30. Una desgracia inesperada.

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Bajamos a desayunar en silencio, aunque al menos no fue de esos incómodos. 

Quise agradecer lo que había hecho, quería darle las gracias, pero las palabras no salían de mi boca, no podía hablar. Tenía un nudo en la garganta que no podía desatar. 

Llegamos a la cocina, a la que no había entrado aún. 

-Gracias-Dije sin saber ni siquiera cómo pude. 

-No hay de qué, solo es un idiota y es lo que hay. Yo defiendo a las personas, no te lo tomes como si hubiese hecho algo...Grandioso, lo haría por cualquiera. 

Auch. Eso me dolió un poco. A veces, y no entendía por qué, cambiaba de humor drásticamente, y me hablaba borde, o directamente ni lo hacía. Le miré con algo de dolor, a lo que él respondió con una mirada inexpresiva, una mirada que no podía leer. Había puesto una especie de muro que hacía que no pudiese ver a través de él. 

-¿Estás bien?

-Sí, estoy bien-Dijo sin siquiera mirarme. 

Bien, si quieres jugar, empecemos. Me quedé callada en todo el desayuno, no dije nada. Cuando acabé, dejé las cosas en el fregadero y salí de la cocina. Le miré de reojo y estaba impactado, creo que no se lo esperaba. 

Noté que me agarraba de la muñeca con delicadeza, no de la misma manera en la que lo hizo Jace la otra vez. Me puse nerviosa, como de costumbre.

-Creo que no se te da muy bien jugar a esto. 

-¿Y para qué empiezas?

-Lo siento, yo...Mira perdón, ya está, no sé qué explicación darte. 

-¿Celoso? Josh Fenner celoso, lo he conseguido.

-No te confundas, sé perfectamente que ese Paul es idiota.

-Pues que pena, porque si no fuese por ti igual habría acabado hablando con él otra vez. 

-No me digas que eres de esas personas. 

-Creo que las personas cambian, y sé que Paul no lo hará, pero antes de que llegaras tú, creía que si lo hacía. 

Con eso le dejé impresionado, más aún. Me solté de su agarre y me dirigí hacia las escaleras. No estaba enfadada, sólo quería dejar claro que en esto tengo el control, aunque cada vez que me toca aunque sea el hombro, el corazón me empieza a latir descontroladamente y amenazante con salir de mis costillas. 

No pensé que me seguiría, y volvería a hacer lo mismo que ayer. Me agarró de la cintura y me elevó en el aire para sostenerme como si fuera un bebé.

-¿Tienes que hacer esto siempre?

-No es mi culpa si vas lento. 

-No es mi culpa tener estas piernas tan cortas. 

-No es mi culpa que seas tan pequeña-Dijo mientras me tocaba delicadamente la cabeza con su mano. 

Le miré mal, pero por desgracia, no era el único que se burlaba. Sabrina y Jace también lo hacen, Ann también lo hace. En fin, lo he pensado siempre, soy el punto de burla para mis amigos. 

En cuanto llegamos arriba me escabullí de sus brazos y salí corriendo a su habitación. Sacándole la lengua le dije:

-Pues para ser pequeña me muevo bastante rápido. 

Me miró y comenzó a reír, no entendía de qué se reía. Le miré confundida. 

-Eres demasiado inocente, me lo has dejado muy claro-Dijo entre otra carcajada. 

Enamórate de mí, JoshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora