CAPÍTULO 1

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Llevaba media hora arriba y abajo por casa. Coral, mi mejor amiga, tenia la casa echa un desastre y siempre me era imposible encontrar mis cosas a la primera.

Finalmente después de tanto correr encontré mis pendientes y mi reloj. Tenia que llevarlos siempre conmigo.

— ¡Coral! Hazme el favor de ordenar la casa hoy que tengo turno hasta por la noche. — Grité.

Escuché como ella me contestó con un murmullo, eso significaba un si. Aunque hasta yo sabía que haría lo mínimo y que lo que quedaba me tocaría hacerlo a mi.

Salí con mi mochila que llevaba mi ropa para cambiarme antes de salir, y corrí lo más rápido que pude hasta la cafetería, estuve a nada de llegar tarde por culpa de la gente que se me ponía en medio.

Salude a Oliver y a Bianca, mis compañeros, y fui a dejar mis cosas. Me mire al espejo que había en el baño y me hice una coleta alta para que no me molestara el pelo al servir y al preparar los pedidos. Además, de porque me quedaba genial.

Hoy no había mucha gente, y lo agradecía. Hoy no era mi día, había dormido fatal por culpa de Coral, que se trajó a casa una chica por la noche e hicieron cosas que no quiero nombrar.

A veces la confianza llegaba a dar un poco de asco, pero a fin de cuentas, era mi mejor amiga y la quería mucho.

Bianca y yo nos poníamos a hablar cuando veíamos que no venía nadie, o que nadie necesitaba nuestra ayuda. A fin de cuentas era extraño, todo esto siempre estaba a rebosar. Una cafetería en el centro de Roma suele estar siempre llena.

La puerta se abrió y vi a la chica que muchas veces solía venir con aquel chico tan mono de pelo largo que se sentaba siempre en el fondo.

Ella se acercó a la barra alegremente y empezó a pedir.

— Puedes ponerme un café normal y... — La corté.

— Un capuccino con una croissant. — Finalicé.

Ella me miró sorprendida y elevó las cejas.

Era imposible no saber lo que quería ese chico. Llevaba meses viniendo y siempre era el mismo pedido.

— Que estudiado lo tienes.

Yo reí ligeramente.

— Viene todas las semanas, aquí todos ya tenemos fichado a tu amigo. — Contesté mirándola.

— Es normal, dice que le encanta este lugar.

Yo sonreí ligeramente. Menudo alago a los que trabajábamos aquí, sinceramente.

Charle un poquito más con ella mientras el chico de pelo largo llegaba.
Era más amable de lo que me pensaba, esa mujer rebosaba alegría por todos los poros de la piel. Además, era muy habladora.

Cuando su amigo llegó, nos despedimos ya que no podía quedarme hablando con ella todo el día ya que seguramente Bianca me echaría la bronca. Vi que me había dejado un papel con su número.

Victoria de Angelis,
+39 675*******

Le guiñé el ojo a los lejos mientras se sentaba con su amigo, el cual me miraba de reojo y disimuladamente.

Mientras ordenaba la barra los miraba a ratos. Ella era muy guapa, era innegable. Su pelo rubio y ojos azules la hacían verse como una princesa. Pero es que el, era precioso. Su pelo oscuro como la noche y los ojos igual. Además, la postura y comportamiento tan correcto que tiene. Era todo un hombre hecho y derecho a simple vista.

Y si, a simple vista, porque nunca se sabe como puede ser la gente y por eso es mejor no dejarse guiar por las apariencias.

A media tarde se fueron. Ella me saludó a lo lejos y él me dedicó una ligera sonrisa.

Que monos.

Acabé de limpiar las mesas a eso de las ocho de la tarde, justo a y media cerrábamos.
Oliver salió media tarde ya que el ya estuvo todo el día, así que no estaba con nosotras. Con Bianca y conmigo.
Bianca estaba acabando de recoger las tazas, platos, cucharas, etc...

— Lina, sabes que no suelo llamarte la atención, pero soy tu supervisora aquí, y no me gusta que te pongas a hablar con los clientes como si no tuvieses nada más que hacer, cuando si hay cosas que hacer. — Comentó Bianca acercándose a mi.

Bianca además de ser mi compañera, era la supervisora de esta cafetería, ya que el lugar era de su madre, la jefa.

Asentí y no quise decir nada. Ella y yo nos llevábamos demasiado bien, y no quería arruinar nada.

Ella me dio dos besos y se fue, dejándome a cargo de cerrar la cafetería, la cual estaba totalmente en silencio y daba un poco de miedo, pero por suerte cerré rápido y pude irme.

Cuando llegue a casa vi que Coral sí que había recogido, pero solo lo superficial, como ya era obvio. Cansada acabe de recoger lo que quedaba, porque efectivamente ella en sus días de fiesta no pasaba apenas por casa hasta por la noche, y siempre era acompañada de alguien. Un día podía ser una mujer y otro un hombre, con ella nunca se sabía.

Me hice la cena solo para mi porque supuse que ella no vendría a cenar. Ya se apañaría cuando llegará.

Menos mal que tenía turnos de tarde, porque vivir con ella es no dormir por la noche por cualquier motivo.

Recogí el mini desorden que había montando y me encerré en mi habitación. Cogí el libro que tenía encima del escritorio, me tapé, encendí un cigarrillo y me puse a leer hasta que me entró el sueño.

Al mismo tiempo que deje el libro, Coral apreció por casa, y era obvio que iba acompañada porque se escuchaban murmullos de otra chica.

Negué con la cabeza, y me coloqué bien en mi cama. Esta noche pensaba dormir bien, así que esperaba que estas dos decidieran comportarse esta noche. Necesitaba menos ruido.

Me costó muchísimo encontrar la posición perfecta para dormir, como siempre. Tiré casi todos los cojines de la cama al suelo, porque no había manera de conseguir que estuviese cómoda.

Me frustre, hasta que en el peor momento encontré la mejor posición, y por fin me quede totalmente sumida por el sueño.

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora