Capítulo XXIII

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Aviso

¡Hola! Espero que estén bien.

Sólo quería darles un aviso muy rápido. La semana pasada que publiqué capítulo, no salió completo. Lo volví a escribir y al momento de publicarlo me di cuenta de que no todos lo podían ver a pesar de que ya lo habían actualizado.

Iba a notificar ese problema en Wattpad, y al momento de leer unas opciones que me daban a elegir, una de ellas era:

[Android] Stories or parts missing from create.

Yo normalmente escribo desde mi ipod, y entre en mi celular (android) para ver el capítulo, y efectivamente me salía incompleto.

Entonces en este capítulo escribí la parte faltante por si alguno de ustedes tampoco lo pudo leer en el capítulo anterior. :)

¡Espero que les guste, y ya saben, cualquier opinión o sugerencia la tomare en cuenta!

¡Que tengan un lindo día, los quiero!

***

Nos quedamos en silencio mirando al piso por unos minutos. Era de ese silencio que no era incómodo, de echo, eran de esos silencios que puedes disfrutar. Extrañaba mucho a Henric, y a pesar de que le acabo de revelar mi secreto, no me incomodaba. Yo me siento bien estando con el, ya extrañaba pasar el tiempo de esta forma.

-¿La buscamos?- Me toma de la mano y aparece una gran sonrisa en su rostro.

Antes de que pudiera responderle, de pronto siento que una mano blanca y fría toma mi camisa y tira de ella.

-¡Carol! ¡¿Qué haces afuera del edificio?!- Dirige su mirada a Henric.- ¡Y con este hombre, tomados de la mano! ¡Entra a el edificio ya!

Me arrastra por la acera tratando de meterme al jardín del edificio.

-¡Suéltame!- Grite intentando de librarme de esa bruja.- ¡El es mi padre! No estaba haciendo nada malo.

Inmediatamente Madame se detuvo, y Henric me ayudo a ponerme de pie.

-¡Que le ocurre señora! ¡No le voy a permitir que trate de esa manera a mi hija!- Dijo Henric con su voz elevada, y su cara se torno color rojo por la furia.

-Usted mejor que nadie, Sr. Roberts, sabe que están prohibidas las visitas para su hija.- dijo mientras se alisaba su vestido negro con delicadeza.

-Nadie me puede prohibir ver a mi hija. Menos usted.

-No se haga el bueno Sr. Roberts, si usted mismo junto con su esposa firmaron aquel trato.

-¡No culpe a mi padre, maldita perra!- le grite y al darme cuenta de la palabrota que dije, me cubrí la boca con ambas manos.- El no haría tal cosa.

Obviamente por haber usado ese vocabulario no iba a salir nada bueno. Madame alzó su mano con la palma extendida y la bajó agresivamente hasta estamparla en mi boca. Henric trato de detenerla pero fue demasiado tarde, y yo fui demasiado lenta para esquivar el golpe. Sentí un inmenso ardor y como cada dedo se me quedaba marcado en mi cara.

-¡No voy a permitir que nadie me hable de esa manera!- Me amenazó Madame después de darme ese azote en mi boca.

-¡Yo no permitiré que una maldita perra trate así a mi hija!- Gritó Henric al mismo tiempo que con su brazo derecho me acercaba hacia el.- ¡Me voy! Pero me llevo conmigo a Carol.

Nos dimos la vuelta y caminamos hacia su lujoso auto.

-No irán a ninguna parte.

Nos detuvimos y nos giramos hacia Madame. Al mirarla entre abrimos la boca al darnos cuenta de que tenía un arma en sus manos, y nos estaba apuntando con ella.

Después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora