Capítulo 42

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El amor por sí solo no es la solución

(Marian Lemes Oliveira)

Nadie sabía dónde estaba Lara. Ni sus padres, ni su novio. Ya habían pasado tres días.

Mis intentos de ayudar y contarle a Guillermo de la casa en el bosque fueron ignorados. Y eso alimentaba una duda en mi cabeza ¿La policía de verdad trabajaba con SDP? porque ese era el motivo obvio de la desaparición de mi amiga.

Lo más perturbador era que solo Keven y yo parecíamos los únicos realmente preocupados por ella. Yo sabía de lo que los hermanos Devley eran capaces, había visto con mis ojos, y nada me quitaba de la cabeza que eran los responsables por lo de Lara.

La culpa me consumía, a pesar de no saber el porqué.

La presentación del proyecto "Palabras que encantan" sucedía como si Lara no hiciera parte del instituto, los alumnos, los profesores, los funcionarios, todos sonreían y aplaudían a cada texto leído. Solo Keven no disfrutó en ser el centro de la atención, las palabras salían de su boca sin emoción, sus ojos no brillaban y no sabía en qué posición debía quedarse o a donde mirar.

Y a cualquier momento me tocaría a mí ir al frente del alumnado, presentar el texto que se suponía debería haber escrito.

Me comía las uñas mientras pensaba en mis opciones: No quería desistir, era mi último año, después me graduaría, me iría de Sunfil y me las arreglaría para tener una vida adulta con estabilidad financiera y emocional. Ese era mi objetivo desde el inicio, y quería que mis días finales en esta escuela fueran memorables. Un texto emocionante sería perfecto, si lo hubiera hecho.

Y no sabía si era capaz de improvisar, lo único que me venía a la cabeza era Lara.

Cuando Marta, la directora, agarró el micro; saqué la uña de mi boca, me mordí los labios y aplaudí.

—Gracias, chicos —Yury volvió a su asiento y Keven se sentó a mi lado, en silencio—. Bueno, vamos caminando hacia el final de las presentaciones, así que no hay tiempo que perder —ella tomó el papel con el orden de la presentación y anunció—: ¡Marian! el escenario es tuyo.

Mis piernas se flaquearon al levantarme, ni siquiera tenía valor para mirar a Marta a los ojos, los mantuve fijos en su vestido verde claro; el fondo rojo que habían puesto en el auditorio era como un monstruo que me devoraría así que me acercara.

Alzar la mirada había sido mi gran error. Allá sentado en el fondo del auditorio, escondido entre los alumnos, con sus ojos azules clavados en mí, estaba Alan o Adrian, me era imposible diferenciarlos así, pero independiente de quien fuera, mi corazón disparó contra mi pecho, la canción calma que sonaba ya no llegaban a mis oídos porque el sonido de los latidos la bloqueaba.

Respiré hondo.

Aunque el espacio estuviera lleno, él era lo único que yo veía y eso me aterraba. Me lastimaba, porque sabía que él había hecho algo a mi amiga, y la incertidumbre de lo que le había pasado me daba ganas de llorar y golpear a mi profesor de historia.

¿Sería capaz de matarla como hizo con Bernardo?

—¿Mari? —La mano delicada de Marta al tocar mi brazo, me sacó del trance—. Cuando estés lista.

Asentí y le pregunté:

—¿Puedo elegir la canción?

—Claro.

Le pedí a la chica responsable por la música que pusiera "Just a little bit of your heart – Ariana Grande" .

Inhalé y exhalé diez veces. Para no estallar en llanto, fijé mi mirada en Keven. En cuanto empezó a sonar la música, dije lo que me vino a la cabeza.

Yo, mi profesor y el asesino [+18] ✔️BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora