CAPÍTULO 21

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Alessandra me había llamado esta mañana súper feliz, y yo aún estaba procesando lo que me había dicho.

— ¿Me estás diciendo que se han agotado en todos lados?

— Si, Elina, si. Se ve que tu libro se ha echo bastante viral en pocos días, y la gente se ha vuelto loca buscándolo. — Comentó riendo. — Debes de tener las redes sociales explotadas.

— Pues un poco la verdad. — Comenté yo esta vez riendo.

— ¿Eres consciente de todo lo que viene después de esto, no?

— Creo que demasiado. — Comenté nerviosa.

— Habrá que empezar a organizar una gira de firmas por toda Italia, y quizás no se queda en solo eso.

Me temblaban las manos. No sabía que todo esto iba a pasar.

— Lo dejó todo en tus manos, confío en ti, Alessandra.

Colgué, y me senté en el sofá de Ethan. Porque si, llevaba bastantes días con él ahí. Aún era pronto y él ni siquiera se había despertado, pero tenía que darle la noticia.

Fui hacia la habitación, lo vi tiernamente dormido y me dio un poco de pena despertarlo, pero aún así me tire encima de él para ello. El pegó un salto que casi me envió fuera de la cama, pero gracias a dios me agarró antes de que eso pasará.

— Joder, ¿sabes el susto que me acabas de dar? — Se quejó el molesto.

Quizás sí que me había pasado. Me merecía que me dijera eso.

— Lo-lo siento, Ethan... — Musité apenada.

Intente moverme de encima suyo, pero él no me soltaba.

— No estoy enfadado, cariño, simplemente me has asustado. Ahora cuéntame lo que venías a contarme, que tienes cara de eso.

Sonreí, porque me conocía demasiado bien.

— Mi libro está agotado en todas las librerías. — Comenté súper feliz.

Él abrió los ojos como platos y sonrió como nunca. Esta vez, como siempre hacia, me abrazó súper fuerte.

— Sabía que ibas a conseguir cosas grandes, lo sabía. — Susurró contra mi pelo.

— Gracias por confiar tanto en mi, de verdad. — Susurré esta vez yo.

El río, y me acarició la cabeza.

— ¿Donde quiere la señorita best-seller que la lleve a desayunar para celebrar esto?

Me reí por el mote que me acababa de poner. Sin duda eso de ponerle motes a la gente era lo suyo.

Tras una batalla bastante intensa, acabamos yendo a Piazza Navona, a una cafetería que a Ethan le encantaba.
Sin duda el café de aquel lugar, me dejó con ganas de volver otra vez, y las pastas, aún más, porque estaban deliciosas.

Queríamos evitar pasearnos como una pareja normal por aquella calles, pero después de mi libro, de algunas fotos que habían salido de nosotros juntos, y de algunas cosas más, era bastante obvio que estábamos juntos.

La fama era una cosa bastante mala. Yo era recién una escritora primeriza, y él un músico que estaba empezando su carrera. Ninguno de los dos pasábamos desapercibidos.

...

Al final, acabamos en la discográfica. Estaban todos allí, hasta Coral. La cual me miraba súper feliz, porque le había contado la noticia que me habían dado.

Los cuarto estaban concentrados en unos detalles que les faltaban al disco, porque si, estaban a nada de sacar un disco, y yo ya había tenido el placer de escucharlo gracias a su manager, Marta. Me extrañó el nombre del disco, Il Ballo De La Vita, pero cuando me contaron la historia de aquel nombre, lo entendí todo.

Ethan me sacó el trance en el que había entrado. No me había dado cuenta.

— ¿Que te parece esto, señorita best-seller? — Se burló mientras me enseñaba una cosa de la portada del disco.

— ¿Podrías currarte un poco los motes, no? — Comentó Damiano.

Ethan me miró extrañada. Sabía perfectamente porque.

— ¿No se lo has contando, no?

Yo negué nerviosa. Que mala amiga era.

— ¿No nos ha contado el que? — Preguntó esta vez Thomas.

Yo empecé a rascarme la nuca de los nervios. No sabía por donde empezar, pero Ethan se me adelantó.

— La señorita que tenéis aquí delante, tiene su libro agotado en todas las librerías.

Damiano, Victoria y Thomas se sorprendieron.

— ¡Dios santo! Pero ven aquí, déjame darte un abrazo. — Farfulló Damiano con los brazos abiertos.

Entre risas por su reacción, fui a abrazarlo. Me susurró que estaba súper orgulloso de mi, y que él sabía que iba a lograr muchas cosas más. Thomas solamente me felicitó sin más. Victoria chilló, y del abrazó que me dio, me tiró al suelo con ella encima. Me besuqueo toda la cara.

— Coral, quítamela de encima, que me esta comiendo a mi, en lugar de a ti. — Me quejé riéndome.

A Coral se le escapó una carcajada, y a todos los otros también, pero nadie me la quitaba de encima, y ella estaba enganchada como un koala a mi. No había manera de que se soltara.

— Joder, si llegó a saberlo, te abrazo yo también así, Elina. — Añadió Thomas.

Lo mire mal. No entendía porque había sido tan tímido. Pero finalmente le hice señas de que se tirase con nosotras al suelo y me abrazara. Eso mismo hizo, y yo casi muero aplastada por ellos dos.

Finalmente Ethan me ayudó a levantarme del suelo, y luego siguieron con lo suyo. Coral y yo solo cotorreábamos de todo lo que había pasado. Aunque me arrastró fuera un momento. No entendí porque.

— Necesito comentarte una cosa, ¿vale? Pero prométeme que nada cambiará después de esto.

No sabía de que se trataba, pero asentí.

— Voy a irme a vivir con Victoria. Se que es pronto, demasiado, pero sabes perfectamente que tanto tu como yo, estamos más en casa de nuestras parejas que en la nuestra propia, ademas, sabes que no puedo pagarlo yo sola, y no sé cuando vas a cobrar todo lo ganado con el libro.

Quizás era lo que menos me esperaba, pero tenía toda la razón, y yo tenía que decírselo a Ethan. Hablé un poco la más con ella, y volvimos a entrar. Quizás yo me quede con mala cara, porque Ethan me miraba preocupado.

Al final, hasta que no salieron y estuvimos en el coche, no pude contárselo.

— Coral se va a vivir con Victoria, ¿quieres que me vaya yo a vivir contigo?

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora