Una noche es suficiente para destruir una vida, un beso es suficiente para obsesionarse.
La búsqueda por el amor y la aceptación puede ser dolorosa y lenta, pero la llegada del desconocido a Sunfil apresuran las cosas para Marian y sus amigos, sin...
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Pasé dos putas semanas recibiendo amenazas de Alan por mensajes.
DOS. Y aún no le había mandado a la chingada. Al final estaba evolucionando.
Las ignoré todas, ni siquiera abrí los mensajes. Mari nos convenció a esperar un poco antes de hacer algo o contar a la policía, y aunque odiaba fingir que nada había pasado, que ese asqueroso no había matado a bernardo y expuesto a Keven, estuve de acuerdo.
A veces me encontraba pensando en lo que él sería capaz de hacer, si hablaba en serio cuando decía que mataría a Keven. En el fondo, sabía que sí lo haría, pero por el bien de mi salud mental, que ya era una mierda, opté por creer que eran solo amenazas y así olvidarme de SDP por unos días.
Pero me resultaba un poco difícil lo de olvidar porque todos los días veía a Naomi y a Pablo.
Mi relación con mis papás seguía mala, pero como Yury dijo, no debía mantenerme cerca de cosas que me dañaban, así que me alejé un poco de ellos. No era fácil sentir que no era su hija, aunque compartíamos la misma sangre. Sin embargo nunca estuve tan bien como ahora lejos de los comentarios destructivos de Naomi y de la falta de afecto de Pablo. Una parte de mí todavía deseaba arreglar las cosas con ellos y tener una familia normal.
Pero, hoy era un día feliz y no para pensar en mis problemas.
Puse mi teléfono en mi regazo y volví a mirarme en el espejo. Esa noche le presentaría mi novio a Mari. Acomodé mi cabello castaño ondulado detrás de mis orejas para que se viera mejor mi boca que sorprendentemente solo llevaba un gloss rosa claro.
El rojo pasaba un vibe de atrevida y hoy se me antojaba ser la niña buena del campo.
Antes de salir eché un último vistazo al cropped blanco y el pantalón jeans cargo que llevaba puesto.
—Una perra fina —Me giré para apreciar mi culo.
Sentí que rompía mi lema de perras no aman perras no lloran, los nervios me carcomía por dentro y aún así las ganas de decir a mi amiga que yo tenía novio, que estaba enamorada me arrancaban sonrisas bobas.
Quisiera volver en el tiempo y encontrar a mí yo traumado por haber sido abusada por mi crush y ser tachada de perra y decirle: "Todo bien, perras también aman y lloran" No podía borrar lo que pasó, pero todavía podía decir a mi reflejo en el espejo:
—Perras también aman, y está todo bien —suspiré— No tengas miedo, Guillermo no es como él.
Experimentaba la sensación que por mucho tiempo evité y no me frustraba por ello. al contrario...