Al fin...

123 6 0
                                    

Mi madre al solo verme se abalanzo a abrazarme, yo tengo que admitir que extrañaba sus abrazos, esos besos de buenos días en la frente, esas sonrisas que te tranquilizaban con solo verlas, ese cariño que solo una madre sabe proporcionarte, toda ella la extrañaba, mis brazos la abrazaron dejando ese hermosa calor maternal en mi, mis ojos por instinto se cerraron y dejaron caer unas par de lagrimas, extrañaba a mi madre, me separe de ella y trate de forzar una sonrisa

-No puedo creer que estés aquí, creí que te ibas a negar a leer la carta- dijo con la voz entrecortada, le toque una mejilla y sonreí de lado

-Bella me obligo casi- dije sonriendo, lo que hizo que me madre riera

-Lo supuse- dijo para después mirarme con cariño

-Madre te quiero presentar a alguien- voltee y vi a Edward con sus manos en los bolsillos sonriendo tímidamente, le hice una seña para que caminara a mi lado, y así lo hizo, al estar a mi lado mire a mi madre - Madre él es Edward mi novio, Edward te presento a mi madre- dije soportando las lagrimas, tenía solo unos minutos de solo pronunciar la palabra madre de nuevo y con solo decirlo ya me sentía de nuevo en familia

-Mucho gusto señora Valarth- dijo Edward estirando su mano, pero mi madre lo jalo y lo abrazo, Edward sonrió y le correspondió el abrazo

-Gracias joven, se que usted opero a mi niña, se que gracias usted ella está aquí con vida y con esa sonrisa- dijo en un susurro pensando que solo escucharía Edward, el cual solo sonrió abiertamente

-Para mi es un honor señora no podría dejarla, ella… en poco tiempo se volvió algo tan esencial en mi existencia, si no la veo sonreír mi dia no está completo- dijo Edward separándose para tomarme de la cintura, sus palabras hacían que me sonrojara

-Pero que grosera soy, entren chicos hay mucho que hablar- dijo mi madre quitándose de la puerta para entrar, solo poniendo un pie en la casa todos los buenos recuerdos que pase en ella me vinieron a la mente, las veces en las que me ponía a pintar en el suelo para luego cuando mi padre llegara enseñarle mi dibujo, las veces que me ponía a bailar junto a mi hermana en los sofá, las veces que escuchamos los conciertos de nuestros ídolos en el suelo tarareando las canciones, las veces que salía corriendo de mi cuarto para venir a la cena, todas esas ocasiones que estuve sentada en el sofá riendo con tony, luego esas escaleras, donde derrame lagrimas por tony, por mis hermanas, por mis padres y… por mi

Todo estaba igual a como lo recordaba, nada había cambiado, tal vez solo las fotos que estaban arriba de una repisa alado del espejo de la entrada, escanee todo como si fuera la primera vez que estuviera ahí, mientras caminaba hacia el sofá mi corazón latía a mil por hora, al fin volvía a casa, y por fin hablaría con mi madre después de haberme ido de la casa, ¿nerviosa? Si y mucho, pero quien no, si después de mucho volvería a tener una charla con su madre, una charla con la cual siempre soñé, pero como quien dice ¨más vale tarde que nunca¨ ¿no? al sentarnos en el sofá Edward me tomo de la mano dándome confianza, mi madre se sentó en un sofá que estaba alado del mío, miro nuestras manos y sonrió

-Se me hace un sueño que estés aquí- dijo mi madre sonriendo tristemente, yo asentí- supongo que quieres hablar de la carta ¿no? bueno, por donde empiezo… em… Sophi…- la interrumpí

-Que te parece hablar desde cuando nací, o mejor desde que me concediste- dije seria, ella asintió pesadamente, sentí un leve apretón de Edward en mi mano lo que me avisaba que iba en mal camino

-Tú sabes que cuando te concedí a ti y a tu hermana era muy feliz mente casada con tu padre, ya teníamos a tu hermanita Caroline apenas ella tenía 5 años cuando quede embarazada de ustedes, fue la alegría mas grande, ya que siempre soñé con una familia grande, cuando iba a las revisiones siempre me decían de que mi bebita estaba sana pero al parecer solo veían a Isabella, ya que nunca me dijeron nada de que posiblemente tendría problemas de corazón, yo te amaba y eso que aun no te tenía en brazos, cuando naciste mi amor por ustedes aumento, tenía dos copias idénticas de mi bebita, era mi pequeña Sophia y mi linda Isabella, las dos niñas mas lindas que mis ojos hayan visto, con el paso del tiempo mi cariño era inmenso, Caroline al igual que Isabella se brincaba años pasando a los 16 años a la universidad, ustedes solo tenían 11 años y tu ya estabas medicada por tu problema de corazón, tengo que admitir que descuide a Isabella por estar al pendiente de ti, pero muy bien sé que tu padre nunca dejo sola a Isa, el fue su padre y su madre al tiempo que yo lo era para ti, tenía miedo de perderte ya que la primera que había tenido en mi corazón era tu nombre Sophia… no sé si te acuerdas de las veces que te levantabas y me veías dormitando en la mesa, esas noche tenia pesadillas sobre ti, soñaba que te perdía, soñaba que en algún momento ya no ibas a estar a mi lado e iba a lamentarme toda la vida, cuando paso lo de Isa fue cuando tuve más miedo, cada rato llorabas, cada rato te enojabas, cada rato hacías rabietas y muecas de dolor, lo primero que pensé fue alejarte de esto, primero pensé en irme contigo a cualquier lado del mundo, pero no podía dejar a tu padre, una noche hable con él y le conté mi idea, el apenas acepto, eras la viva imagen de su pequeña Bella y eso lo iba a matar pero prefirió dejarte ir a verte a ti también morir, al dia siguiente hable con tony y juntos ideamos un plan para hacer parecer que te habíamos corrido, nunca pensé que alejarme de ti sería muy doloroso hasta que pusiste un pie fuera de la casa y nos miraste con odio supe que iba a lamentar eso toda mi vida, cuando descubrimos que Isa estaba bien, tenía ganas de gritar de alegría eso significaba que te podía traer de vuelta, pero pensándolo supe que era incorrecto ya que saber que tu hermana estaba viva también era un sentimiento muy fuerte, todo este tiempo se lo oculte a tony ya que sabía que si se lo decía él como buen amigo te lo diría, me detuve de decirle, se que también lo lastime a él, pero más que nada me importabas tu…- en ese momento se ataco a llorar, sollozos incontrolables salían de su boca, me solté de Edward y corrí a su lado la tome de las manos y le sobe la espalda para que se tranquilizara – cuando supimos la primera vez que estabas en el hospital… me sentí morí, cuando nos dijiste que no querías saber nada de nosotros mi corazón, mi pobre y viejo corazón se rompió en mil pedazos, ver en tus ojos ese odio hacia nosotros dolía mas que mil dagas en el corazón, pero eres igual de cabeza dura que yo que no quisiste que te explicáramos, luego Isa que no se explicaba bien casi obligándote a venirte a vivir otra vez en casa tampoco funciono, lo único que se me ocurrió fue mandarte esa carta sabiendo que tarde o temprano la leerías- dijo mi madre viéndome con sus ojos empapados de tantas lagrimas, no me había dado cuenta que yo también estaba llorando

La Nana (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora