Capitulo VI

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Pasamos la mayor parte del día en el hospital esperando a recibir alguna noticia de mi papá, pero los Médicos nos decían que solo teníamos que esperar a que despertara.

Yo no podía explicar como me sentía en ese momento. ¿Por que la vida me trata así? Yo solo quiero tener una vida normal. Quisiera ser como las demás chicas de mi escuela que en vez de estar preocupadas en ver que ropa es adecuada para un funeral, ellas se preocupan para ver que ponerse en algún concierto de sus ídolos. Y después de tanto pensar y de reclamarle a Dios por mi desgraciada vida, le dije a mi mamá.

-Llévame con el señor Grenville. Te lo suplico.- Le dije juntando mis manos para que notara que si quería que me llevara.

-¿Ya?- Dijo asombrada.

-¡Si mamá, por favor!- Le seguí insistiendo.

-Ok..- Nos levantamos del sillón de la sala de espera y fuimos caminando hacia el carro. Mi mamá apenas iba a abrir la puerta y me dijo:

-Mi amor, ¿Estás segura de que quieres ir? No hemos sacado cita.

-Si mamá, ya me la arreglaré con la secretaria.- Contesté segura de lo que decía.

Recorrimos un largo trayecto hasta llegar al consultorio del señor Grenville, y al llegar yo me baje de la camioneta y mi mamá se quedo esperando dentro. Entré y fui directo a la secretaria que estaba masticando una goma de mascar con su bocotota abierta y dije:

-Hola, vengo a ver al señor Grenville, no tengo cita. ¿No hay problema?

-Este... Mm... El esta ocupado ahorita..-Contesto con su voz chillona.

-Solo pasare a decirle algo rápido.- Corrí directo a la puerta de su consultorio y mientras abría la puerta la secretaria gritaba como histérica.

-¡Jovensita! ¡¿Que está haciendo?! ¡No abra la puert...!- Ups, demasiado tarde, ya había abierto la puerta de par en par y se escucho un pequeño grito de una mujer que estaba adentro. Me quede en shock sosteniendo la puerta.

Estaba el señor Grenville con una mujer en su sala en frente de la fogata. La mujer no tenia camisa puesta y se cubrió inmediatamente con un cojín de la sala. Cerré la puerta y miré a la secretaria asustada.

-Se lo dije señorita, ¡Ahora el señor Grenville me va a correr!- Dijo asustada agarrandose la cabeza.

-¡¿Que?! ¡No! ¡Lo siento mucho! ¡Yo no sabía!

De pronto la puerta del consultorio se abrió y salió la mujer, y pude notar que era la misma mujer de el otro día con su mini falda.

-¡Ya me siento mejor señor Grenville, mañana continuamos con mi sesión!- Grito la vieja esa.

Y como si nada hubiera pasado, me saludo.

-¡Señorita Kesterson! Me alegra verla de nuevo por aquí.- Me tendió la mano, pero yo lo ignoré.

-Hola.

-¿Aun no a cambiado su actitud, cierto? Por favor, pase.

Ya no tenía ganas de pasar al saber lo que hace con la señora de faldas cortas, me hizo señas de que me sentara en la sala, pero decidí quedarme de pie.

-¿Que la trae por aquí señorita Kesterson?- me dijo extrañado.- ¿Que tal su regresó a clases?

-Hoy iba a regresar, y todo iba bien, pero tuvo un accidente mi padre y esta en coma en el hospital.- dije llorando.

-Oh... Lo siento mucho. Todo saldrá bien.-Se levanto del sillón y se fue a su escritorio.- Y cuéntame, ¿Cuanto tiempo duermes?

-Como 4 horas, pero no constantes. Cualquier ruido me despierta y tardo unos minutos en volver a conciliar el sueño.

-¿Estas tomando algún medicamento?

-No.

Inmediatamente empezó a buscar algo en sus cajones hasta en encontró una cajita blanca.

-Esto no debería de dártelo, por el hecho de que eres menor de edad. Pero tómalas.- Extendió su mano y me dio la caja, eran unas pastillas.- Tómate la mitad de una pastilla 20 minutos antes de dormirte. Con eso tendrás para dormir toda la noche.

-Gracias.

-Necesitas descansar Rosalynd. Yo le avisare a tu madre lo de las pastillas.

Y de pronto recordé que mi madre me estaba esperando en la camioneta.

-Muchas gracias, olvide que mi mamá me estaba esperando en el estacionamiento. ¿Cuando será mi próxima sesión?

-El jueves te espero aquí. Buena suerte Rosalynd, eres muy bonita para estar siempre triste. Ya no estés así.

Me ruborice sin saber que contestarle, y solo le di una pequeña sonrisa y me fui. Al caminar a la camioneta mi autoestima iba subiendo rápidamente. Ya pensaba en que sería una nueva Rosalynd. Me subí a la camioneta, y le conté a mi madre lo que me dijo el señor Grenville, pero unos minutos después al darme cuenta de que mi madre no me respondía, la miré y pude notar que estaba llorando.

-¿Mamá..Que paso?- Le dije mientras le hacia el cabello a un lado para verla mejor.

-Mi amor...- Se agarró de el volante y se recargo en sus manos. Empezó a llorar mas y mas. La única vez que la había visto así, fue en... el funeral de mi abuela.

-¡Mamá! ¡¿Que paso?!-Le grite asustada, y mis lágrimas salieron en menos de un segundo.-¡Mamá! ¡Contéstame por favor!

Ella sin contestarme me paso su celular que tenía un mensaje abierto. decía:

De: Hospital de Phoenix
Mensaje:
Lo sentimos. Su esposo falleció durante la cirugía. Solicitamos su presencia inmediatamente.

No podía con la noticia. Ya era demasiado para mi. Dos muertes de personas importantes en menos de un mes, no lo podía creer. Ya estaba destrozada. Las pocas ganas que tenia de vivir se las llevó el viento a un lugar muy lejos de aquí. Tendría que ocurrir algún milagro para que me re-animara por completo, pero yo se que nada de eso pasaría.

Miré a mi madre, ella aun no se recuperaba. La abracé fuertemente y lloré en su hombro. Ahora solo quedábamos ella y yo. Solas.

Decidimos tomar un taxi hacia el hospital, mi mamá no estaba en condiciones de manejar. Al llegar miro a Leah de reojo y me hace un gesto con la cara diciéndome "lo siento", pero no me detengo y sigo caminando.

Al día siguiente, me vuelo a poner lo mismo que use en el funeral de mi abuela. Lo único diferente es que hoy no esta lloviendo. Somos pocas personas, solo mi madre y yo éramos familiares, los demás eran compañeros de trabajo de mi padre.

-Hola, buenas tardes.-Dije a los que nos acompañaron.- Quiero agradecerles por estar en este momento tan importante para mi familia.- Mis ojos se inundan.- Gracias por acompañarnos en este momento, a mi madre, a mi, y...- Se me corta la voz.- a mi padre, mi querido padre.- Mis lagrimas empiezan a caer una tras otra sin parar y batallo para hablar.- El me enseñó tantas cosas....- Mis lagrimas salieron sin control y mi madre llego y me abrazo con fuerza.

-Te amo cielo.- Me dijo al oído.- Ya no sigas si no quieres bebe.

Yo si quería, pero mis lagrimas no me dejaban hablar.

Después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora