Capítulo I

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¿No se han puesto a pensar en que pasara cuando las personas "pasan a mejor vida"? El ¿que será de ellos? o si los volveremos a ver en otra vida... Bueno, yo ahorita tengo esa inquietud.

Es tan extraña la vida, cuando menos te lo esperas, te arrebata a seres que tanto amas, y cuando menos te lo esperas, la vida te sorprende con un hermoso y pequeño regalo: la llegada de un nuevo miembro.

Y yo, ahorita estoy molesta con la vida. La odio con todo mi ser. ¿Por qué? Porque me quiere quitar a la persona mas importante, a la que mas amo, la única que me entiende y defiende. Y ahora estoy en el hospital, tomándola de la mano fuertemente.

-Mi amor- Sus ojos azulados comienzan a inundarse- Prométeme una cosa...

-Dime abuela...- Mi voz empieza a cortarse y la de ella también.

Se queda callada, y yo solo la miró esperando a que diga algo. Me sonríe y le contesto con otra sonrisa.

-Estos son mis últimos minutos- La escucho atentamente, con mis ojos inundados de lagrimas.- Me alegra que lo ultimo que vea, sea tu sonrisa mi niña.

-Abuela... No... Veras que mañana estarás en casa.- Sabía que no era así, solo quería animarla.- Por favor no digas eso abuela.

-Prométeme que siempre serás feliz- Asiento con la cabeza formando con mis labios una curva para abajo, la abrazo con cuidado y cuando me alejo ella tiene los ojos cerrados, con una ligera sonrisa en su rostro. Parece que esta en un sueño muy profundo, en donde no existen enfermedades ni maldades, solo hay pura tranquilidad y paz. Falleció.

Mi cuerpo se quedó inmóvil observándola, me era imposible reaccionar a lo que estaba sucediendo. Mis ojos comienzan a inundarse y en cuestión de segundos las lágrimas caen mojando mis mejillas. En calma me inclino y la abrazo con todas mis fuerzas. Jamas había perdido a un ser querido, y mi abuela era el ser querido al que mas quería. ¿Es feo no? Que ellos te conozcan desde tu nacimiento, y te vean crecer, aprender cosas nuevas y reírse de nuestras travesuras, cuando nosotros solo los vemos envejecer, verlos cada vez más encorvados, preocuparnos cada vez que se enferman o les aparece una nueva enfermedad, vivir con ellos sus últimos días y tener que despedirnos de ellos cuando menos lo esperamos. Se van a algún lugar muy lejos de aquí, y solo nos dejan recuerdos.

Una enfermera llega y me aparta del cuerpo ya frío, me saca del cuarto y me lleva con mis padres, ellos están mas tranquilos. Mi padre me besa la frente, y siento caer unas lagrimas en el párpado de mi ojo, y mi madre me abraza fuertemente y yo siento la necesitar de llorar aún mas fuerte. Por suerte en la sala que estábamos solos los tres.

Dos días después fue el entierro. Pocas personas fueron, pues era un día lluvioso y ademas nuestra familia es pequeña. Vino la hermana menor de mi abuela, la tía Clara, que tuvo que interrumpir sus vacaciones en Europa al recibir esta triste noticia.

Ella era igual de alegre que mi abuela, de ojos verdes, y muy atractiva. Tiene 45 años pero luce de unos 30, nunca se a teñido el cabello ni se a realizado una cirugía plástica.

Ella era la única que quedaba de 4 hermanos. El mayor, el tío David, falleció hace 2 meses mientras el iba conduciendo su carro hacia su casa le dio un infarto. La autopsia revela que el infarto no fue nada grave, y lo que en realidad provoco su muerte fue que perdió el control del carro y se estrello contra un poste. Después del tío David, seguía mi amada abuela Carol. A ella le detectaron Leucemia 5 años atrás, pero ella no quiso realizarse ningún tratamiento porque era un gasto innecesario ya que ella de todos modos, por su edad, en cualquier momento podría pasar a mejor vida.
Luego siguen las tías Clara y Susan, eran gemelas, solo que Susan llevaba siempre su cabello lacio y largo hasta la cintura, y Clara ondulado hasta los hombros pero ambas eran igual de bellas. La tía Susan era una chef reconocida por sus deliciosos postres, tenia un pequeño restaurante en el centro de la ciudad, y a la gente le gustaba ir porque era un lugar muy agradable para pasar el rato. Un día se inscribió a un concurso de cocina en donde el premio era remodelar su restaurante, ahí les daban lo ingredientes que tenían que usar para preparar su platillo: pasta, tomate, orégano, pimienta, cebolla, carne molida. ¡Orégano! Susan era alérgica al orégano pero ella no lo sabía, y como pensó que le daba buen sabor al espagueti decidió ponerle poquito mas. Al momento de probar su platillo su garganta comenzó a cerrarse, y de esa manera, la asfixio hasta llegar a su muerte.

Tantas muertes han pasado en mi pequeña familia, tan dolorosas, y no me queda nada mas que pensar en como será la mía...

Las personas de mi al rededor estaban llorando. Yo estaba llorando. Creo que era la mas dramática en el panteón. Llevaba puesto un vestido negro con unas zapatillas negras, y el cabello suelto con un pequeño listón negro.

Ya empezó el momento mas triste de la ceremonia: el entierro. Mientras bajaban la tumba de mi abuela se empezaron a escuchar a personas llorando mas fuerte. Mi madre ya no podía mas y abrazo fuertemente a mi padre, y yo me tire al suelo sin importar que estuviera lodoso por la lluvia. Llore como una niña chiquita que extraña a sus papás. Llore a gritos. Llore como si jamás en la vida hubiera llorado. Y le llore a mi abuela por 2 semanas.

Después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora