CAPÍTULO 43

324 24 0
                                    

El tiempo aquí pasaba demasiado rápido. En poco, ya llevábamos dos meses en Londres.

Habían sido dos meses imparables. Ellos componiendo y yo escribiendo. Estábamos todos súper ocupados.

Yo, me había quedado madrugadas escribiendo todo aquello que me venía a la cabeza. Ethan se preocupaba por mis horribles horarios de sueño, pero se fue acostumbrando.

Ellos, habían compuesto un montón de canciones ya. Todas eran preciosas, pero había una en especial que me encantaba. Una que Damiano le había dedicado a Giorgia.

Había estado con él aquella noche que escribió algunas de aquellas palabras. Según el, necesitaba alguien que le diese calma, y su mejor opción fui yo.

Lo vi frustrado, y llorando. Jamás lo había visto así. Pero lo consolé, porque aquello que estaba haciendo, era realmente bonito. Duras horas escribiendo, estaba segura de que serían recompensadas con bonitos resultados.

— ¿Estas segura de que te gusta? ¿Es muy cursi? — Se quejó frustrado.

Negué y lo abracé por los hombros.

— Déjate de tonterías, Damiano. Plasma todo aquello que sientas, plasma aquello que sabes que le gusta. Estoy segura de que con lo bonita que es Giorgia, le encantará. — Suspiré. — Y te lo digo de todo corazón, de escritora a letrista.

Damiano suspiró y se dejó caer en mi regazo. Me daba un poco de pena verlo frustrado.

— Te quiero muchísimo, cascarrabias. — Susurro dejando un beso en mi muñeca.

A mi se me encogió el corazón de ternura. Era la primera vez que me lo decía tan directamente, y la primera vez que se sentía tan real.

— Yo también te quiero, mi querido letrista.

El volvió al trabajo. Yo lo miraba con todo el aprecio del mundo. Ser letrista era algo duro. Demasiado duro.

...

Las tres de la mañana. Habíamos estado hasta esa hora sentados en el sofá del salón.

Llegue a la habitación y cerré la puerta con cuidado. Ethan dormía como un niño pequeño.

Con cuidado me metí en la cama, y sus brazos no tardaron en acercarme a él. No estaba dormido.

— ¿Que tal lo lleva?

— Digamos que bien, aunque está un poco frustrado.

Ethan suspiró.

— Damiano escribe muy bonito, y me duele ver a mi mejor amigo tan frustrado. — Se quejó Ethan.

Me deje caer en el pecho de Ethan suspirando también.

— Ven con nosotros una noche de estas, quizás tú compañía también le viene bien.

Ethan asintió y me abrazó aún más fuerte. Estaba decidido a irse a dormir. Así que yo imite su gesto.

...

Otra madrugada más. Pero esta vez Ethan estaba con nosotros. Mientras Damiano escribía, Ethan estaba apoyado en mi regazo, jugando con mi pelo.

Vimos a Damiano dejar de lado lo que estaba haciendo, tirar la cabeza hacia atrás, y sonreír.

— Creo que ya lo tengo.

Ethan no tardó en levantarse de mi regazo y arrebatarle de las manos lo que había escrito.

Tres minutos contados tardó en leerlo, tres minutos eternos en los que Damiano estaba más nervioso que nunca.

— Joder, esto es demasiado bonito. — Murmuró Ethan. — Creo que voy a llorar.

Me lancé encima de Ethan. Le arrebaté aquello.

Me puse a leer detalladamente cada palabra que había escrita. Cada verso, cada estrofa.

Y yo si que acabe llorando.

¿Como una persona podía sentir tanto?

No solo llore por lo bonito que era, si no por lo identificada que me sentía con la letra. Me sentí mal por Giorgia, ahora sabía que nuestras historias eran muy similares.

— Si te sientes identificada, no es nada extraño. Vuestra historia es un tanto parecida. Así que tomate esto como una canción también para ti, para vosotras dos.

Me lancé a abrazarlo. No era consciente de lo mucho que lo quería. Cuando me separe me besó la frente y me sonrió.

¿Acabamos celebrando bebiendo? Pues la verdad es que si.

No se nos fue de las manos, pero un poco mal acabamos. Los demás, no se habían ni enterado.

A eso de las cinco de la mañana, volvimos a las habitaciones. Estábamos muertos de sueño. Ethan me abrazó como la noche anterior. Sabía que iba a conciliar el sueño demasiado bien.

— Gracias. — Susurró.

— ¿Porqué?

— Por ser una inspiración para muchos. Por que a pesar de todo lo malo, eres lo más bonito que hay.

Se me llenaron los ojos de lágrimas ante sus palabras. Me decía cosas muy bonitas.

— No eres consciente de lo que nos inspiras a todos, de las ganas de vivir que nos das. Hemos aprendido contigo, que siempre hay que seguir adelante, mi musa.

Mi musa.

Esas palabras se me quedaron clavadas en la cabeza. Esa noche al completo se me había quedado grabada.

Ser la musa de alguien, la inspiración de alguien, era algo que conllevaba demasiada responsabilidad, y que yo no era consciente que llevaba cargando encima desde que nos conocimos.

Porque yo era su musa, pero él para mi era también mi inspiración.

Y esa noche tuve clara la dedicatoria que iba a añadir al principio de mi libro. Del redactado de mi historia.

"A ese grupo de amigos que me acogió como si fuésemos amigos de toda la vida. Porque me hicieron sentir que había encontrado a mi familia de verdad, y que había encontrado mi lugar en la vida.

Porque sois lo que más quiero, y porque viviría una y mil vidas a vuestro lado."

Cuando Ethan concilió el sueño y su respiración era lo único que se escuchaba, un par de lágrimas cayeron de mis ojos.

Quería estar bien, quería dejar todo lo malo de lado. Quería dejar de estar atendida por alguien que velara por mi bienestar, mi querido psicólogo, el cual también adoraba por haber sido tan buen profesional.

Sequé mis lágrimas con mi brazo, y abracé más fuerte a Ethan. Su calor me daba la seguridad que había perdido estos años.

La seguridad que todo el mundo necesita para saber que de verdad lo quieren.

Era increíble como tan solo una persona, una jodida persona, podía brindartela. Como todo gracias a esa persona estaba seguro.

Lo quería muchísimo, más de lo que quizás él podía imaginarse.

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora