Perdí la noción del tiempo. ¿Cuanto tiempo habrá transcurrido desde aquel accidente? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas? No lo se. Ya era momento de despertar. De abandonar ese coma y seguir adelante, enfrentar mis problemas. Henric estará preocupado por mi. Y así que decidí despertar.
¡Un momento! Ay algo extraño aquí. Por más que intento abrir los ojos no puedo, sólo hay oscuridad. Me toco las pupilas para asegurarme de que estoy abriendo los ojos y puedo sentir el movimiento de mis pestañas. Estoy en un cuarto oscuro. O ¿Estoy en el cuarto oscuro del miedo? ¿Otra vez? ¿Cómo llegue aquí? Exploro mi cuerpo hasta sentir las gasas que cubren mi herida en un costado de mi abdomen. Duele. Incluso logro sentir algo húmedo, no se si se trate de sangre, pues no puedo ver el color de ese misterioso líquido.
Gemí del dolor. Comenzaba a desesperarme. Quería muchas respuestas en este momento. No se si hay alguien más en esta habitación o lugar en este momento. Todo esta tan silencioso. Sólo puedo escuchar mi respiración, acelerada.
Deslizo ambos brazos hacia los costados para saber el tamaño de la cama en el la que estoy acostada. Mis brazos no se estiran mucho, pues es una cama individual, pero descubrí que no es de hospital. Ni del orfanato. Las sábanas son de seda y mi mano se desliza fácilmente sobre ellas. Toqué mi ropa, y me di cuenta de que aún llevo puesta la bata del hospital.
¿En donde estoy? Si estuviera en un hospital, lograría ver pequeños foquitos de todas los aparatos que utilizan aquí. Pero no hay nada con luz. toda la habitación esta en completa oscuridad. Da igual si tengo abiertos o cerrados los ojos. No veo nada.
No estoy encadenada ni tengo cosas conectadas a mi cuerpo. Pero me da miedo bajarme de la cama. No se que cosas puedan haber en el suelo. Estoy perdiendo la paciencia. Quiero salir de este desconocido lugar. Me senté con las piernas cruzadas, me senté tan rápido que me lastime la herida.
-¡Ay!- gemí. Presiono la herida con ambas manos sintiendo que un líquido bajaba lentamente entre ellas hasta sentirlas por completo mojadas. -¡Ayuda! Estoy perdiendo mucha sangre. ¡Por favor, alguien venga!
Las lágrimas salieron sin pensar de mis ojos, una tras otra. Tenía miedo, no sabría quién vendría a ayudarme... o quizá no querría ayudarme... Tantas cosas pasan por mi mente que ya no se ni en que poder pensar.
Mi respiración se detuvo cuando escuche que abrieron una puerta. Se escuchaba lentamente un ruido chillante de esa vieja puerta. Mientras se iba abriendo, entraba poco a poco un rayo de luz. En la puerta había la sombra de un hombre. Bajó unos escalones y se detuvo para encender la luz.
-¿Papá?- Enfoco mis ojos para asegurarme de que sea Henric. -¡Papá!
-¡Ya despertaste!- Sonrió y se regreso por donde vino. Al momento regresó con un medico y 2 enfermeras.
Todos bajaron corriendo hasta llegar a mi. Mire hacia los lados, y pude notar que estaban todas esas máquina que están en los hospitales... pero estaban todas apagadas.
Las enfermeras me atendieron mientras el Doctor revisaba las máquinas.
-Señor Roberts.- Dijo el médico.
-¿Sí?
-Me temo decirle que alguien ha entrado a esta habitación.
-¿Que?
-Ese alguien, quiso matar a su hija. Desconectó todas las máquinas y le quitó el suero que tenía en el brazo. Es un milagro que siga viva.- Dijo mientras conectaba y encendía todas las máquinas. -¿Tienes mucho tiempo despierta, querida?
-No se, creo que unos cuantos minutos.
-Y ¿No escuchaste algún ruido?
-No, lo único que escuchaba era mi propia respiración. ¿Cuando fue la última vez que alguien entro aquí?- Hice una mueca y sacudí mi cabeza como si tratara de borrar lo que acabo de decir.- Mas bien, ¿Por que estoy en este lugar?
-Es nuestro nuevo hogar, Carol.- Contesto Henric- Estamos en el sótano, te saqué a escondidas del hospital. Por eso es que estamos aquí escondidos, pero al parecer alguien te ha encontrado.
-¿Cuanto tiempo estuve en coma?
-Tres semanas, querida.-Contestó el doctor.- Se me hace extraño que alguien entrara, puesto que todos estamos cerca de la puerta, y sólo nosotros nos hemos acercado a ella. ¿No hay otra forma de entrar a este lugar, Señor Roberts?
-No tengo idea, alquile este lugar hace 1 mes, y no he tenido tiempo para buscar entradas secretas.
-¿Y Karen? ¿En donde esta?
-Alemania. Nos separamos y se fue allá, con su nuevo novio.
-¿Tiene cámaras de seguridad, Señor Roberts?-Interrumpió el doctor.
-Aquí en el sótano no. Pero en el pasillo si hay una.
-¡Vallamos a revisarla!
Ambos salieron de la habitación, y me dejaron a solas con ambas enfermeras.
Eran muy amables, tienen unos 40 y pocos o menos. Una es albina con ojos grises muy bonitos. Y la otra es asiática con un cabello negro brilloso. Me están limpiando la herida con tanta delicadeza. Ellas si que aman su trabajo.
-¿Ali me podrías pasar una gasa nueva, por favor?- Preguntó la asiática.
-¡Creo que se han acabado!
-Ahora que lo recuerdo, el señor Roberts trajo unas nuevas, deben de estar en la mesa del comedor. Si no están ahí, búscalas en su carro.
-Si.
Ali salió del sótano en busca de las gasas.
-¿Cómo te sientes, linda?- Me preguntó.
-Me arde.
-Pronto sanara tu herida, no te preocupes.
-Oye Leah, ¿No sabes en donde están las llaves del coche?- Interrumpió Ali... ¡Leah! Tanto tiempo sin verla, ya ni la reconocía.
-Oh... no tengo idea. Tal vez y están en la mesita de la entrada.
Ali salió de nuevo.
-¿Eres Leah?- No pude contenerme, tenía que preguntarlo.
-Si, cariño. ¿Por que?
-Me han dicho que eres una excelente enfermera.- No le podía decir la verdad. Ella sonrío y se acerco a mi. Me tomó de la mano.
-Linda, ya no tienes que ocultarlo más.
-¿Ocultar qué?
-Se que eres Rosalynd.
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Después de la muerte
Teen FictionRosalynd es una joven de 17 años que esta pasando por una adolescencia muy difícil en donde a perdido a sus familiares mas cercanos, y ha pasado por varias tragedias en su corto tiempo de vida. Pasa la mayor parte del tiempo sola y su madre decide l...