Más de tres años de guerra, pensó Rin repentinamente, casi sin poder creer la cantidad de tiempo que había transcurrido desde que el señor Saito y Yako se marcharon. Se sentía como una eternidad desde la última vez que había visto y hablado con ambos.Por lo menos podía consolarse medianamente sabiendo que el señor Saito estaba relativamente bien. Las noticias sobre las tropas de Tesseimori llegaban cada tantos meses; el reporte de bajas, la pedida de alimentos y medicinas, y también, cortas cartas del señor a su familia, donde confirmaba su estado y les prometía volver pronto.
Era un alivio poder saber de él ante tanta incertidumbre; cada carta nueva suponía un bálsamo para sus nervios de punta. Pero no sólo los suyos: Kanade casi lloraba de alegría cada vez que veía las escasas líneas que su pare le dedicaba a sus hijos y corría a redactar su respuesta correspondiente, al igual que su hermano mediano.
Ayudarla con esa tarea y conversar por horas sobre las noticias del joven señor era algo que definitivamente las había unido a lo largo de esos largos años.
Si tan solo pudiera tener la certeza de que Yako...
No. Él estaba bien, tenía que estarlo. Era normal que no recibieran noticias de Shiroyama, pero aún así, siempre agudizaba el oído cuando llegaban los mensajeros e incluso les solía preguntar al respecto. Generalmente no obtenía respuesta alguna porque ambos ejércitos se encontraban en zonas diferentes, pero no permitía que eso la desanimara.
Le había prometido volver, y ella confiaba en que lo haría.
Sin importar la aplastante preocupación que le hacía imaginar lo contrario.
Rin limpió el sudor de su frente y ajustó la gran canasta que llevaba en la espalda. El grupo de cazadores se preparaban para partir. Habían estado en el bosque desde la madrugada con la esperanza de aumentar un poco las escasas reservas de provisiones.
A su lado, un par de ancianos se esforzaba por montar un escuálido ciervo en una carreta y se apuró a ayudarlos. No era justo que personas tan mayores hicieran ese tipo de trabajo, pero realmente no había más opción. Contaron rápidamente todo lo que tenían y evitaron hacer comentarios negativos.
Sólo algunos conejos ardillas y pájaros, además del ciervo que era más bien un cervatillo de unos cuantos meses. No había sido un buen día, pero siempre podían volver. A veces, cuando tenían suerte, encontraban jabalíes y faisanes, pero dar con ellos significaba largas horas de caminata en un territorio demasiado próximo a los enfrentamientos. Cuando el hambre podía más que el miedo, se atrevían. Y dentro de poco les tocaría arriesgarse otra vez.
―Espero que los demás hayan tenido mejor suerte... ―comentó uno de los ancianos, tomando uno de los extremos de la carreta para iniciar el camino de regreso. Alcanzarían la fortaleza al mediodía si iban a buen paso, y si eran afortunados, conseguirían alguna otra presa.
Podrían quedarse mucho más tiempo cazando. Demonios, lo ideal sería hacer un campamento de varios días y no volver hasta tener suficiente comida. Pero no podían arriesgarse, ni podían ir demasiado lejos. Si el enemigo los encontraba en lugar de los aliados, significaría una muerte segura.
Rin tomó el otro extremo de la carreta y le dedicó una mirada dubitativa a uno de los hombres. El pobre señor Yohei tenía más de setenta años y caminaba con bastón. Aunque fuera un cazador experimentado, se le oprimía el corazón cada vez que lo veía forcejear para no perder el aliento.
―Señor Yohei, a la carreta ―le indicó con un gesto de la cabeza.
―¿Acaso me ves como una presa, niña? ―se quejó él, pretendiendo una subida de energía que no engañó a nadie. Rin era la más joven en el equipo de caza, y también la única mujer. Al principio se habían mostrado reacios a admitirla entre ellos, pero Rin los sorprendió a todos con su hábil uso del arco y sus capacidades de rastreo (cortesía de Yako, por supuesto), así que era una adición constante en las excursiones. Les había tomado bastante cariño a sus compañeros, todos sirvientes demasiado mayores y lisiados para ser reclutados, así que siempre insistía en cuidarlos por más que ellos se negaran.
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Grabado en Piedra
FanfictionSessRin - AU - Rin nunca tuvo mucho interés en saber quién era el muchacho que la entrenaba clandestinamente. Para ella sólo era Yako, su amigo. Su... algo más. Pero al volver de una larga y cruenta guerra, Yako ya no es el mismo de antes. Ahora es...