Capítulo 12

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El milagro de la fuente


Lara Seiler García

No era amor, solo me gustaba la manera que me comía el coño y era por eso que pensaba en él de vez en cuando y me ponía ansiosa el día de encontrarnos.

Ansiaba que me comiera el coño de nuevo.

El día que los vibradores y juguetes sexuales fueran como una persona real ya no lo necesitaría, mientras tanto tenía que seguir con esto. Era más fácil creer que era solo sexo, era más facil fingir ser una joven que solo pensaba en follar sin compromiso que lidiar con sentimientos.

—¿Por qué tardas? pendejo —revisé mi celular, pero no había mensajes. Habíamos quedado a las 10p.m y ya eran casi las 11p.m.

La luz amarillenta del poste suavizaba la oscuridad de la noche que me escondía en las sombras, cada auto que sonaba en la calle explotaba mis nervios y me decepcionaba al ver que no era él todavía.

Mis bragas estaban en llamas, y me daba pena admitirlo, pero solo él podía ayudarme; me daba pena usar la expresión "Bragas en llamas" para referirme a lo que me provocaba, a lo mejor eran las novelas de wattpad que me estaban dañado la mente. 

El punto era que había intentado con Yury, lo disfruté, sin embargo no era igual, no me generaba la misma sensación. El orgasmo era distinto con él.

"No sirve comer lechuga, si el cuerpo tiene hambre de carne".

Pero comenzaba a preocuparme, porque cada vez más mi cuerpo deseaba a él. 

Y solo a él.

—¡Lara!

Rodé los ojos molesta "si lo ignoro quizá se va"

—No sabía que me estabas esperando.

Fingí revisar mi móvil.

—Si me hubieras dicho —dijo—, habría venido antes.

Metí el celular en el bolsillo de mi chaqueta negra para no lanzarle a la cara.

—Si hubiera sabido que pasarías por esta calle, yo no habría venido.

Renzo se acercó y la luz del poste iluminó su cabello rosado.

—¿Por qué te haces la dura si sé que me extrañas? Sé que extrañas las pizzas que te daba grátis.

Metió sus manos tatuadas en los bolsillos de la chaqueta naranja.

—Sí, extraño la distancia entre nosotros; así que hazme el favor y vete.

Ser novia del dealer de la ciudad había sido mi segunda peor cagada en la vida, la primera era ser hija de Pablo y Naomi.

—Mi nena... —él se planteó delante mío y arqueó las cejas, la cruz tatuada en su testa se deformó un poco. 

—Tu nena ¡El coño del diablo!

—Me encanta esa tu agresividad, sobre todo en la cama.

—¡Vete a la chingada y dejame en paz! Renzo ¿No ves que no quiero hablar contigo?

—Hace tanto que no hablamos...

El piercing en sus labios siguieron el dibujo de su sonrisa. Con Renzo, las cosas debían ser directas y ácidas, aunque no sabía si era buena idea, sus ojos estaban ligeramente rojos.

"Está fumado el pendejo"

—¿No te cansas? —hundí las cejas—. No importa cuántas veces te diga que ya no quiero nada contigo y sigues molestando. Güey, ve a terapia, búscate a otra chica, ve al infierno ¡Qué se yo! Pero deja de chingarme.

Yo, mi profesor y el asesino [+18] ✔️BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora