.

 En cambio, en mi antiguo colegio, solo había gente que molestaba, y que no hacía nada. Y yo no me considero la mejor estudiante del mundo, porque apruebo, pero tampoco saco las mejores notas. Sin embargo, en comparación con algunas personas de mi clase de mi antiguo colegio, era muy buena estudiante. Y daba por hecho que no leían nada que proponían los departamentos. Yo tampoco me interesaba por muchas cosas, solo por lengua y literatura, y a veces por historia. 

Mientras caminaba estaba pensando en todo esto, me traían buenos recuerdos algunos amigos que tenía allí, aunque no eran muy buenas influencias que digamos. Por suerte, nunca me dejo cambiar por la gente, por muy amigos míos que sean. 

Aún sigo hablando con una de ellas, y es Ann. Ella y yo nos llevábamos muy bien en el otro colegio a pesar de que todos nuestros amigos se llevasen mal entre ellos. Por suerte, ella se cambió al mismo colegio que yo, y seguimos hablando, hasta tal punto que Sabrina también quiso conocerla. 

También recuerdo cuando yo pensaba que se veían por primera vez, y no, ya se conocían de antes. Sus madres eran muy amigas, y creo que lo siguen siendo. 

Por supuesto recuerdo cuando Sabrina me dijo en los baños del parque de atracciones que Ann se le había declarado en la lanzadera, y ella la rechazó, sabiendo perfectamente que se gustaban. Y no es que alguna de las dos me lo hubiese dicho, sino que se notaba, se sabía. El ambiente entre ellas era diferente al que tenían conmigo. Y no me quejo, solo lo digo como observación. 

Estaba en la biblioteca. Volví a la realidad, dejé de pensar en el pasado. Nadie me había visto llegar hasta allí. Entré con las llaves que me dejaron los de la revista para entrar cuando quisiera. La verdad no sé por qué confían tanto en los alumnos. Puedo parecer muy buena, pero me estoy colando a primera hora en la biblioteca para ver algo que veré en dos horas, y que ningún alumno más la ha visto tampoco. 

Me quise echar hacia atrás en cuanto entré, pero ya era tarde. Estaba oscura, pero gracias a la poca luz que entraba de las persianas casi totalmente bajadas, pude ver una figura al fondo del todo. Enseguida cerré la puerta con un fuerte golpe, respiré dos segundos, volví a entrar y encendí la luz. No me lo podía creer. 

Primero que todo no me esperaba ver a nadie aquí, y menos ahora mismo. Teniendo en cuenta que nadie de la revista me había informado de que ningún alumno más tenía las llaves. 

Estaba en una de las mesas del fondo. Y aunque la biblioteca fuese enorme, se podía observar entera casi con detalle, por eso pude ver a alguien al fondo. Al parecer, la figura estaba sentada mirándome fijamente, y de vez en cuando, volviendo su cabeza hacia el ordenador para escribir algo. Me ponía muy nerviosa. 

Pude ver su mochila en el suelo, y ya con eso, pude reconocer a la persona completamente. 

Enamórate de mí, JoshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora