Adios

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Había pasado una semana de estar con mis niños, una semana llena de risas, diversión, y mucha alegría, extrañaba estar así con ellos, eran parte de mi vida, pero... sabía que en algún momento todo llegaría a su fin y quiera o no debo estar preparándome, no quiero sufrir y se que tampoco los quiero ver sufrir a ellos

Todo va bien con los niños, Suzi va bien en el preescolar, Pierth a sido candidato para presidente de su clase, Luca esta sacando excelentes calificaciones -condición que le pusieron los maestro de esgrima para seguir en el equipo- y Margareth está más tranquila por lo del chavo, y me da gusto eso, el día siguiente de haberme dicho hablamos

"-Margareth no es bueno estar triste, se que duele, pero si no lo intentas dolerá más- ella estaba acostada en mi hombro, sentía como lágrimas caían de sus ojos

-¿Tu... si Edward no hubiera llegado habrías podido olvidar a Tony?- Margareth me miro con sus ojitos hinchados y rojos de tanto llorar

-Debía de, el estaba enamorado de mi hermana, y lo quisiera ver o no, nunca le iba a gustar, pudiera parecerme a Isabella pero no era ella, el día que lo bese me quedo claro que el sólo me miraba como amiga, y ahí yo ya no podía hacer nada, al corazón no lo podía mandar- la mire con una semi-sonrisa, Margareth se aferró a mi cuello

-Si no puedo mandar al corazón ¿Como lo voy a olvidar?- me pregunto al oído, le sobé la espalda tratando de tranquilizarla

-Lo olvidaras con el paso del tiempo, te darás cuenta de que no valía sufrir por alguien que no te merece- Margareth me vio con una sonrisa de lado y me abrazo

-Por ti, por mi, y por mis hermanos, te prometo que lo olvidare o tratare de hacerlo, haré mi mayor esfuerzo para olvidarlo- le sonríe y la abrace fuerte, mi niña estaba creciendo"







-Niños los veo en la tarde, adiós, cuídense- me despedí con mi mano viendo como ellos se alejaban en el autobús escolar, suspire y entré a la casa, se sentía sola sin ellos, tome aire y sonreí, haré un pastel, si eso haré

Entré a la cocina y ahí estaba el chef de los niños, era un señor muy amable que rápido me ofreció su ayuda, la cual acepte gustosa ya no era tan buena en la repostería, entre los dos hicimos un pastel de chocolate con galletas, se veía tan delicioso y esperaba que así supiera, mientras terminaba de limpiar la harina que había tirada en la mesa se escucho el timbre

-Ya voy- dije mientras salía casi corriendo de la cocina, al llegar a la puerta cheque quien era y vi que tras la puerta había un joven en traje oscuro, abrí la puerta poco a poco y me sorprendió ver a un hombre muy apuesto

-Buenos días señorita, busco a la joven...- el muchacho checo el papel que tenía en la mano y leyó su contenido -Sophia Valarth-

-Soy yo, ¿que se le ofrece?- no podía dejar de ver al joven, era muy apuesto pero... sentía un leve presentimiento de que ya lo conocía pero ¿de dónde?

-Mucho gusto mi nombre es Chris Robinson, soy el primo de Edward- el joven se quitó los lentes de sol que traía y ahí medí cuenta porque sentía que lo conocía, era casi idéntico que Edward -¿puedo pasar?-

-Si claro, adelante- me hice a un lado permitiendo que entrara, miraba todo con suma curiosidad -y... ¿en qué te puedo ayudar?-

-¿Tu? En nada querida, pero tu adorado Edward si- dijo sentándose en la sala, en parte me sentí ofendida pero por otra parte me sentí curiosa

-Si no te puedo ayudar en nada, ¿porque me buscaste a mi y no a Edward?- me senté frente a el con el ceño fruncido, el sonrió de lado

-Muy fácil, el no me quiere ni ver en pintura, pero se que tu permitirás que me deje verlo- tenía en su cara una sonrisa tan cínica y sombría, lo cual me ponía la piel de gallina

La Nana (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora