CAPÍTULO 33

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Ethan se deshizo de mis prendas como si no fuesen nada, como si de aire se tratase.

Se coló entre mis piernas en menos de diez segundos, empezando así a dejar pequeños y grandes lametones en mi intimidad.

Lo agarré de la cabeza para que llegase aún más lejos, y al mismo tiempo encorvé mi espalda.

Estaba nada de llegar a mi cumbre, pero alguien picó a la puerta.

— Me cago en la puta. — Susurré haciendo parar a Ethan.

Él miró hacia el techo con fastidio. Odiaba lo que acababa de pasar.

— Voy a abrir. — Susurré otra vez.

Me envolví en la sabana de aquella cama. No había nada más cerca. Y dudaba que fuese servicio del hotel.

Abrí la puerta y me quise cagar en todo.

— ¡Lina de mi corazón! ¿Como est... o mejor pregunto, ¿acabo de interrumpiros el polvo? — Habló Coral riéndose.

— Aunque creo que es obvio que si, ¿tú no llegabas en unas horas?

— Era una broma, quería daros una sorpresa. Pero creo que tú estabas haciendo algo mejor.

Coral volvió a reírse.

— Me has interrumpido un orgasmo, no te insulto porque eres mi mejor amiga. — Me quejé.

— Ay, ¿que encima te lo estaba comiendo? — Casi chilló.

— ¡Joder! No hacía falta decirlo en voz alta, Coral. — Me quejé.

Se le escapó la risa otra vez.

— Os doy media hora para estar abajo, vamos a ir a cenar y luego de fiesta.

Asentí y le cerré la puerta en los morros.
Ethan me miraba enfadado desde la cama. Era totalmente normal, nos habían interrumpido.

Lo vi frustrado sacar prendas de la maleta. Le di un beso en la mejilla para que se le pasara el cabreo. El me lo devolvió dándome un bonito beso en los labios.

— En otro momentos solucionaremos eso.  — Susurró contra mía labios. — Pero es que me voy a cargar a Coral de verdad.

Me reí por lo último. Si que le había molestado de verdad.

Mientras él aún seguía quejándose yo me cambié. Me puse una falda de color negro y una camiseta de tirantes roja.

Él cuando acabó de quejarse empezó a arreglarse. Se recogió el pelo y se puso una camisa de color negro, con unos pantalones también negros. Definitivamente estaba precioso.

El me miró pícaramente cuando acabó. Después se le escapó una media sonrisa que intentó disimular y le salió fatal.

Una vez abajo, nos estaban esperando todos. Coral empezó a reírse en cuanto nos vio y quise cargármela. Le enseñé el dedo corazón para que se diese cuenta de que me había molestado.

— ¿Que le pasa? — Escuché que Thomas le preguntaba a Coral.

— Que les he interrumpido el polvo, y se han cabreado conmigo.

— ¡Pero cállate Coral! No hacía falta decirlo en voz alta. — Me quejé.

— Haber, que no nos vamos a espantar de nada. — Añadió Damiano. — Es más, me gusta que mis grandes amigos le den a lo que es bueno.

Mire a Damiano muy mal.

— Tu eres imbecil. — Susurré.

Ethan los miró mal también, y empezamos a caminar delante de todos porque no estábamos para hablar con nadie.

— Te lo juro que me la voy a cargar.

Ethan río ante eso.

— Nos la vamos a cargar, mejor dicho. — Volvió a reírse. — Es que dios, estabas a nada de llegar, y de darme las mejores vistas y va y aparece.

Me puse colorada ante la descripción que había echo. Siempre conseguía ese efecto en mi.

Los demás iban riéndose detrás nuestro. Sabía perfectamente que estaban de nosotros.

Una vez en el restaurante, nos sentamos en la mesa que daba a las preciosas vistas de la cala que teníamos al lado.

Pedimos vino. Cortesía del elegante Ethan.

La tensión se fue disipando a lo largo de la noche, debido a que acabe sabiendo detalles de cómo eran la cama todos, y acabe traumatizada. Ethan apenas prestaba atención, tenia la mirada sumida en el paisaje.

Puse mi mano encima de la suya y lo vi sonreír. Estaba precioso admirando todo aquello que teníamos delante. Y es que yo sabía que a él le encantan observar todo lo que lo rodeaba. Le encantaba analizarlo, y luego comentarlo conmigo, cosa que yo disfrutaba aún más. Se habían juntado dos forofos de los paisajes, las estrellas y los atardeceres.

Y es que me di cuenta que por esos pequeños detalles, literalmente pequeños, lo amaba tanto. Una persona que se conformaba con las pequeñas cosas se merecía todo mi corazón, porque yo no era alguien que pudiese ofrecer grandes cosas.

Me di cuenta que los chicos estaban tan sumidos en otra conversación que no nos prestaban atención, y eso era lo que yo quería. Quería aprovechar este momento para hacer una cosa que estaba deseando hacer.

Me levante arrastrando a Ethan conmigo. Avise a los demás que en unos momentos volvíamos.

Ethan me siguió sin dudarlo. Fuimos hasta el final de la calle, donde las vistas daban justo al mar. Donde realmente debíamos de estar él y yo.

— Gracias por sacarme de allí, necesitaba un poco de tranquilidad. — Habló una vez que nos sentamos en un banco que había allí.

— Los dos lo necesitábamos. Los otros tampoco nos estaban prestando atención, estaban demasiado ocupados en otra conversación.

Ethan asintió y puso su brazo encima de mis hombros.

— Estabas precioso con la mirada sumida en el paisaje.

Sonrió mientras se le formaban unos hoyuelos preciosos en la cara.

— Ya sabes que me encanta, y sabes perfectamente que me transmite tranquilidad. — Añadió mirándome. — Además, si estás tú al lado, aún estoy mejor.

El corazón se me encogió de amor. De amor de verdad.

— Ay, Ethan. — Susurré tiernamente.

El me abrazó. Dándome esa paz que tanto necesitaba estos días. Esa paz que él siempre transmitía a todo el mundo.

Cerré los ojos y me deje llevar por el momento. Por los instantes que estaban pasando delante nuestro. Él también hizo lo mismo, y ahí fue cuando aproveche.

Aproveche y me coloque mejor. A la altura de su oído. Y por fin solté la cosa por la cual lo había traído aquí.

— Te amo, Ethan.

L'amore sei tu // Ethan Torchio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora