Capitulo XV

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Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Antes era pura felicidad y amor, se podría decir que éramos la mejor familia del mundo, mis padres me amaban y yo los amaba a ellos. Todo era perfecto. Era.

Ahora los días son grises, mi padres peleaban constantemente y mi madre dejó de quererme, dejó de preocuparse por mi, dejó de ser feliz. Henric pasaba la mayor parte de su tiempo libre a mi lado, el me hacía la compañía que tanto necesitaba. Me siento sola. Y tan solo tengo 5 años y medio.

Henric y yo nos estábamos hartando de esta triste situación, nuestra familia se estaba separando y sinceramente yo extrañaba a la Karen de antes, a los abrazos que me daban los dos al mismo tiempo y de todas las cosas que hacíamos juntas. La verdad es muy necesario el amor de una madre, y yo... la estaba perdiendo. En este momento preferiría no tener madre, a tener una y que no me quisiera, eso es el peor sentimiento del mundo: ser rechazado por tu mamá.

Un viernes en la noche yo estaba muy entretenida jugando con mis muñecas en la sala de la televisión, tenía muchas muñecas y con todas jugaba, tenía la mansión de Barbie y ahí duraba horas jugando entretenida. Incluso Henric jugaba conmigo, el se había comprado la colección de juguetes de los Avengers solo para jugar conmigo. Esta noche era una de esas en las que nos inspirábamos tanto jugando que construíamos 'fuertes' con los cojines de la sala y terminábamos haciendo un gran desastre en la sala.

-¡Papi hay que hacer el fuerte más grande del mundo! -grite con tanta emoción por hacerlo.

-¿Que tal si me traigo todos los cojines de la casa?

-¡Si, si, si!- brinque por toda la sala emocionada de nuestro proyecto.

Henric salió de la sala para ir por algunos cojines y yo me quede construyendo nuestro fuerte. Moví muebles e hice todo lo posible para quedara perfecto, pero en eso entró Karen a la sala.

-¡¿Qué diablos estás haciendo niñita?!- Sin dejarme darle una explicación ella se acercó a mi y me tomó del pelo y me miró cara a cara.-¡Ya estoy harta de ti! ¡Primero haces que pierda un bebé, y ¿Ahora tengo que limpiar todos los desastres que haces?! ¡Limpia este desastre y en seguida te encierras en tu habitación!

-¡Pero, mamá no!- le supliqué con lágrimas en los ojos.

-No me llames así, que hace mucho deje de serlo.- Me miró con recelo.- ¡¿Qué esperas?! ¡Ponte a limpiar todo este desastre!

-¡¿Que esta pasando aquí?!- Interrumpió Henric mientras sostenía en sus brazos más cojines para nuestro fuerte.

-¿Tú también?- Preguntó mientras lo miraba de pies a cabeza cargando los cojines.

-Estábamos jugando. Si no te molesta, con permiso.

-¿Me estás corriendo de mi sala?- dijo indignada.

-Tienes visitas Karen.- Interrumpió Selene.- Disculpen por interrumpirlos.- Agachó la cabeza en muestra de disculpa.

-¿Es... el?

-Si señor, los espera en la sala principal.

-Karen, ven, esto es algo importante.- Henric le tendió la mano y ella sólo lo miro dudando.- Por favor.- Se le dulcifico la mirada y Karen se rindió y le tomo de la mano.

Los dos salieron de la sala de la televisión y se dirigieron a la sala principal. Escuché la voz de un señor ofreciéndole ayuda para superar la muerte de su bebé y una terapia familiar por todas las discusiones que hemos tenido últimamente.

Primero hablo en privado con Karen y duró unos 45 minutos cuando me hablaron para hacernos una entrevista en general.

-Que linda niña, ¿Cuál es su edad?- dijo en todo amable.

-Cinco -Conteste.

-¿Es correcta su edad? -Le pregunta a mis padres dudando de mi respuesta.

-Si señor. Es muy inteligente.- contestó Henric orgulloso de mi.

-¡Waw! Me sorprendes pequeña, gracias, solo quería conocer a la familia completa, ya puedes seguir jugando pequeña.- Me miró con gesto aprobatorio y en seguida corrí a mi cuarto a jugar con mi mini piano.

Me encantaba mi piano, era color rosa pastel de cola tamaño miniatura, aprendí a tocar la de 'estrellita' y una que otra vez tocaba lo que mi corazón sentía, me sentía como si estuviera dando un concierto de Mozart aunque ya sabía que mis notas no tenían ningún sentido ni melodía. En seguida escuche pasos afuera de mi habitación haciendo terminar toda la inspiración que tenía.

-Toc toc- Una voz masculina dijo mientras tocaba la puerta de mi habitación. Yo sin contestar, el abrió la puerta.- Disculpa, ¿En donde está el baño?

-Esta en la puerta que está atrás de ti.- le conteste amablemente pero el entró a mi habitación y cerro la puerta. Reí.

-¡No! ¡Te equivocaste, es la otra puerta! ¡Mi cuarto no es un baño!- Dije riendo inocentemente.

-Ya lo sé. Sabes...- Daba pasos lentos hacia mi y pude notar que su mirada se obscureció.- Te conozco de algún lugar, casi no hay niñas así de bonitas como tú.

Hizo un movimiento rápido y ágil y con su mano de dedos largos me cubrió la boca evitando que las palabras y gritos salieran de mi.- Vamos a jugar a mi juego favorito, tu no hablas y yo te hago..."cosquillas". Haber cuanto resistes.

Mientras lloraba y hacía intentos inútiles por escapar, el tomó un pañuelo blanco del bolsillo de su pantalón y me lo amarró en la boca. Me sentó boca abajo en sus piernas mientras me desabrochaba el vestido azul cielo que llevaba puesto. Me quitó el vestido dejándome solo en calzoncillos y sandalias. Yo no dejaba de llorar. El me miraba lujurioso con deseo y ganas de hacerme de todo, menos "cosquillas". Lo mire fijamente pidiéndole piedad con mi mirada, su jueguito no me estaba gustando. Me adentre tanto en su mirada que algo extraño paso por mi mente: varios recuerdos pasaron dentro de mi, varias imágenes de una adolecente riendo con sus papás, era una chica muy feliz, pero en un instante me atacaron recuerdos obscuros, entre ellos aparecía este señor atacándola en un sillón junto a una chimenea, después aparecen imágenes en un hospital, y finalmente, de un bebé. Era yo. No soy Carol, soy Rosalynd atrapada en este cuerpecito. Había olvidado por completo mi pasado. Esta no es mi verdadera familia. Y este señor no debería de estar aquí, debería de estar encerrado en la cárcel, pagando por lo que me a echo. Pero el esta aquí, atacándome de nuevo.

Después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora