CAPÍTULO 10

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Narra Elena:

Aquel mensaje, causó que varias cosas pasaran al llegar a casa. Una sola, se lo pasaba muy bien aunque no lo pareciera.

Coral por una vez no me atosigó a preguntas nada más llegar, es más, la vi muy tranquila. Solo me dio dos besos y me felicitó. Agradecía que ni mi tara ninguna fiesta como siempre hacía.

Menos mal que el lunes llego cuando menos me espere, y volví a la rutina. Trabajar en la cafetería era lo que me tocaba.

Bianca no me dirigía la palabra mucho, la notaba extraña. Oliver estaba igual. Había algo aquí que tampoco me cuadraba del todo, pero no quería pensar en ello, porque si no la ansiedad iba a apropiarse de mi.

La puerta de la cafetería se abrió a mis espaldas mientras yo colocaba unas tazas al lado de la cafetera.

— ¿Está disponible la camarera más guapa de todo Roma?

Sonreí plenamente aunque no me viese. Era el.

— Para ti, siempre, Ethan.

Empecé a prepararle lo suyo, lo que siempre pedía mientras el me observaba.

— ¿Ni un beso me vas a dar?

No podía darle ningún beso aquí, delante de Bianca, y mucho menos cuando estaban empezamos a hacerse famosos. Sería lanzarse a los leones.

— Sabes que no puedo.

El suspiró.

— Pues nada, me quedo sin.

No lo miré mientras le servía lo que había pedido. Me sentaba peor a mi no poder darle un beso, cuando era lo que más quería.

Continué con lo que estaba haciendo antes de que el llegara, y cuando me giré me encontré que se había ido, pero había dejado una nota.

"Cuando salgas, vamos a ir a dar una vuelta. Te esperare en la esquina de la calle por si a caso."

Me emocionaba salir a pasear con el, de verdad.

...

Busque a Ethan cuando cerré la cafetería, y lo vi al final de la calle fumando concentrado. Prácticamente corrí hasta el, y bese su mejilla. El me agarró de la cintura y esta vez hizo que nuestros labios se juntaran.

Caminamos prácticamente hasta el coliseo en silencio, fumando los dos. Nos sentamos en los pequeños muros de una subida que había justo en frente de el mismo.

— ¿Y que me cuentas de ti, Elina?

Pensé un poco lo que podía contarle, y aunque a lo mejor era lo típico, lo conté con toda la ilusión del mundo.

— Pues he crecido en Roma, pero realmente nací en Milán. No he estudiado más que secundaria porque no me daba el dinero, pero me hubiese encantado haber echo seguramente filología para ser escritora. Amo escribir. — Pensé un poco más. — Y por último pues que vivo con mi mejor amiga, Coral.

El inspiró y me miró.

— Ya decía yo que tenías cara de ser artista, cariño.

Me puse roja ante eso. Cada vez que me llamaba cariño me descolocaba el mundo.

— ¿Has escrito algo?

Yo asentí. Tenía un libro escrito pero nunca me había atrevido a intentar publicarlo. Ni confiaba en que triunfase.

— Si, pero nunca me he atrevido a publicarlo. Dudo mucho que acabase gustándole a la gente, y como ya tengo trabajo.

El hizo una mueca.

— Deja la cafetería, y lánzate a por tu sueño, Elina.

Como si fuese tan fácil, Ethan.

No es tan fácil. — Susurré.

— Claro que lo es, seguro que triunfas. Si no, siempre tienes a tus padres para darte dinero hasta encontrar otro trabajo.

Auch. Eso había dolido.

Yo no tenía padres, bueno, si tenía, pero nuestra relación era nula desde que me echaron de casa hace un año y medio.

Se me hizo un nudo en la garganta, y lo único que pude hacer fue levantarme, coger mis cosas y echar a andar. Se me daba genial huir de mis problemas.

Ethan tardo poco en alcanzarme.

— ¿Porque te has ido?

Trague saliva. Me tocaba mentir.

— Nada, Ethan, solo quiero llegar ya a casa.

— No te creo. ¿Porque?

— Por nada. — Casi susurré.

— Elina, no seas cabezota.

No se de donde salió toda la energía que saque por mi boca después de aquella frase, pero descargue todo lo malo que me había inundado el cuerpo.

— ¡Que nada, Ethan! — Chille mirándolo a los ojos.

Me solté de su agarre y eché a correr calle abajo. Ahora más que nunca quería llegar a casa, meterme en mi cama y hacerme bolita hasta quedarme dormida después de llorar.

La gente me miraba mal, y era normal. Una chica corriendo a las diez de la noche prácticamente llorando digamos que no era normal.

Cuando llegué, busque mis llaves de una manera tan basta que casi se me caen en el hueco del ascensor. Suspiré por ello. Estaba muy cansada, y encima ya estaba llorando como una descosida.

No se si me sentía peor por el tema que había surgido o por haberle chillado a Ethan. La había cagado y bien.

Abrí como pude, y corrí hasta mi habitación. Cerré con cerrojo mientras escuchaba como Coral venia quejándose por el jaleo que había armado en menos de dos segundos.

Intentó abrir la puerta, pero se quedó en eso, en un intento. Me negaba a que me viese así.

Apague mi móvil del todo. Sabía que iba a llamarme, y me negaba a contestarle después de la persona que acababa de ser con el. No se lo merecía.

Yo era una persona que le constaba controlar los nervios, o más bien dicho, sus emociones. A veces expresaba mucho, o expresaba poco. No había punto intermedio para mi.

Sorbí por la nariz después de casi dos horas intentando dormir. Me estaba siendo imposible, así que me levante a por un cigarrillo.

No se a que hora me dormí, pero mi paquete de cigarrillos amaneció vacío por mi culpa a la mañana siguiente, y ni yo misma se como.

Había sido una noche dura, una noche con muchas cosas en mente. Tanto pensamientos buenos como malos. La ansiedad se apoderó de mi per supe controlarla a tiempo gracias a dios.

Odiaba mucho cuando me ponía así por culpa de mi odiosa mente.

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora