Los días pasaron volando. La casa estaba en total silencio la mayor parte del tiempo- aveces se escuchaba el televisor encendido, y si no era el televisor, se escuchaban los sollozos míos o los de mi madre.- No hemos salido de la casa desde el funeral de mi padre. Cada 2 días los señores Reyes nos visitaban y nos traían algo para cenar: frijoles charros, tamales o menudo; le quedaban bien deliciosos a doña María, era lo único que me apetecía comer, comida Mexicana.
Tenía ya varios días sin hablar con alguien seriamente, necesitaba hablar con alguien ya. No podía hablar con mi mamá porque ella esta muy sensible (como yo) y cualquier cosa la hará llorar, y eso es lo que menos quiero que pase. Tampoco puedo hablar con doña María, porque a cualquier cosa que le diga, lo va a querer comparar con una de sus novelas; o si le pido un consejo, de igual forma, va a querer resolverlo con lo que ha aprendido de sus novelas.
Inmediatamente pensé en alguien con el que podría hablar bien, y que al mismo tiempo me diera consejos profesionales,tal como es su trabajo: Thomas Grenville. Tomé el teléfono y marqué a su oficina para agendar una cita- Para no llegar como la vez pasada.- Y por suerte había espacio para hoy dentro de 2 horas. Me di un baño rápido y me puse una falda larga color rojo muy obscuro, una camisa negra, mi chaqueta negra de cuero, y mi botas favoritas. No quise molestar a mi mamá, así que decidí a tomar el transporte urbano.
Llegué 15 minutos antes y me senté en la sala a esperar a que la secretaria me nombrara. Cinco minutos después se abrió la puerta del consultorio. Salió una señora de unos 50 años. ¡Por fin sale una persona decente de ahí! ¿Que habrá pasado con la «faldas cortas». De seguro ella viene a la ultima hora.
-¡Señorita Kesterson! Me alegra verla por aquí de nuevo.- dijo el señor Grenville.- Adelante.- Me hace una seña con las manos para pasar a su consultorio.- ¿Porque no ha venido el Jueves?
-Lo siento, mi padre falleció la última vez que vine.- Dije en tono cortante. Mis ojos querían llenarse de lágrimas, pero logré detenerlas.
-Oh- No sabía que decirme.- Lo siento mucho Rosalynd. ¿Que puedo hacer por ti?
-Gracias. Solo necesito hablar.
-¿Y de que quieres hablar? ¡Oh que mal educado soy! ¿Gustas tomar asiento?- Me señaló con ambas manos que pasará a la sala. Me senté en el sillón doble ignorando lo que pasó ahí hace unos días. La chimenea estaba encendida y las luces del consultorio apagadas, como siempre. Recuerdo que el primer día me daba miedo estar aquí, pero ahora ya se porque le gusta el consultorio así al señor Grenville, me siento tan relajada en este lugar. Pero todo cambia cuando el señor Grenville se sienta junto conmigo, en el sillón doble. No entiendo, el siempre se sienta en el individual...
-Siempre usas faldas lindas- Me dice sin quitar los ojos de mi falda.- Pero creo que la negra corta de piel que usaste el primer día, te lucía mejor.- Esto no creo que termine bien... Me estoy dando cuenta de que tiene una obsesión por las faldas cortas... Y por la piel...Mi respiración es más rápida, y me siento del otro lado del sillón, tratando de hacer un poco de distancia.
-Me siento más cómoda con esta.- Digo mirándolo con cara de espantada.
El se acerca un poco mas a mi, mirando mi reacción, su mirada es fuerte, muy intensa, como la de un león cuidando a su presa. Se va recorriendo lentamente en el sillón hasta estar sentado muy pegado mi, mi corazón late a mil por hora, lo que quiero es salir corriendo de este lugar o poder gritar para que alguien me rescate de lo que esta por suceder, pero mis piernas no reaccionan, y mi voz no sale. Estoy paralizada, desarmada y muy débil para poder luchar contra lo que sea que me vaya a pasar.
-Tienes unas hermosas piernas Rosalynd, no debes de esconderlas.- Bajo su mano hasta el final de mi falda. Tomó la tela y la comenzó a subir lentamente por mi pierna. ¡¿Porqué no reacciono?! Ya debería de estar corriendo, pero parece que mi cerebro se apago y no me deja realizar nada. Subió mi falda hasta el final de mis muslos y comenzó a acariciarme las piernas. Yo lo miraba con cara de aterrada y de pronto reaccione. Le di un golpe en la cara y trate de levantarme rápido, pero el me detuvo de la cintura con sus fuertes brazos y me regreso al sillón.
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Después de la muerte
Novela JuvenilRosalynd es una joven de 17 años que esta pasando por una adolescencia muy difícil en donde a perdido a sus familiares mas cercanos, y ha pasado por varias tragedias en su corto tiempo de vida. Pasa la mayor parte del tiempo sola y su madre decide l...