Capítulo IXXX

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Todos nos quedamos boquiabiertos; no se cuanto tiempo llevaría ahí parada pero ninguno de nosotros lo habíamos notado. Ella me miró y me sonrió dulcemente. No nos dejábamos de mirar a los ojos y yo ya estaba a punto de levantarme y correr a sus brazos, pero Leah nos interrumpió nuestro momento madre-hija.

-¿Cómo esta segura de que es su hija? Aún no le hemos dicho nada.

-Y no va a ser necesario que me lo digan, yo ya tengo suficiente con lo que sé.

-... ¿y que es lo qué sabe?

Suspira. Baja con cuidado las escaleras del sótano para reunirse con nosotros. Se acerca a mí, y me da un cálido abrazo seguido de un beso húmedo en la frente. Henric le puso usa silla y ella se sentó en ella. Todos quedamos sentados al rededor de la mesa.

-Alí, ¿puedes salir unos segundos?-preguntó Leah.

-¡¿Qué?! ¿Todo el tiempo estuvo Alí aquí?- exclame al mirar a Alí levantarse de un rincón mientras tomaba sus pertenencias.

Nadie contestó. Ella se retiró en silencio, y al salir, cerró la puerta ya dejándonos completamente solos.

-Muy bien, ¿comenzamos?- continuó Leah.

-Sí.-Contesté mirando a mi mamá mostrándole lo segura que era ahora.

Todos nos quedamos en silencio esperando a que ella comenzará a hablar. Ella estaba muy nerviosa y sus manos le temblaban, pero rápidamente agarró el valor y comenzó a hablar.

-Todo comenzó durante el embarazo.-se detiene un segundo para suspirar.- El medico nos dijo a tú padre y a mi que podría tener complicaciones durante el embarazo; incluso que podrías nacer con algún síndrome o algo parecido. Pero cuando naciste, te veías tan hermosa, tan normal. No tenías nada en absoluto. Todo cambió cuando comenzaste a hablar. La primera vez que te escuche hablar, no sólo dijiste una palabra, dijiste un enunciado entero. Uno normalmente espera escuchar de su bebé decir "mamá" o "papá", pero lo que tu dijiste fue: "Yo no soy Rosalynd, y ustedes no son mis padres."

-No lo recuerdo.- dije llevando mi mano a la boca mientras miraba al piso.

-Después de eso empezaste a hablar más. Habían noches en las que hablabas mientras dormías. Decías cosas como: "Necesito encontrar a mi verdadera madre." "Necesito volver." "Sigo viva."- Se detuvo unos segundos. Todos nos quedamos en silencio esperando a que continuara. Yo recuerdo que esa era mi meta siendo Carol: que al aprender a hablar, eso sería lo primero que diría.

- La primer palabra de Caro... Rosalynd, fue "mamá". -Dijo Henric muy integrado a la conversación.

-Pues aunque no lo crean, -interrumpo- Yo recuerdo ese día.

-¿Sí? -Me pregunta Henric asombrado de mi fantástica memoria.

-Si, ese día fue el día de mi cumpleaños.- Henric me miraba con gesto de aprobación y de asombro al mismo tiempo.- Estábamos solos los tres, y en eso entraste tú- dirijo la mirada a mi mamá- porque se te había olvidado tu bolso. Ahí era cuando tenía que decir algo, para que no te alejaras de mi de nuevo...

-O sea, deja lo razono bien, cuando dijiste "mamá" no fue por Karen, fue por ella...- desvió rapido su mirada a mi mamá.

-Sí. - afirme.

-Ahora todo tiene sentido.

-Lo que no tiene sentido, es ¿Por que siempre mueres a los 17?- Interrumpe Leah mientras lee algo en su laptop.

-¡¿Qué?!

-En este tiempo, estuve investigando, y noté ese pequeño detalle.

-¡O sea! ¡¿Ya me voy a morir?!- Dije perdiendo el control, la ansiedad se apoderó de mi.

-No, te queda un año más.- dijo queriendo hacerse la chistosa.

-No juegues con eso.- Dijo Henric defendiéndome.

-Lo siento, ya me harté de tanta seriedad.

-¿Y no hay alguna posibilidad de que NO muera?- continúe con el tema.

-No lo sé... Lo siento Ross. Sólo se que todas las otras "tu" siempre fallecen a la misma edad.

Henric se acercó a mi y apoyó su mano en mi hombro.

-Pero... aún nos falta saber a que edad murió tu mamá, ¿no?- Mire a Henric como si su respuesta fuera la más valiosa.

-¡Cierto! Tenemos que esperar a que nos agregue mi papá. - Dijo con cierta esperanza.

Lo amo. El es el mejor papá del mundo, o hijo... o lo que sea, lo importante es que de alguna forma somos familia, y es de las personas más importantes que tengo y que se que nunca me dejará sola.

Le di un fuerte abrazo y corrí a la laptop más cercana para entrar a Moonit. Ingrese rápido mi nombre de usuario y la contraseña y no espere nada para entrar a la bandeja de entrada.

Y ahí fue cuando iba a tener todas las respuestas que me hacían falta...


Después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora