CAPÍTULO 6

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Volví a la cafetería a la semana siguiente. Las cosas seguían igual, nada había cambiado.

Hoy estaba en ambiente relajado. Ni mucha ni poca gente, la justa para no estresarme.

Estaba limpiando la barra cuando vi a Damiano entrar por la puerta de la cafetería con dos cascos de moto. Se acercó a la barra y dejo uno de ellos encima.

— Toma el casco. Cuando salgas avísame, que pasaré a recogerte porque vamos a cenar todos juntos esta noche, y no nos vale un no por respuesta.

No dije nada, no esperaba que se presentase a invitarme a cenar. Al menos, sabía que esta noche iba a ver a Ethan.

Damiano se fue dejando el casco ahí encima, y lo metí rápido entre mis cosas. No quería que Bianca me pillara y me echara la bronca.

...

Media hora antes de salir de trabajar, avise a Damiano que me viniese a buscar a la hora que le había dicho. Menos mal que hoy cerraba yo, no quería llamar la atención subiéndome a la moto de Damiano.

Cuando quedaban quince minutos y ya estaba completamente sola ahí, la puerta se abrió, era obvio que era Damiano, pero no podía presentarse así como así, como si estuviese en su casa. Cualquiera que viera la situación desde fuera podría delatarme o algo por el estilo.

— Damiano, no entres como si estuvieras en tu casa, porque si te ven, seguro me echaran. — Exclamé enfadada.

Damiano suspiró y dejó un par de prendas encima de la barra.

— Cállate y vístete. Coral me ha dado estas prendas para que vayas guapa, según ella.

Miré las prendas mientras acababa de guardar las tazas. Era mi vestido negro y mis medias de rejilla. Como amaba a Coral, ella sabía que eran mis prendas favoritas.

Acabe más rápido de lo normal mientras el cascarrabias de Damiano estaba sentado en la barra sumido en su móvil.

Me puse el vestido, y aquellas medias. Llevaba unas bambas como zapatos, pero quedaban muy bien con lo que llevaba, así que no me quejé de que no pegaban nada de nada.

Salí de ahí con mi mochila en mi espalda, y le llamé la atención a Damiano.

Fuimos hasta su moto, pero antes, sacó una chaqueta y me la tendió.

— Atatela en la cintura. Se te va a subir el vestido en la moto y dudo que quieras que media Roma te vea el culo.

Reí ante eso, y a él se le escapó una ligera risa que hizo que me riera aún más.

Mira, si al final eres majo y todo, Damiano.

...

Llegamos a una casa a las afueras de Roma. Una casa un tanto rural.

Bajamos de la moto, y Damiano, muy caballeroso me abrió la puerta de la casa.

Un ligero olor a pasta entró por mis fosas nasales, y ese mismo olor me guió hasta la cocina de aquella casa.

Divisé el cuerpo de Ethan, de espaldas cocinando.

— Se que estas ahí, Elina.

Menuda habilidad.

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora