CAPÍTULO 15

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Narra Elina:

Llegar a casa andando se me hizo muy cansado. Estaba muy mal acostumbraba ahora a que me llevaran el coche. Pero bueno, a fin de cuentas, era para una buena causa.

Subí las escaleras de aquel edificio sumida en mis pensamientos. Cuando llegue a la puerta me prepare mentalmente para lo que tendría que afrontar ahora.

Giré mi mano y abrí la puerta. Me encontré con Coral mirándome fijamente con cara de pena.

Joder, esto me iba a costar mas de lo que pensaba.

— Te lo juro que lo siento, Elina. No queríamos que vieseis que a nosotras nos iba tan bien y a vosotros tan mal. — Suspiró. — Simplemente porque no queríamos que os martirizarais.

Suspiré.

— ¿Puedes dejar de preocuparte de cosas que no sabes y no puedes controlar, Coral? Tienes esa gran manía a veces que tanto me revienta. — Me queje.

Ella asintió. Asumió que era verdad.

— Pero no puedo enfadarme contigo. Ni siquiera intentarlo. Enfadarme con la única persona que me queda, ademas de Ethan, Victoria y Damiano, sería lo peor que puedo hacer.

Ella sonrió tiernamente y me abrazó fuertemente.

— Estoy segura de que ninguno de nosotros va a ser capaz de abandonarte, porque te conozco, y te digo esto porque se lo que estas pensando.

Se me hizo un nudo en la garganta tras esas palabras. Que bien me conocía.

Sabía que siempre que estaba al borde de algo mal, me recorría el cuerpo una sensación de miedo, de miedo al abandono.
Desde mis padres, ese había sido unos de los traumas que se me habían quedado grabados en la mente. Esa sensación de miedo, que por reaccionar o actuar de cierta manera, la gente iba a huir de mi, o me iba abandonar.

— Te quiero tanto, Cori. — Susurré.

— Sabes que yo también. — Susurró ella.

Y personas como ella eran las que agradecía cruzarme por el camino. Personas que son como pilares, que son tu lugar seguro, que son tu hogar, definitivamente.

Aquel momento fue interrumpido por el horrible sonido del telefonillo. Nos miramos extrañadas porque no esperábamos visita, pero a Coral le cambió la cara cuando vio quien era por la pequeña pantalla.

— Son Victoria y Ethan. ¿Les abro?

No sabía a qué venían. Pero si eran ellos dos, podían venir cuando quisieran, así que les abrimos.

Victoria llegó corriendo y me abrazó. Pidiéndome perdón, casi suplicándome. Tuve que calmarla, y después decirle que aceptaba sus disculpas.

...

No se como ni cuando, pero acabamos todos juntos en casa bebiendo. Thomas y Damiano se habían tomado la molestia de dejar lo que estaban haciendo para venir a vernos.

Thomas estaba igual de alegre que siempre. Amaba a este chico y la juventud que derrochaba por todos los poros de su piel. Mientras, Damiano estaba concentrado en su móvil, hablando con vete a saber quien. Apenas hablaba con nosotros.

El alcohol empezó a ser más y más a medida que pasó la primera hora. Iban todos hasta el culo, hasta Ethan, el que no solía beber. Yo estaba normal, sin más, igual que Damiano.

Victoria empezó a reírse muchísimo y a meterse con Damiano, el cual solo asentía. Pude ver la rabia cuando ella le arrebató el móvil de las manos y se puso a leer en voz alta lo que estaba en el móvil de Damiano.

— Te echo de menos, cariño. — Se burló Victoria con un tono simulando la voz de Damiano. — Yo también. — Se burló otra vez, pero esta vez con un tono más agudo, es decir, de chica. — Dios, Damiano, ¿tan enchochado estas de Giorgia?

Damiano furioso le arrebató el móvil, cosa que le causó risa a todos menos a Ethan, a Damiano y a mi. Al parecer que Ethan estuviera hasta el culo, no lo hacía perder la compostura.

Vaffanculo, Victoria.

Agarró su chaqueta y se fue dirección a la puerta casi corriendo. Yo desesperada me levante a por el, y lo seguí prácticamente corriendo escaleras abajo.
Cuando llegamos al portal, casi lo alcancé.

— ¡Damiano! ¡Para, joder!

El paró en seco y se giró para mirarme.

— ¿Tu también vienes a reírte?

Nunca había notado ese tono en el. Era un tono de pena, y un poco de tristeza. Si que se había pasado Victoria.

— No, claro que no. Vengo a saber si estas bien.

El negó. Que tonta, era obvio que no lo estaba. Me acerqué un poco más y lo agarre del brazo.

— ¿Quieres que hablemos? — Sugerí.

El levantó los hombros en signo de indiferencia. Tenía que devolverle el favor consolándolo yo ahora a él, como él había echo conmigo.

— ¿Nos acercamos la fontana y charlamos ahí? — Volví a sugerir.

Él indicó con la cabeza que le siguiera. Le había gustado mi idea. Cogí mi móvil y rápidamente avisé a Ethan, esperaba que estuviera más lúcido.

Llegamos a la fontana y nos sentamos en el suelo. Justo murándola de frente.

— Habla, Damiano. Cuéntame lo que te pasa.

El antes de todo, sacó un cigarrillo, y me tendió otro a mi. Con un cigarrillo se hablaba mejor.

— Estoy conociendo a una chica desde hace meses. Se llama Giorgia. Te lo juro que es la mujer más preciosa que he visto en mi vida. — Suspiró. — Está como echa perfectamente para mi.

Sonreí. Que bonito era ver a alguien enamorado perdidamente.

— Victoria sabe quien es, de hecho, la conoce personalmente. Desde que empecé a hablar con ella siempre se ha metido conmigo por estar tan coladito por ella, y a veces me molesta demasiado. Me revienta que sea así.

Suspiré. Lo entendí perfectamente.

— No se quien es esa tal Giorgia, pero dile que yo también la quiero por cuidar tan bien de ti. — Musité mientras vi que él sonreía ligeramente. — Y Victoria, joder, últimamente no se que le pasa. Pero yo se que en el fondo no es así.

Los dos suspiramos.

— Giorgia es idéntica a ti. Es atenta, detallista, risueña, preciosa y muchas cosas más. Deberías conocerla algún día.

— Preséntamela, que no te cuesta. — Me quejé riendo.

— Vive en Milán, está un poco lejos que digamos.

Reí por lo tonta que había sido.

Decidimos movernos al rato de allí. Durante el camino el me hablo más de ella. Agradecí que se abriera conmigo. Amaba a la gente como el.

Cuando abrí la puerta de casa, me encontré con Ethan sonriéndome. Lo abracé y el beso mi cabeza.

— Gracias por salir a hablar con el, cariño.

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora