Capítulo VIII

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Desperté en una habitación blanca, la luz me cegaba los ojos. Me dolía la cabeza y el cuerpo entero. Empecé a gemir del dolor, era insoportable. Estaba en el hospital.

-Mi vida, ¿Como te sientes?- Mi madre me dijo llorando en seguida de mi.

-¡Y el señor Grenville! ¡¿Lo arrestaron?!

Mi madre bajó la cabeza, moviéndola hacia los dados.

-¡¿No?!

-Cuando llegamos, no estaba, solo te encontramos tirada en el suelo. Arrestaron a su recepcionista.

-¡Mamá! Perdón por no avisarte- me solté llorando.- Yo solo quería hablar con el, nunca imagine lo que me iba a hacer.

-Tranquila cariño, ya lo superaremos.- Me besó la frente y lloramos juntas.

En ese momento entró la enfermera, y la reconocí de inmediato.

- ¡Hola Leah!- dije emocionada al verla, mientras me limpiaba las lágrimas.

-¡Rosalynd! ¿Como sigues? Te traje este ungüento para tus golpes.

-Mi cabeza va a explotar.

-Al parecer, te han golpeado muy fuerte en el cráneo, por suerte no tuviste ningún tipo de fractura.- Buscó algo en un cajón que estaba en el buró de al lado.- Toma Rosy, te quitara el dolor y las molestias que tengas.

-Gracias.

En eso, entro un Policía a mi cuarto.

- Hola buenas tardes, ¿Puedo pasar?- Dijo tocando la puerta que estaba abierta.

-Si, adelante.- Dijo mi madre.

La habitación estaba llena, ya no cabía ni una hormiga mas.

-Hola buenas tardes, soy el agente Bruce Jonas.- Saludó de mano a mi mamá.- ¿Me da permiso de hablar con su hija a solas?

Mi mamá me miró y con los ojos le dije que no lo hiciera. Yo ya no quería estar a solas con un hombre.

-¿No hay problema si me quedó?- Dijo me madre.

-Esta bien.- miró uno de los papeles que tenía en la mano y leyó un nombre.- Señorita Rosa...Rosalynd.- le costó trabajo leerlo bien.- Quiero informarle que han encontrado a Thomas Grenville, lo encontraron a unas cuadras de su consultorio.- di un gran suspiro, me siento aliviada.- Mañana tendrás que presentarte en la corte y contar lo que paso si quieres que lo encierren en la cárcel.

Oh Dios, no quiero ir...

- Eh escuchado que contrató a un excelente abogado. Entonces necesito que vayas mañana sin falta, y cuentes todo tal y como paso, todo lo extraño que notabas en el, necesito que digas todo.

-Ok. ¿Pero y si aun no salgo de el hospital?

-Hoy te vamos a dar de alta Rosalynd.- Interrumpió Leah.

-Mañana te veo en la corte, mucho gusto, tengo que retirarme.- Se levanto y se fue deprisa.

***

Al llegar a mi casa fui directo a mi cuarto y me deje caer en mi cama. No pude controlar las lágrimas y lloré abrazando mi almohada hasta quedarme dormida.

Siempre usas faldas lindas Rosalynd...
Tienes piernas bonitas, no tienes que esconderlas...
No tienes salida...

-¡Suéltame! ¡No me toques! ¡Ya déjame!

Me desperté de un brinco gritando, y después de un rato me controle. No podía seguir con mi vida, ya esta arruinada y nada lo podría arreglar, ni siquiera un milagro, me di cuenta de que no existen.

Me levante de mi cama y baje a la cocina, tome un vaso con agua y subí a mi cuarto. Deje el vaso en el buró, y abrí el cajón, metí la mano al final del cajón y tomé las pastillas que me había dado el maldito señor Grenville. Vacié todas en mi mano y sin pensarlo, me eché todas a la boca y le tomé al agua hasta que pasaron todas la pastillas. Me acosté en mi cama y me quede mirando el techo esperando a que las pastillas hicieran el efecto que quería. En eso entró mi madre al cuarto.

-¡Mi amor! ¿Que haces despierta a las 3am?

-Intento suicidarme.- Dije ya con la vista nublada, sin saber lo que salía de mi boca. Las pastillas estaban haciendo efecto.

-¡¿Que?!.- mi mamá vio el bote de las pastillas.- ¡¿Rosalynd, de donde las sacaste?! ¡Ven, vamos al hospital!

Me ayudo a levantarme y puso mi brazo atrás de su cuello para poder detenerme mejor. Las pastillas estaban haciendo efecto rápido y yo ya no podía caminar del todo bien. Me subió a la camioneta y luego manejo lo mas rápido que pudo hasta el hospital, se pasaba los semáforos en rojo y adelantaba a los carros. Llegamos al hospital a la sala de emergencias y me subieron a una camilla. Yo ya estaba casi inconsciente. Mi madre estaba llorando y de pronto me arrepentí de haber hecho esto. Solo veía como me apartaban de ella, y ella estaba aferrada a mi, no quería soltarme, y yo ya estaba demasiado débil, ya no podía hacer ningún tipo de movimiento. Solo con mi vista ya nublada, podía ver mis últimas imágenes.

Fui egoísta, solo pensé en mi, nunca paso en mi mente el daño que le dejaría a mi madre. Nunca pensé en que dejaría a mi madre sola por completo. Yo era lo único que le quedaba. Nadie más. Nunca pensé en que ella perdería a 3 familiares en 1 mes, y en el sufrimiento que le dejaría. Pero ya era tarde. Quisiera regresar el tiempo, pero hay que ser realistas, eso jamás se podrá y estoy viviendo mis últimos segundos de vida acostada en una camilla del hospital sin poder realizar algún movimiento y todo esto es por una tontería que he cometido sin antes haberlo pensado. Di mi último suspiro, y mis ojos se cerraron llevándome a una obscura habitación. De pronto supe que la muerte había llegado a mi, pero no de la forma que me lo imaginaba...

Después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora