Mis niños estaban emocionados con la historia, excepto Margareth quien la miraba con recelo, ella prefirió sentarse en una esquina, pero lo que más me sorprendió fue de que saco su celular y se perdió en el, mi corazón se hundió, hacia mucho que no se escondía detrás de su celular, eso significaba que estaba mal, mi mente trabajo rápido.
-Debo ir al baño- dije rápidamente levantándome, mi hermana se paro – No te preocupes, Margareth me puede ayudar, ¿verdad?- le sonreí y Margareth asintió rápidamente, empecé a caminar y rápido ella se puso a mi lado para ayudarme
Al salir al pasillo me relaje y empecé a caminar normal, Margareth se quedo sorprendida, le sonreí y le dije que se sentara en unas silla de afuera, me hizo caso y yo me senté a su lado, nos quedamos en silencio un momento hasta que empece a hablar.
-Ahora si, dime ¿qué tienes?- le dije levantando la cara de Margareth, quien la había agachado para mirarse sus manos
-No tengo nada- dijo bajando su mirada nuevamente, la abrace y en menos de un parpadeo la tenia llorando en mi pecho –No te vayas por favor- me pidió entre sollozo y fue ahí que entendí todo, desde que mi hermana empezó a hablar dijo que solo esperaría a que me mejorara y me llevaría a nuestra casa para volver a ser la familia feliz que éramos, una lagrima se me escapo
-Mi vida, no me iré, me quedare con ustedes, y no te preocupes de bella, no me separara de ustedes, ustedes... -se me rompía la voz por el llanto, tome aire y proseguí- Ustedes me cambiaron, no soy la misma que llego esa vez a su puerta, ni tu tampoco, todos hemos cambiado en tan poco tiempo y no pienso alejarme de ustedes, te lo prometo corazón- dije mientras la abrazaba fuertemente, Margareth estaba en un mar de lagrimas y pequeños sollozos salían de su boca
Nos tardamos un rato hablando, ella me decía que tenía miedo de perderme porque gracias a mi ella había cambiado y para bien, y sin mí, ella regresaría al agujero negro de antes, estar escuchándola me recordó mi adolescencia todo lo que pensaba porque mis padres me habían abandonado ella lo sentía porque sus padres nunca estaban con ella y siempre le ponían a una niñera para que fuera su figura materna y paterna, después de mucho decidimos regresar, todos estaban igual, atentos a la plática de Isabella, a los 5 minutos entro el doctor y dijo que la hora de visitas había acabado, todos se despidieron de mi, pero yo detuve a Isabella.
-Tengo que hablar contigo- dije seria, ella asintió y se sentó en una silla a mi lado – No regresare a TU casa, yo ya tengo casa y no es con TU familia- dije seria, ella solo se quedo callada
-¿Puedo saber por qué?- dijo seria sin comprender el porque no querer regresar
-No abandonare a mis niños, ellos me necesitan- dije seria, esta era una guerra de titanes, y no iba a perder
-NO TE NECESITAN, TU QUIERES ESTAR CON ELLOS, POR DIOS, ELLOS SE PUEDEN PAGAR A OTRA NIÑERA, PERO NO QUIERES, ENTIENDE ELLOS YA ESTÁN GRANDES, ADEMAS PARA QUE TE QUIEREN HEE, TU LOS NECESITAS A ELLOS, NO ELLOS A TI- dijo Isabella enojada, se levanto y empezó a dar vueltas como león enjaulado
-¡ME VALE QUE ME DIGAS!... y si, yo los necesito, pero ellos también a mi, no te hagas la que sabes todo ¡PORQUE NO ES ASI! solo te aviso, NO ME IRÉ CONTIGO, ¡¿ME ENTENDISTE?!- dije irritada, mi hermana me vio, sus ojos me miraban con odio, y sabia que los míos también a ella
-Haz lo que se te pegue la gana, pero después no vengas llorando, que yo no estaré a tu lado- dijo Isabella enojada, se dio vuelta y se fue con un portazo
Toda esa noche no pude dormir, y si Isabella tenía razón, no, ella no siempre tenía razón, mi mente daba vueltas, así que decidí caminar, me pare de la camilla con cuidado y me fui a caminar por el hospital, estaba todo oscuro, hasta que...
-Lo siento no te vi- dijo la otra persona levantándome del suelo, me dolía la cabeza gracias al golpe contra el suelo
-No te preocupes, esta todo oscuro, yo tampoco te vi- dije mientras me limpiaba la bata de hospital, me alegro de tener ropa interior porque me hubiera congelado el trasero, el prendió su celular para alumbrar y ahí fue cuando lo vi, el hombre más guapo que había visto en mi vida, nuestros ojos se encontraron por unos segundos
-Yo... yo me llamo Edward, mucho gusto- me dijo mientras me extendía su mano, la estreche y sentí una corriente eléctrica pasar por mi espalda
-Me llamo Sophia, el gusto es mío- dije tratando de simular que no había sentido la corriente eléctrica, el sonrío de oreja a oreja, lo que provoco que lo imitara, lo mire de arriba a abajo, tenia una bata de doctor – ¿Trabajas aquí?- pregunte curiosa
-No, bueno fuera, estoy en mi servicio social y ¿tu? ¿qué haces aquí?- pregunto curioso
-Tuve unos problemas de salud, nada grave- dije sonriendo, el también sonrió y nos quedamos en silencio, pero no uno incomodo, al contrario era algo muy agradable, nos mirábamos directo a los ojos, pero yo pude examinarlo perfectamente, tenia pelo cobrizo pero corto, unos ojos cafés que solo con mirarlos podías ver cómo era en su interior, era güero, con una barba de candado de una o máximo tres semanas, unos labios bien esculpidos que te tentaban a besarlos, media como 1.85, no le calculaba más de 28 o 29 años, era mucho mayor que yo, si pero es él, el es el de mis sueños
¨Cuando tenía 18 años todos los días soñaba con un joven mucho mayor que yo, que siempre me pedía matrimonio, yo le preguntaba su nombre y el me contestaba *cuando estés lista lo sabrás* siempre creí que era Tony, ya que tenían casi las mismas medidas, una vez se lo comente y el se rió
-Pero si yo tengo tu edad, mensita, te afecto el cambio de casa jajajajajajaja- dijo mientras se reía a pulmón abierto, aunque tenía razón en eso, durante todos esos años ella se olvido de ese sueño y seguí detrás de Tony¨
-Pero ya no mas- dije en susurro
-Perdón- dijo Edward extrañado, sonreí y negué con la cabeza
-No es nada, bueno creo que es noche y no debería estar levantada- dije dándome la vuelta para irme
-Te acompaño... digo para que llegues segura- dijo rápidamente, sonreí y asentí, empezamos a caminar y su mano a cada rato rozaba la mía mandando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo, al llegar a mi habitación nos quedamos viendo otra vez a los ojos
-Me tengo que ir- dije tímidamente, el asintió, me di la vuelta para meterme a la habitación cuando me tomo de la mano y me jalo hacia el, nuestras caras quedaron a unos pocos centímetros, podía oler su colonia y su aliento a menta, mis ojos viajaban desde sus ojos a sus labios y viceversa, poco a poco la distancia se corto hasta que...
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La Nana (en edición)
Teen FictionUno cuando necesita dinero puede hacer lo que sea, unos roban, otros entran a un trabajo, otros se vuelven oportunistas, pero en mi caso, me volví una niñera, mejor dicho una NANA, ya que los cuido las 24 horas del día los 7 días de la samana, la ve...