Capítulo XXI

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Prácticamente los días transcurrieron tan rápido que se fueron transformando en años. Pasé un año entero encerrada en el cuarto oscuro del miedo, sin tener a una amiga con quién hablar.

Tres veces a la semana la sirvienta me llevaba algo de comida por ordenes de Madame: Un pan viejo con un vaso de agua y una sopa.

Los demás días Lucy me llevaba, a escondidas, un plato lleno de deliciosas frutas y un vaso de jugo de naranja -tal y como lo solía hacer Emily- para que pudiera obtener vitaminas durante mi crecimiento.

Después del año, me cambiaron de habitación a uno que estaba en seguida de la de Emily. Me quitaron las esposas, y ya tenía libertad de almorzar, comer y cenar en el comedor del edificio. Todo eso ayudó para recuperar mi amistad con Em.

Descubrí que ella y yo no éramos las únicas niñas de ahí. Habían unas 12 más, la mayor en ese entonces estaba por cumplir los 18. Al cumplirlos podría salir de ahí. Yo apenas tenía 6 años y me quedaban muchos años más para poder salir...Al menos de que escapara.

Mi amistad con Emily no duro mucho, ella estaba en ese lugar porque sus padres la abandonaron ahí cuando tan solo tenía días de nacida. Cuando ella cumplió 8 años unos señores de unos 50 y tantos años la adoptaron. Se veían muy agradables y sabía que ella sería feliz en esa familia.

Ya no volví a hacer otra amiga.

Si hablaba con las demás, pero ninguna sería tan buena amiga como lo era Emily. Sin duda, ella ha sido la mejor amiga que he tenido en estas dos vidas.

¿La escuela? No la necesitaba.

Me aplicaron un examen de conocimientos generales, y todo lo pase con excelencia, pues yo ya lo había visto en mi vida pasada. Madame no estaba conforme con mis resultados, pensaba que solo fue cuestión de suerte, y me volvió a aplicar el examen 5 veces más, incluso con más contenido y a las matemáticas básicas las convirtió en cálculo diferencial e integral; el ingles en francés y la historia regional en mundial.

Termine el examen muy segura de mis respuestas, dejando a Madame con la boca abierta. Sin duda debe de pensar de que soy una niña genio. La próxima Einstein o algo así. No le quedó más que tener que acreditarme toda la primaria y secundaria..

Las niñas me pedían ayuda con las tareas, y las más flojas solo me pedían que se las hiciera por ellas, y como yo ya no tenía deberes que hacer, con gusto lo hacía.

***

En unos días estaba por cumplir 16 años; mi cuerpo era exactamente, bueno, era muy parecido al de la antigüa yo. Ya usaba sostenes, no eran igual de bonitos que los que solía usar antes, pero ya extrañaba el tener que usarlos.

¿Henric? No sabía nada sobre el.

La vez que entre a escondidas a la oficina de Madame, fue la última vez que había escuchado su voz. Y si no sabía nada de el, menos iba a saber de mi verdadera madre... muy apenas la recuerdo.

Lucy y las demás niñas del orfanato me estaban organizando una fiesta 'sorpresa', según ellas será sorpresa, pero una de mis compañeras la arruino porque me dijo dos días antes. Me dijo que fuera practicando mi cara de asombro para que las demás niñas no se decepcionaran.

Y así fue. El día de mi cumpleaños entró Lucy a mi habitación con una sonrisa traviesa, actuando como si se olvidara de mi cumpleaños.

-¿Todo bien Lucy?- Pregunte al notar que no dejaba de mirarme.

-Sí, todo perfecto.- Me sonrió mostrando pequeños surcos al lado de sus ojos.- Creo que algo estoy olvidando...- Dijo jugueteando esperando que le contestara: ¡Olvidaste mi cumpleaños!

-Mmm... No lo creo.- Dije fingiendo no ponerle mucha atención.

-¡Los frijoles! ¡Se me están quemando!

Respire hondo 3 veces seguidas haciendo un sonido con mi nariz.

-Yo no huelo nada quemado Lucy...

-¡Carol, corre! Tu eres más joven y corres más rápido que yo.

-Pero no se está quema...

-¡Corre, corre!

Me levante de mi cama y Lucy me obligo a correr a la cocina; ya tenía todo ensayado para hacer mi cara de máxima sorpresa.

Llegué a la cocina y todas las luces estaban apagadas, supuse que todas estarían allí y en cualquier momento encenderían la luz.

-¡Lucy se fue la luz!- Grité sólo por no quedarme callada.- ¡Y no se está quemando nada!

En eso se encienden cientos de pequeños fotos de todos colores que están pegados por toda las paredes de la cocina. Era como estar en una fiesta de baile de graduación o algo así de hermoso.

Poco a poco el deslumbre de los focos se iba reflejando en los rostros de las niñas y entre todas gritaron: ¡Sorpresa!

Alguien encendió la música y entre todas comenzamos una gran fiesta. La mejor sorpresa, la mejor noche y la mejor fiesta que he tenido a lo largo de mis 2 vidas.

Después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora