°Capítulo 4°

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Al día siguiente me encontraba mirando mi plato lleno de tostadas de mantequilla de maní. La atenta mirada de mi padre me miraba a un costado de la mesa, y por más que por dentro mi mayor deseo era tomar esa tostada entre mis manos y simplemente comerla para acabar con la tortura, me sentía como si mi cuerpo estuviera pegado a la silla. Me sentía estúpida.

Miré sus ojos azules y negué varias veces con la cabeza.

— No puedo hacerlo.

— Claro que puedes— una de sus manos se inclinó hasta tomar una de ellas y ponerla entre mis manos— al menos solo pruébala, Line. Tienes que intentarlo.

Tomé una bocanada de aire y me arme de valor. Vamos, Line. Vamos.

Cerré los ojos con fuerza y llevé la punta del sandwich a mis labios y mordí suavemente. El sabor a maní tocó mi lengua en menos de nada e hice mi mayor esfuerzo para hacerme tragar. El primer mordisco fue fácil apesar de todo, pero justo cuando intentaba hacer lo mismo con el siguiente, sentí que mi estómago se removía y las ganas de vomitar aumentaban bajo mi garganta.

No puedo hacerlo.

Solté el sandwich sobre la mesa y corrí hasta mi habitación. Entré en el baño con prisa y a tientas logré llegar al inodoro y  expulsarlo todo.

En la puerta mi padre me miraba con tristeza aún sabiendo que todo esto era mi culpa. Muchas veces me preguntaba a mi misma por qué no era capaz de cambiar, por qué me decidía por la opción de seguir sufriendo.

Jamás le encontré repuesta a mis acciones y ahora que he logrado las consecuencias, no tengo idea de que hacer.

— En dos minutos nos vamos— mi padre salió por la puerta y supe en ese instante por el tono de su voz rota que iría a llorar.

El no merecía tenerme, justo pensé cuando limpiaba mis dientes con la ayuda de la pasta dental.

Aunque nunca lo he dicho en voz alta, más de una vez he pensado que todo sería más sencillo si yo no estuviera. Ya no habría problemas ni complicaciones. El suicidio solía ser un tema complicado para una persona como yo, ya que apesar de que querer huir, no quisieras dejar a las personas que más amas.

Todo es un desastre.

Yo soy un desastre.

La vida misma, lo es.

📷🎶

Mientras veía a los lejos como se hacía más cerca el centro comercial, no paraba de pensar en como lo vería a la cara.

Parecerá tonto, pero desde su último mensaje de la noche anterior no me había atrevido a responder.

Es decir, ¿Qué se suponía que debía decir?

Recuerdo que me había hecho una bola entre mis sábanas de Victorious y me había obligado a quedarme dormida. En silencio escuché que un par de mensajes llegaban después, pero para entonces sentía los párpados muy pedazos como para detenerme a leerlos.

Aún me sentí extraña desde nuestra última conversación, hacia ya bastante tiempo en la cual no compartía una palabra con alguien que no fuera mi padre y volver hablar con alguien me hizo sentir mejor.

Sentí que volvía a ser yo misma.

— Estaré aquí en cuanto termine— sentí la mirada de mi padre puesta en mi rostro, pero pese ello,  enfoqué mi vista al frente, mientras me mentalizaba sobre lo que vendría de ahora en adelante: Chicos y chicas hablando de sus problemas, yo, hablando de mis problemas. Un mar de catástrofes.

°Si tan solo fuera cierto°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora