Capítulo 4

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Para que te acuerdes de mí

(Domingo)

—¡Marian! ¡Despierta! que ya son casi las siete y tienes que ir a la iglesia. —El grito de mi madre me avisaba que debía dejar de pensar en sexo.

Aparté el caliente edredón azul celeste y me senté en el borde de la cama aunque mi cuerpo gritaba para volver a acostarme. Hice mis oraciones matutinas en un idioma que ni yo entendía, no tenía ganas de mover la boca o cualquier otra parte de mi cuerpo. Con pesadez extendí mi mano hasta el cajón de la blanca mesita de noche para agarrar la pastilla del día siguiente. 

Los destellos de luz que pasaban por la cortina lila de mi ventana me incomodaban, podía imaginar las ojeras violáceas y mi aspecto de zumbi. Solo de pensar en peinarme me dolía la cabeza. La botella de agua parecía pesar una tonelada en mis manos y mientras el líquido bajaba por mi garganta junto al medicamento no dejé de pensar en él.

No había dormido por pensar en él.

Las películas que creé durante las largas horas despierta eran dignas de Oscars, y a al mismo tiempo de estar en sitios porno o en una novela erótica de Wattpad. No me cuadraba cómo alguien tan guapo se había fijado en mí.

¿Qué tenía yo de atractivo para una persona que el adjetivo "hermoso" le quedaba corto?

¿Qué había de especial en mis ojos castaños si los suyos eran tan perfectos?

¿Era el novio que había pedido a los ángeles?

Todavía, no sabía si él era el amor de mi vida, pero definitivamente teníamos que follar de nuevo. Se decía que los hombres pensaban con el pene, pues yo en ese momento pensaba en el suyo entrando en mí.

Puse la botella sobre la mesita y mis ojos cansados se detuvieron a leer la frase de unos de los cuadros colgados en la pared.

"Los pequeños momentos son los que hacen grande la vida"

Me levanté arrastrando mis pies en la alfombra de pelaje rosado y me dirigí al baño del pasillo. Quedarse despierta había servido de algo —además de explotarme de ansiedad—: no había razón para creer que follar con él había sido un error, porque a diferencia de Bernardo él no era primo de mi novio (bueno, EX NOVIO) tampoco lo usé o lo busqué. Él me encontró. Él vino hasta mí. Quizá él era la persona indicada, porque el amor llega cuando menos lo esperamos y habían miles de libros que lo confirmaban.

El extranjero no había sido un error, sino la solución.

Luego de bañarme, cepillarme los dientes y expulsar parte de la pereza de mi cuerpo me puse un pantalón jeans y una sudadera rosa pastel pues las mañanas en Sunfil eran frías. Antes de salir agarré mi celular y eché un vistazo a los mensajes, mayormente a los del grupo que tenía con mis dos amigos.

 Antes de salir agarré mi celular y eché un vistazo a los mensajes, mayormente a los del grupo que tenía con mis dos amigos

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Yo, mi profesor y el asesino [+18] ✔️BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora