1. L

50 7 3
                                    

¿Sabes cómo luce un dementor?
¿Has leído sobre ello?

(Pues deberías, es cultura general)

Frente al ventanal de la casa parecía haber uno.

No.

Al parpadear desapareció.
Lo atribuí a mi mala vista durante un tiempo.

Al volverse constante, tuve que ir al oftalmólogo. No era nada. Mi vista está perfectamente bien.

Eso creía.

Después visite el psicólogo, y del psicólogo al psiquiatra. Recibí medicación, de por vida.

En mi vida actual, lo volví a ver cuándo mamá y yo tomábamos el desayuno.

Me quedé en shock.

Un... un...

— ¿Qué pasa?

Antes de que mamá girará la cabeza, le cubrí los ojos con las manos.
Lo único que me separaba de esa cosa, espectro o lo que sea.
Era el cristal delgado de la ventana.

Tenía unas enormes ganas de llorar.

—¿Amara?
Estas... me asustas.

— Perdón... es que... — Su presencia me afecta de una manera que no entiendo— un colibrí.

— ¿En serio?

La mentira más tonta que pude decir.

Después de ese día.
Lo vi las siguientes semanas a la misma hora. No hacía nada, sólo me observa desde la maceta de los geraneos.
Este año estuvo más presente que los anteriores.

Quizá porque deje la medicación durante un tiempo. — Mucho tiempo en realidad. — Tomarlas no esta encuentra en mi lista de prioridades.

Hasta que un día cruzó la línea, apareciendo durante la noche en que mamá murió.

Fumaba un cigarrillo, recargada de la baranda. Lo apague aplastando la punta contra el cenicero.

— Te extraño. Mamá. — Vi el humo esparcirse, separarse y desaparecer.

Talle las lágrimas que salían de mis ojos. 

Al levantar la mirada en busca de la brisa fría.
Me topé con aquella cosa negra.
Justo al frente, su vista puesta en mi.

Esta vez tiene un brillo rojo en ellos. 

Su larga capucha flota en el aire.
Si miras debajo, hay seis pisos antes de llegar al suelo.

Quizás sea la muerte que me avisa lo que debe pasar y ahora viene por mí.

Se llevará mi alma y desde esta altura, parecería un suicidio. Quizás es lo que quiere. Que salté.

Una determinación me invadió.

No iba a joderme la vida tan pronto.
Mamá me pidió vivir. Eso haré.

— Puedes irte. No tienes nada que hacer aquí.

Miraba a donde sea que me llevará la luz de su interior.
No vi nada, no sentí nada, aún con eso a mi lado.

Como si mis emociones estuvieran apagadas.

Le di la espalda caminando al interior del apartamento.
Al regresar la mirada, ya no esta.

Me voy a volver loca si no me voy de aquí. Me planteé hasta ahora que quizá es producto del estrés de la ciudad.
Aguante su maldita presencia por diez años. No más.
Quizás fue el culpable de quitarme a mi madre.

El Secreto Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora