Parte 1

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La vida busca la manera de ajustar las cuentas vencidas, siempre. No importa cuando intentes huir de tu pasado, en algún momento, te alcanzará.

Kim Seungmin conoció a su más grande amor una madrugada de verano. Pero no era una noche normal. Mientras afuera había una tormenta que arrasaba la costa, dentro de la habitación del hospital el llanto de un pequeño bebé lo hizo sonreír, a pesar de estar agotado.

— Es precioso —le dijo su padre al entrar a verlos. El bebé sucionaba su fórmula con desesperación—. Hola, pequeño SukYeol... —dijo a la criaturita, antes de mirar a su hijo— Serás un gran padre, Seungmin.

El jovencito observó a su bebé por unos segundos, era precioso, pequeñito y llorón, pero adorable. Había nacido en pleno verano, en una noche de lluvia. Ver a su hijo por primera vez lo hizo realmente feliz, sin embargo, no podía evitar sentirse angustiado con la idea de que estaba solo en esa tarea. Lo peor de todo era saber que era así por su propia decisión. Hyunjin ni siquiera sabía que tenían un hijo, no iba a conocerlo, pero se imaginaba lo mucho que le hubiera gustado al pelinegro estar presente en el nacimiento de Sukyeol.

— ¿Crees que puedo lograrlo? — Preguntó a su padre, quien asintió, acariciando sus cabellos.

— Todo pasará muy rápido, Seungmin. Ahora es pequeñito, pero irá creciendo en un parpadeo, cuando menos te des cuenta, será un chico grande y feliz. Y tú creceras con él.

Como si fuera el presagio de algún libro de texto, el tiempo decidió encarrerarse y hacer de las suyas; el reto de ser padre era algo maravilloso, aunque complicado. Los primeros meses había sido cuestión de adaptarse a los desvelos por llantos. Seungmin se vio a sí mismo convirtiendose en un hablante del idioma infantil, teniendo que usar el ingenio para descubrir que era lo que su hijo necesitaba; si tenía hambre, sed, sueño, un pañal sucio, si le dolía algo o simplemente quería cariño. Acostumbrarse fue relativamente rápido.

Sin embargo, la etapa número dos llegó cuando SukYeol gateaba, se sentaba solo y próximamente daba sus primeros pasos, sus primeras palabras y travesuras de bebé. Era un niño inquieto y risueño, pero eso mismo lo volvió un desafío. Tenía que mantenerlo siempre vigilado, de lo contrario terminaba encontrandolo en medio de sus fechorías. Adaptarse a cada cambio se volvió costumbre, aunque era como si cada vez que se volvía experto en algo aparecía otra etapa en la vida de Sukyeol para la que no estaba preparado.

Lo más difícil de todo era, que a medida que su hijo crecía, no podía evitar pensar en que Hyunjin también estaba creciendo. Sabía que para el cumpleaños número uno de SukYeol, Hyunjin estaba dando inicio a la universidad, tal vez en alguna facultad de medicina. Cuando el niño cumplió dos años, sería el segundo año de la carrera del padre que no conocía. Se imaginaba como sería Hyunjin en ese tiempo, quizá más maduro, tal vez comenzando a verse como adulto. Ambos tenían casi veinte años y un bebé juguetón y travieso qué, a medida que crecía, demostraba ser demasiado listo y astuto.

Tal como el señor Kim había prometido, a Sukyeol no le estaba faltando nada. Tenían una vida cómoda, emocionalmente estable y también alejada de los problemas. Seungmin había elegido una carrera corta, con amplitud para encontrar un empleo, de manera que pudieran hacerse su propio camino algún día.

En su tercer cumpleaños, SukYeol comenzó el preescolar. Sus habilidades sociales le resultaron impresionantes tanto a Seungmin como al señor Kim, dado que en su familia era habitual tener dificultades para hacer amigos, pero SukYeol lo hacía muy rápido, a pesar de ser tan pequeño. De nuevo, Seungmin sabía que eso se lo debía a Hyunjin. Era un niño de cabellos azabache, piel blanca, ojos castaños y mucho carisma, un pequeño clon de Hwang Hyunjin. Le había dado una réplica a exacta, y aún no sabía si eso le consolaba o le dolía.

A finales del cuarto año de vida de su hijo, concluyó su pequeña carrera y fue entonces cuándo comenzó a buscar campos de trabajo que le permitieran laborar media jornada para no tener que descuidar al infante. Su padre le ayudaba demasiado, puesto que trabajaba desde casa, pero él quería que Sukyeol supiera que estaría presente para cuando la necesitara.





PARTE 1

Efectivamente vivo con la divina adivinanza》




— Tengo una oferta —Exclamó Seungmin, pocos meses antes de que su hijo cumpliera cinco años. El niño que coloreaba en su mesita en la sala, y su padre que preparaba la cena, voltearon a verle con interés.

— ¿Cumple con tus expectativas? —Preguntó el hombre, sin dejar de mover las verduras. Seungmin asintió mirando la pantalla de su computadora— ¿Pasa algo malo?

Antes de responder, Seungmin notó que su hijo prestaba cuidadosa atención a la charla. Era esa clase de niño, curioso y entrometido. Sonrió.

— SukYeol, cielo, ve a tu habitación a seguir pintando. El abuelo y yo necesitamos charlar.

El pequeño pelinegro se puso de pie inmediatamente, frunció el ceño al no ser incluido en la conversación, pero obediente al fin de cuentas, se retiró llevándose su dibujo consigo. El señor Kim apagó las hornillas, listo para tener una conversación.

— Dime todo.

— Me ofrecen una plaza en Seúl. Es la empresa de los padres de Jeongin, él mismo trabaja ahí y me ofrecen un buen puesto. El trabajo incluye muy buenas prestaciones e incluso la suscripción de una línea escolar muy buena para SukYeol.

— Suena grandioso —asintió el hombre, mirándolo con una sonrisa—, además es con tu amigo. Volver a Seúl nunca ha sido una mala idea. Tenemos un hogar ahí.

— No podríamos ir a esa casa —le dijo—. Me quedaría muy lejos. ¿Crees que pudiéramos tomar la casa que tenías en el distrito Centro? Esa sería ideal.

— Es buena idea —sonrió con sinceridad, pensando en la cantidad de personas en Seúl que no había vuelto a ver. Seungmin hizo lo mismo, incluso había suspirado sin darse cuenta—. Sobre eso —meditó, su hijo sabía a los que iba—, si vuelves a Seúl...

— Si vas a decir que allí está Hyunjin, no lo hagas —le suplicó, pero su padre le miró con reproche.

— Quisiste salir para no saber nada de él, y volver allá te da una gran probabilidad de enterarte, aunque sea, de lo que hace.

— Seúl es inmenso, papá. Además, han pasado casi seis años, SukYeol va cumplir cinco años, yo veintitrés. Él irá a preescolar y yo a trabajar. Estaré ocupado con asuntos preescolares, laborables y en la crianza de un niño pequeño. No tendré tiempo para enterarme de nada y mucho menos lamentarme por el pasado... —suspiró cansado de hablar— Antes no conocí a Hyunjin sino hasta que llegué a su colegio. Esta vez eso no va a suceder. Y más importante aún, Hyunjin ya no está en mi vida. Lo más seguro es que ni siquiera se acuerde de mí. Para él... soy solo una parte de su pasado adolescente.

— Pero tienen un hijo.

— Y eso él no lo sabe —le aseguró con autosuficiencia—, ni lo va a saber nunca.

El señor Kim suspiró, dándose por vencido. Había prometido apoyar a Seungmin en absolutamente todo lo que decidiera y debía cumplir con eso, era lo mínimo que podía hacer para compensar su mala paternidad del pasado.

— Está bien, entonces si decides aceptar ese empleo, avísame para que hagamos las maletas y volvamos.

Como Yo Te Quiero (HyunMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora