Cinco tarjetas y un gato negro
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Marian Lemes Oliveira
—Tengo una suerte de mierda —dijo Lara mientras comía su helado de vainilla con sirope de chocolate— me topé con Renzo y un difunto en la misma noche. Y ese fue mi segundo difunto.
El maquillaje no cubría del todo los leves rasguños en su rostro, así como su decisión de no mencionar que algo así ya le había pasado no escondía las heridas que volvieron a atormentar su alma.
Me apretujaba el corazón, pero ella me había hecho jurar que jamás hablaría de ello.
Aún así estaba orgullosa, porque esa vez no se calló.
—Por lo menos lo denunciaste... —comenté mientras comía mi helado de chocolate y sus ojos verdes se enfocaban en mí—. Renzo ya no te va a molestar.
—Sé que es pecado desear el mal al prójimo —murmuró ella—, pero ojalá alguien le de una cuchillada en la cárcel, una entre las piernas y otra en el ojo.
Keven sonrió y dijo:
—Guillermo ya lo encerró y ahora va a pasar un buen tiempo en el bote —el pelirrojo dio una cucharada a su helado de piña y cayó unas gotas en su sudadera con el estampado de Rick and Morty así que él lo lamió—. Y creo que tu nombre merece estar en el libro de los récords. Dos difuntos en un mes, no sucede a menudo; seguro que te dan un premio con un baño de agua bendita incluido.
Lara le sacó el dedo del medio.
Una muerte más en Sunfil, la ciudad estaba rara, más parada de lo normal. Ricardo Masson, no lo conocía, no vivía aquí, pero al parecer venía a Sunfil con frecuencia. Aunque su muerte no tuvo el mismo impacto que la del cura, los habitantes se entristecieron con la noticia. El miedo de ser el prójimo desaparecido hacía que la gente se encerrara en sus casas, nada de niños jugando en la calle o en el parque; y evitaban hablar de suicidio como si eso indujera a la gente a cometerlo.
"¡Qué Dios nos proteja!".
Lara alzó su tarrina como si hiciera un brindis.
—¡Qué Renzo se vaya a la chingada y no vuelva jamás!
Y volvimos a comer. El sabor a chocolate se dispersaba en mi boca al paso que el helado se derretía a una velocidad que me hacía cerrar los ojos y poner atención en la melodía de Ojitos Lindos de Bad Bunny ft. Bomba Estéreo que sonaba a bajo volumen. Solo faltaba estar sola con una caja de chocolate para que el momento fuera perfecto.
—¿Aceptaste trabajar en el bar? —preguntó Keven.
Lo miré y respondí:
—Sí, le conté a mi madre y le pareció una buena idea.
—¿Trabajar? —quiso saber mi amiga— ¿Donde? ¿Y en qué?
—Ella va cantar en el bar Cavolík —respondió él.
Le dediqué una sonrisa forzada. Me gustaba cantar, pero hacerlo delante de muchas personas me aterraba.
—¿Tienes derecho a bebidas grátis? — interrogó ella.
—Te follaste a Yury —replicó Keven—. No creo que necesites a Mari para beber grátis.
Lara le sacó el dedo del medio y él hizo lo mismo, así que intervine antes de que empezaran a pelear:
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Yo, mi profesor y el asesino [+18] ✔️BORRADOR
Mistero / ThrillerUna noche es suficiente para destruir una vida, un beso es suficiente para obsesionarse. La búsqueda por el amor y la aceptación puede ser dolorosa y lenta, pero la llegada del desconocido a Sunfil apresuran las cosas para Marian y sus amigos, sin...