CAPÍTULO 5

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Narra Elina:

Me revolví en mi cama. Me dolía la cabeza ligeramente y me era imposible seguir durmiendo así. Abrí los ojos buscando a Ethan, pero no estaba. Aunque sus zapatos sí estaban al final de la cama. Supuse que estaba en la cocina, porque eran alrededor de las doce del mediodía.

Fui a mi armario buscando una camiseta extremadamente larga como para no tener que ponerme un pantalón debajo. Cuando la encontré, me deshice de mi sujetador y me la puse. Estaba muy incomoda con el y por mucho que me diese bastante respeto quitármelo delante de él, de Damiano, Thomas — en general chicos—, necesitaba dejar respirar y descansar a mi pecho.

Salí descalza y escuché murmullos en la cocina. Supuse que eran Ethan y Damiano, porque eran voces masculinas.

Efectivamente no me equivocaba, cuando llegue a la cocina vi a Ethan apoyado en la encimera con un café en la mano y a Damiano sentado en la silla de al lado. En cuanto me vio, dejo la taza en la encimera.

— Perdóname si me he aprovechado un poco de tu cocina, Elina. Necesitaba un café. — Dijo Ethan mientras se rascaba la nuca.

Negué quitándole importancia, porque no me importaba. Para mi el estaba en su casa. Aunque bueno, cualquiera de ellos estaba en su casa.

Alargué mi brazo hasta donde estaban las tazas, pero no llegaba, y no quería subirme a la silla porque sería una situación bastante ridícula. Alargue un poco más, y justo cuando toque la taza, una mano la agarró. Me giré y vi a Ethan.

Sacó la taza, me la dio y me sonrió. Yo estaba roja, seguramente.

Cogí el poco café que quedaba en la cafetera y me lo puse. Escuche como Ethan se iba a saber donde, y me quede sola con Damiano.

— ¿Sabes que estas roja como un tomate, Elina?

Lo se Damiano, gracias por recordármelo.

N-no lo sabía. — Respondí nerviosa.

Tenía que decir cualquier cosa para disimular que sabía perfectamente como estaba.

— Te gusta Ethan, y mucho. — Comentó riendo.

Se me resbaló la taza y cayó al suelo, de los nervios. No había hablado nunca con nadie sobre este tema.

Vi como Damiano cambiaba de expresión y se lanzaba a coger los pedazos de la taza rota al suelo. Sabía perfectamente que no era buen momento para hablar de aquel tema.

Escuche un pasos rápidos que venían hacia la cocina, y efectivamente era el.

— ¿Que ha pasado? — Preguntó mientras observaba como recogíamos los trozos de la taza.

— Pues... — Damiano me cortó.

— Nada, que ya sabes que soy un torpe, y sin querer le he tirado la taza a Elina. Nada más.

Gracias por salvarme, ya me caes mejor.

Yo asentí siguiéndole el rollo. Me había salvado.

...

Aquella tarde me puse a ordenar mi armario después de que se fuesen todos, menos Victoria. Necesitaba airearme un poco y no pensar.

Coral y Victoria estaban en el salón viendo una serie.

Escuché que alguien picaba a la puerta, así que fui a abrirla. Era Victoria.

— ¿Vienes a ver una serie con nosotras, Elina?

No me apetecía, estaba en mi mundo, y seguramente con ellas me pondría a pensar. A pensar mucho.

— No me apetece, Victoria. — Contesté con una mueca en la cara.

Victoria hizo otra mueca. Apartó mi mano de la puerta y la cerró detrás tuyo.

— Apenas nos conocemos, pero se que te pasa algo, y voy a lograr saber que es, así que ya estás hablando, Elina.

— No me pasa nada, no te preocupes.

Di la vuelta a mi cama y me senté. Seguí ordenando mi ropa mientras Victoria me miraba a lo lejos.

— Estoy segura de que tiene que ver con Ethan.

¿Que? ¿Era tan obvio?

Suspiré y me lancé de espaldas a la cama. Victoria hizo lo mismo.

— ¿Tanto se nota? — Pregunté con los ojos cerrados.

— Demasiado.

Volví a suspirar.

— Se nota que te gusta. Solo hay que ver como lo miras en la cafetería, o como lo mirabas anoche. Iba borracha, pero me fijaba en todo igual. — Rió con lo último. — Y por lo que se, esta noche has dormido con el.

Me puse colorada, y justo Coral entró por la puerta.

— ¿Lo ha admitido ya? — Preguntó Coral con una sonrisa en la cara.

Victoria asintió, y en menos de dos segundo se tiró a nuestro lado.

— ¿Así que habéis dormido juntos, no? — Volvió a insistir Victoria.

Asentí.

— ¿Y que tal? ¿Ha pasado algo? — Preguntó Coral.

Negué, y ellas dos hicieron una mueca. Eran tal para cual.

Recordé que había dormido sin camiseta, solo con sujetador. Recordé la vergüenza que me daba, pero al final lo hice. No solo por calor, si no para que me viese, para lucirme.

— Aunque bueno, ¿cuenta haber dormido sin camiseta?

Coral y Victoria se miraron, y luego rieron.

— Joder que si cuenta. Ha visto tus grandes dotes, amiga mía.

Me pegué en la frente. Coral era de lo que no era.

Victoria la miró extrañada.

— ¿Que? ¿Tú has visto los pechos que tiene esta mujer? Son preciosos. — Le recriminó Coral.

Victoria, negó. Era obvio que no me había visto de esa manera.

— Lina, cariño, quítate la camiseta y enséñale lo que tienes a Victoria. — Me obligó Coral.

Me puse roja, pero a fin de cuentas éramos chicas, y no tenía porque tener vergüenza. Me saque la camiseta que llevaba, y me quede en sujetador.

Victoria abrió los ojos, y luego me miró a la cara.

— Joder, que suerte tiene Ethan.

— ¿Q-que? Pero si no somos nada. — Añadí nerviosa.

Victoria río, y puso su mano en mi brazo derecho.

— Aún no sois nada, pero yo seré la encargada de que lo seáis, y de que creéis una historia de amor muy bonita.

Se me escapó una ligera sonrisa. Victoria se iba a convertir en una de mis mayores confidentes.

Y ojalá, Coral sentase la cabeza, y se diese cuenta de que no la tiene que dejar ir. Creo que desde que la he visto con ella, estaba mucho más feliz, era mucho más ella.

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora